Llamado. (One-shot) Dramione.

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—Sígueme. —el susurro provino desde la puerta, aún en la oscuridad Hermione pudo distinguir los lentes de Harry, reflejando la luz lunar que se filtraba del exterior.

Bastante somnolienta sacudió la cabeza tratando de alejar las telarañas del cansancio, cosa que la había hecho tomar la decisión de acostarse temprano aquella noche. Tal vez fue eso lo que le impidió ver las señales, las pistas obvias de que algo no andaba bien.

—Anda, rápido. —señaló su amigo las pantuflas debajo de la cama. Harry se veía nervioso, con medio cuerpo dentro y la otra parte oculta por la puerta de madera de la habitación.

—¿Qué es lo que sucede? —Frotándose los ojos, Hermione salió de su cama y se entalló las dichosas pantuflas que estaban heladas, la planta de su pie sintió la humedad fría y le provocó escalofríos lentos y ascendentes en todo el cuerpo.

—Vamos, ya casi es hora, apresúrate o Ron nos dejará.

—Pero Harry... —replicó alcanzando su capa del perchero en la pared. La tela estaba igual de húmeda así que prefirió no llevarla. Volteó en dirección a la entrada, pero Harry ya había desaparecido.

Sintiendo un hueco en su estómago miró el reloj despertador sobre su mesa de estudio.

[2:52]

Algo había importante sobre esa hora, algo que no podía recordar bien.

—Hermione, apresúrate. —apremió la voz de Harry al otro lado de la puerta.

Temiendo que su amigo despertara a los premios anuales con los que compartía la torre, la castaña salió deprisa, tomando su varita para lanzar un tenue lumos.

—Sshh... vas a despertar a todo el mundo, Harry. —le regañó, apuntando su varita hacia el suelo para ver exactamente por donde caminaba, dando una mirada cautelosa a las puertas frente a su alcoba. Todo estaba en un silencio mortuorio.

—Vamos, vamos, Ron se pondrá ansioso, ya quiere verte.

De alguna forma esa declaración hizo que Hermione descendiera las escaleras más aprisa. No podía ver a Harry, solo se guiaba por su voz, supuso que el azabache estaba haciendo uso de su capa de invisibilidad. Al descender el último escalón levantó la vista, ubicando nuevamente ese parpadeo de luz en sus espejuelos, con el corazón latiéndole a mil por hora siguió avanzando hasta media sala. Observó como una mano en las sombras de la entrada se extendía hacia ella, por inercia hizo lo mismo, desplegó su brazo para alcanzar la mano ofrecida y cuando sintió que ya estaba por tocar los dedos de Harry, una segunda voz impidió el acercamiento.

En la penumbra de la sala común de premios anuales, Draco Malfoy esperaba o más concretamente la esperaba a ella, con sus ojos plata resplandecientes y líquidos, como un animal nocturno al acecho de su presa.

—Granger. —la llamó.

—Ma, Malfoy. —el brazo de Hermione retrocedió, lo dejó caer a su costado y el lumos en su varita se extinguió.

—¿Qué haces?

—Yo... —trató de pensar rápido en alguna respuesta que librara a Harry de enfrentarse con su némesis rubio. Tal vez aún no lo había visto, podía distraerlo mientras huía. —Yo solo... quería dar un paseo.

—¿De madrugada? —no se perdió la incredulidad en el tono del Slytherin.

—Sí. Me apetece tomar un poco de aire.

—¿Con este clima? —Malfoy se acercó cuidadosamente a ella. Hermione pudo distinguir ayudada por las amplias ventanas arriba del lugar que el rubio vestía su pijama de invierno.

—Yo...

—No deberías mentir. —No lo dijo como advertencia, pero Hermione sabía que todo lo que Malfoy decía era una advertencia.

—Esta bien, te lo diré. —se rindió rápidamente, no queriendo darle material para un chantaje. —Necesitamos salir, Ron nos espera, por favor no digas nada. Sé que te estoy pidiendo demasiado, pero no hagas un escándalo, despertarás a todos y nos meterás en problemas.

Malfoy guardó silencio, las monedas plata que tenía por iris permanecieron fijas en ella.

—Granger...

—Espera por favor... haré tus deberes toda la semana, te cubrire si necesitas llegar tarde. —ofreció agobiada.

—Granger...

—Por favor, por favor, sé que no te agradamos, pero enserio esto es importante.

—Granger, me agradas. —confesó Draco, moviéndose un poco más cerca de ella. —Ya lo hemos hablado antes, ¿no lo recuerdas?

—No, la verdad no. —aceptó avergonzada. —Lo siento.

—Yo también lo siento. —fue extraño oirlo desilusionado. —pero de todas formas no puedo dejar que vayas a ningún sitio.

—Esta bien, lo entiendo, no iré a ningún lado. —accedió fácilmente, todo era mejor que terminar en detención. —Pero al menos deja que Harry se vaya, ¿si?

—Potter... Granger, Potter se ha ido. —señaló el hueco en la entrada. La castaña llevó su vista hacía allí y por primera vez en la noche no necesitó de un Lumos, aún en la oscuridad pudo ver el vacío en el rincón. —Él se fue hace varios meses.

—¿Meses?

—Casi un año.

—No, no, verás, él, él estaba aquí justo hace un instante. —trató de explicarle. —entró en mi alcoba y dijo, dijo que Ron nos esperaba, que quería verme.

—Weasley también se fue, ambos lo hicieron, se fueron juntos, así es como terminó la guerra. ¿No lo recuerdas?

Hermione sintió como lágrimas calientes caían de sus ojos, lloraba y no supo cuando comenzó a hacerlo. Temblorosa se llevó las palmas a las mejillas y limpió el líquido salado y doloroso.

—Entonces Harry y Ron...

—Sí, murieron en Mayo.

[2:52] Recordó Hermione, a las 2:52 Harry y Ron murieron al lanzarse contra Voldemort y Bellatrix en el borde del puente que unía el bosque con el castillo. Ninguno de los cuatro tuvo tiempo de reaccionar y evitar el golpe, se estamparon directo sobre las rocas, así acabó la batalla, así los perdió a ambos. Un desenlace absurdo que le arrebató a sus dos amigos.

—Vuelve a la cama, mañana hay exámen.

Hermione asintió, no sabía si él podía verla claramente, antes de girarse de vuelta a las escaleras dió un último vistazo a donde había visto el reflejo de los lentes redondos de su amigo, como si esperara que eso que Malfoy le decía no fuera cierto.

—Buenas noches. —se despidió abatida, arrastrándose hasta su cuarto.

—Descansa, Granger. —Draco resistió las ganas de subir con ella y quedarse a su lado hasta verificar que durmiera.

Lo había hecho un par de veces, pero eso provocaba que a él le venciera el sueño en la silla junto a su cama, despertando con el cuerpo adolorido y la Gryffindor llorando a mares, pidiéndole disculpas por las molestias que le causaba. Odiaba verla llorar, prefería que despertara por si misma, creyendo que todo había sido un mal sueño.

En cuanto escuchó el clic de su puerta, soltó un largo suspiro, la idea de que volviera a intentar irse lo mantuvo en el sofá un par de minutos más. Dormir en los sillones de la sala común era mucho mejor que despertarse cada cinco minutos con temor de que ella saliese y se congelara en los jardines o se cayera de algún lugar, o simplemente se internase en el bosque prohibido y desapareciera persiguiendo voces que ya no estaban.

Antes de cubrirse con una frazada para intentar dormir un poco, miro hacia donde Granger había extendido el brazo.

—No van a llevársela, no voy a permitirlo, ya tuvieron su momento, jodanse y extinganse de una buena vez. —habló a la nada y finalmente cerró los ojos. Como respuesta un pequeño golpe se escuchó en el marco de la entrada. Draco sonrió, había sido escuchado.

Después de las muertes incalculables y la tragedia exparsida por todos lados, lo que menos le aterraba eran los muertos.

Bucle *Antología*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora