Bucle *Antología*

The Night Secret (Two Shot) Harmione

El lunes por la mañana la concentración de Harry estaba en el mínimo.

La conferencia de prensa de Kingsley era importante, el ministerio acababa de derogar una ley absurda que protegía a los restantes herederos de los sagrados veintiocho. Su eliminación arrancaría una parte de sus fortunas y el dinero sería enviado a huérfanos de guerra como el pequeño Teddy Lupín. Harry esperaba llevar la noticia personalmente a Andrómeda y por supuesto invitaría a Hermione para acompañarlo, ella era excelente con los bebés. Harry sabía que ella algún día se convertiría en una gran madre y una esposa de la cuál presumir.

Y ahí estaba su falta de concentración. Matrimonio. Un jodido matrimonio.

Aquella noche del snap explosivo, George había tenido razón, Ron le iba a proponer matrimonio pronto. En realidad se había enterado por casualidad, Ron había mandado a forjar una alianza con un duende del callejón Diagon. Al principio creyó que solo se trataba de algún accesorio para su madre, ahora estaba claro que no y sobre su tumba iba a dejar que él se casará con Hermione. Eso arruinaba todo lo que había sucedido en esos cortos días, sus grandes avances en las pequeña relación qué formó con la bruja más inteligente en siglos. ¿Pero como detenerlo?

Si él y Hermione nunca hubieran estado juntos, entonces podría ser capaz de dejarla ir, pero ahora eso era imposible, no la dejaría jamás y no luego lo que acababa de pasar entre ellos...

Después de haber sido interrumpido en el pasillo, Harry entró a su habitación con una dolorosa erección que ayudó a aliviar con la misma mano con la que había tocado el interior de la hermosa bruja. El chico que vivió no se consideraba un pervertido, de hecho era más respetuoso que los otros magos que conocía. Mientras que sus compañeros en el ministerio ocupaban sus horas libres platicando de sus conquistas exprés y de qué posición sexual habían practicado esa semana, él se la pasaba transcribiendo runas o llenando hojas de informes sobre las redadas. Nunca participó, manteniendose como un oyente silencioso.

Conocía lo necesario sobre sexo para saber que algunas anécdotas no eran más que simples sueños. Muchos de sus compañeros no lograban conseguir una cita en meses.

Un día, Armand Elder trató de incluirlo en el chisme anecdotico, comentó que Ginny era ardiente y que seguramente debía ser una compañera de cama increíble. Dean Tomas que tampoco participaba, giró poco sutil para escuchar lo que diría. Él había sido el primer compañero de cama de Ginny. Harry supo que tenía dos opciones, molestarse tanto que nadie volviera a preguntar o ser sincero y decir que sus relaciones con Ginny eran como cualquier otra, normales, casi aburridas.

Dean le ahorró el trabajo antes de que tomará una decisión, elevándose sobre el silencio dijo que Ginny era una mujer amorosa, tierna y que no todo era sexo sin sentimientos. Nadie preguntó cómo lo sabía. Harry no pudo hacer más que salir y aceptar que él no había sido el primer hombre en la vida de Ginny. Nada que no pudiera manejar, era maduro y lo aceptaba. Aunque aquella situación solo lo llevó a pensar en lo tediosa que se había tornado su relación.

Estaba bien siendo novio de Ginny, nunca discutían, podían hablar sin sentirse incómodos y todos se veían muy contentos de que estuvieran juntos, pero por Merlín, el sexo no era tan apasionado como creyó que sería en su etapa juvenil, resultaba más bien mecánico. Tal vez así debía ser, se dijo, conformándose por demasiado tiempo.

Hermione y sus gemidos en el pasillo, sin dudas derrumbaron todo eso. A la mierda todo, el quería esa intensidad, la quería a ella retorciendose por él y haría de todo para conseguirlo.

A la mañana siguiente de ese encuentro fuera del baño, Ron y George se habían ido temprano a su juego en la madriguera. Le informaron de su partida con un pequeño golpeteo en la puerta, Harry solo gruñó en respuesta y siguió disfrutando de su sueño, ajeno a qué perdía horas valiosas con la bruja.