Capítulo 15. Regreso.

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Lo habían trasladado a otra habitación, la luz no le molestaba prácticamente era insistente en esos momentos. Habían colocado una pequeña luz detrás de uno de los sofás para dejar todo en penumbras y que nadie se diera golpes contra las cosas. Se sentía muy cansado, el médico le había dicho que no pasaba nada que había sido un accidente, los puntos se le habían saltado. Sentía como el líquido rojo de aquellas bolsas entraba por sus venas, se sentía mal. Miro la puerta, tan solo quería que acabara aquello para cerrar los ojos y dormir. Pero le había prometido al psicólogo no alargas más la situación. Por la prensa, por sus amigos, por su madre. Por la integridad metal de todos los trabajadores era mejor que pusiera las cartas sobre la mesa, y aclarara las cosas.

Las enfermeras por fin se habían retirado, no les prestó atención, no quería que le dijeran nada. De vez en cuando ellas le daban cartas de sus fans, y de gente que le enviaba todo su apoyo. E incluso opinaban de su vida. Que hicieran aquello le molestaba. Volvió a mirar la puerta, no sabía cuanto tiempo tardaría su cuerpo en sucumbir al sueño, pero no le quedaba mucho aguante. Quería dormir de una vez, pero tenía que esperar.

Al cabo de media hora de haberse quedado durmiendo sin poder remediarlo, la puerta se abrió, y por ella ingresó Gusig y su querida madre. Fue sacado de su sueño por una voz grave que identifico como la de su psicólogo, lentamente y con pesadez abrió los ojos, pareciera que la cabeza le pesaba menos, y que se encontraba con menos nauseas. Esperaba que aquella sensación no fuera muy duradera, se sentía como una mierda.

- ¿Cómo te encuentras mi vida? - aquel comentario termino de despertar a JiYong, quien miró a su madre con todo el rencor que un hijo puede guardar a su madre por manipularle y llevarle hasta la situación en la que estaba.

- Cuanto más lejos de ti mejor. - fue su escueta respuesta. Con aquello dejaba claro que no sería manipulado tan fácilmente, que no se dejaría amedrentar por la que fuera su progenitora. Aunque si tenía que ser sincero, jamás podría odiar aquella mujer, ella fue la que le dio la vida. - Se que creías que nunca me enteraría, sabe siempre quise su atención, que me dijeras que todo estaba bien, que hiciera lo que hiciera estuvieras a mi lado. Pero no era así. Siempre me manipuló, siempre hice lo que quería, siempre intentando ser el hijo perfecto. Pero nunca fue suficiente para ti, ni para mi padre. Siempre estuve a la sombra de mi dongsaeng. Si no queríais otro hijo ¿Por qué me tuvisteis?

- Yo... - la madre de Kwon no sabía de donde coger la conversación para que su hijo le creyera. Al parecer le iba a costar bastante. - yo siento que te sintieras así. Pero no es lo que crees, tanto tu padre como yo estamos orgullosos de ti.

- No, no lo están. Tan solo presumís de que sois mis padres, pero cuando os necesito no estáis. Ya estoy harto de esconderme, de decir que no me gustan los chicos solo porque a ti te da asco. Estoy cansado de esconderme, de no poder hacer lo que quiero, por siempre pensar que es lo que tu pensarás – Se encontraba alterado, su respiración se había acelerado y sus mejillas tenidas de rojo.

- Yo... no – si tenía que llorar lo haría después de tanto tiempo no iba a permitir que por un simple niñato todas sus ilusiones y sus fantasías de grandeza se fueran por el caño, ella no lo permitiría. - Lo siento, la verdad que no sabía que te hacía tanto daño. Pero era mi pequeño y no quiero que te pase nada malo. Solo quiero que no me apartes de tu lado. Quiero seguir contigo. Soy tu madre, y te quiero. - Aquello no se lo creía ni ella. Y menos el chico que se encontraba en la cama en esos momentos, no permitiría que aquella mujer le manipulara más. Tan solo quería dormir y se quería deshacer de ella lo más pronto posible. Todo lo que había leído el día anterior le había abierto los ojos, no podía sostener más esa situación.

- No madre, se acabo. No quiero saber más de ti, y puede darse por agradecida de que no la denunciaré, porque YO si tengo en cuenta de que me dio la vida. - sin más que decir se dejó caer sobre la almohada y cerró los ojos, dando por terminada aquella conversación, no le daría tregua a que intentara excusarse. No quería sus estúpidas disculpas, el psicólogo le había abierto los ojos, para su suerte y la de su integridad física y mental.

Ya no másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora