Cuando El Velo Cayó. (One-shot) Semi Dark Dramione

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—No te muevas.

—No lo hago.

—Lo haces.

—De acuerdo lo hago... un poco.

—Bien, deja de hacerlo.

Draco sostenía una Polaroid 4725, un aparato relativamente pequeño en comparación con las enormes cámaras mágicas. Detrás de la neblina blanca en sus ojos y el calor fastidioso del deslumbrante Sol de medio dia, Hermione reconoció el objeto como un aparato muggle qué se veía fuera de lugar en las manos del rubio. Una cámara de fotografías instantáneas qué dudó qué un mago de sangre pura supiera utilizar.

—Te ves espectacular. —elogió con orgullo, buscando el mejor ángulo. —El lugar es adecuado.

Ambos estaban en el medio de un muelle, rodeados del azul océano y nada más, ni una sola alma a la redonda. El viento movía las capas en el largo vestido blanco de Hermione y pequeños cabellos rebeldes escapaban de la cabeza de Draco.

—Esa cámara... ¿Como es que la tienes? Es muggle. —Hermione no se movió un ápice, su rostro de lado y hacia arriba daba la ilusión de que miraba al cielo, una posición estravagante igual a una modelo de revista de moda. Sin embargo, sus ojos nunca abandonaron a su paparazzi, el guapo mago vestido en un blanco traje de playa y que apesar de su formalidad se veía completamente fresco, cómodo como una serpiente en su propia piel.

—¿Que dices, amor? —con un tono fingidamente tranquilo, Draco bajó la cámara para darle toda su atención a su amada esposa.

—Tú... odias todo lo que es muggle.

—No deberías decir esas cosas en voz alta. —la advertencia fue clara, pero sin ser de regaño. —No importa que nadie esté alrededor, nunca se sabe. Se más discreta.

—Soy discreta, muy discreta, pero... —confundida, Hermione movió un poco la cabeza ligeramente para no arruinar la pose.

—Tranquila. Está pasando el efecto eso es todo.

—¿El efecto?

—Deja de moverte, quiero un recuerdo de esto, te explicaré en un segundo cuando terminemos.

Imperceptiblemente Hermione asintió. El flash fue corto, pero la cegó momentáneamente dejando dos puntos de luz dentro de sus párpados. Draco sonrió satisfecho, en breve se revelaría qué tan bien había salido su toma.

—Es un sitio relajante. No quiero decirlo, pero creo que me he acostumbrado a estar cerca del mar.

—El calor es insoportable. —replicó ella, frotando sus ojos para volver a ver bien. Debajo de sus pies podía sentir vapor caliente emanando desde las separaciones en la madera del muelle, no sabía porqué estaban ahí y si lo pensaba mejor no recordaba como es que habían llegado.

—¿Tienes sed? —Draco dejó la cámara en las tablas del suelo y de uno de sus bolsillos sacó una lujosa licorera, demasiado diminuta para apenas contener unos sorbos.

De nuevo, nada de eso tenía sentido para Hermione.

—No bebo.

—Lo se, cariño. No me mires así, ya no lo hago más. Es solo un poco de soda de cereza, es práctico traer siempre algo para cuando se nos seca la garganta.

—Eso no tiene lógica. —La bruja sintió como si con cada enunciado qué pronunciaba el rubio, una venda fuera derritiéndose de sus sentidos.

—No, claro que no, ¿porqué habría de tenerla? —Draco se permitió un pequeño suspiro. —Me regalaste la licorera en mi cumpleaños hace dos años, ¿lo recuerdas? Lo llamaste psicología inversa, querías que dejara de tomar y me dijiste que...

Bucle *Antología*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora