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"Entonces escuché tu voz, y de pronto ya no importaba el sonido de la lluvia, ni los acordes de mi canción favorita."

-Efrén Gutiérrez.

[PARTE 1]

Mis ojos pasaban de objetos simples a objetos que no conocía, la sala había cambiado mucho de mi primer día sólo, a el regreso de Mario.

Mis labios deben tener una herida de tanto que paseo mi tacto por ellos, sigo sintiendo el cálido aliento que jugaba entre los centímetros que nos separaban a Emilio y a mi antes de que ocurriera el beso, su boca es tan suave como dulce, sus labios estaban en los míos, sus dientes apretaron mi labio inferior y aún siento ese pellizco alucinante, mi cerebro había dejado de trabajar desde que llene mis pulmones del  aire que el me regalo, su boca se movía sobre la mía, fueron los segundos más increíbles que tuve, apretaba, retrocedía para jalar aire, repetía la prisión de sus labios succionando los míos, sus pulgares jugaban abajo de la herida, como una especie de analgésico, juro que en ese momento el podía escuchar o sentir mi corazón alocado.

-¡Hey Joaquín! Ya es hora de que te pares.

La burlona y odiosa voz de Diego me rompen mi mágico Flash Back, le gruño antes de abrir los ojos.

-¿a ti no se te va a quitar nunca lo imbécil?
-Tu invitado está en la cocina desde hace como 10 minutos, está preparando café, o destruyendo la cafetera, cualquiera que haga lo tiene bastante confundido.

Una sonrisa traviesa aparece en mis labios dibujada, me paro a pasos mecánicos y camino en dirección a la cocina, cuando entro a la blanca habitación, veo un Emilio moviéndose dentro con confianza, revuelve todo en busca de algo, me gusta mirar.

Cuando sus pasos giran a mi dirección, sonríe animadamente y dice:

-¡Hola Joaco! Buenos días- se acerca a mi para saludarnos, muevo la cabeza a la derecha y él lo hace a la izquierda, luego yo imitó su movimiento y él hace el contrario es como un efecto espejo muy gracioso, me quedó quieto cuando me toma uno de los hombros, se mueve y estampa sus labios en mi mejilla- ¿Café?- pregunta dejándome frente a mis labios una taza muy mona de la vajilla  privada de Mario.
-Gracias- digo mirándolo con determinamiento.- ¿has dormido bien?
-Sí- responde pavoneandose- pero tenía la idea de que no era correcto haberte quitado tu cama esta noche.
-La sala es muy cómoda- respondo con sinceridad.

Sonríe de oreja a oreja, llevando la taza a sus labios, envidio a la taza justo en este momento, ejerce una presión cómoda y sutil,  sorbe el líquido obscuro.
Su gesto cambia a uno un tanto gracioso y preocupante, camina con rapidez al lavaplatos para escupirlo.

-La hora del café terminó, ¿quieres que vaya a comprar un jugo o algo?
-Está bien, Gracias- me llevo a los labios el café y doy un sorbo, degusto el sabor, no es tan malo como pensaba, sólo le falta un poco más de café y quizá azúcar, pero no la acostumbro.
-Quizá podrías venir más seguido a hacer café.
-¿Lo dices enserio Joaco? sabe horrible.
-A mi me sabe muy bien, ¿que apetece desayunar joven Marcos?

Le muevo la silla para que pueda sentarse en la barra de la cocina, quedamos de frente, así que recargo mi codo en la barra y mi barbilla en mi puño. Lo miro desde la punta del cabello, hasta sus líneas perfectas de la barabilla relajada.

-¿Te gustan los panqueques?
-Me gustan los panqueques- responde al segundo.
-Eso será- afirmó.
-Y... ¿qué soñaste hoy? - la intriga y naturalidad que le da a cada letra me cautiva. -¿soñaste feo?- dice con un puchero que jamás antes había visto.
-No- me río- en realidad no, creo que si no dormí todas las horas, esta ocasión es porque soñé con...- me toco los labios inconscientemente.
-Bueno, que gusto saberlo.- esconde su sonrisa triunfal en una sonrisa fantasma, tenía demasiada confianza en si mismo, y la inyectaba en mi con cierta facilidad.
-¿Crema batida o lechera? - pregunto de manera natural, quizá un tanto pícara, pero antes de que conteste algo o pueda reaccionar, ya tengo a Diego en la entrada muerto de risa, de manera escandalosa.
-Chicos, chicos, chicos, habéis menores de edad aquí.
-deberías saber que es una falta de respeto escuchar atrás de una puerta- explique amablemente, pese a mis ojos en blanco, el disgusto era tan evidente que se echo de nuevo a reír.
-Bien, disculpen, yo sólo venía a decirles que la ducha está disponible.
-Gracias Diego- arrastró las palabras entre  dientes, sale por la puerta robando mi café, me siento raro.
-¿El viaje es muy largo?- dice Emilio sacandome de mi ensimismamiento, está mirando la puerta por donde acaba de desaparecer Diego. Posiblemente Crea que vamos a viajar juntos.
-No mucho, llevamos buen tiempo, ellos se irán después en otro auto.
-Bien.- responde para terminar el tema y retomar el tema anterior- Me gusta la lechera.
-Bien.- digo imitando su tono.

Tomo el sartén, y todos los materiales para hacer el desayuno digno, incluso saco un enorme bote de helado porque hoy vale la pena, empiezo a hacer los movimientos que debo para poder cocinar, espero no ser un fiasco para esto.
Necesito distraer mi mente no sólo por el desayuno que estoy a punto de crear, tan Bien porque en unas horas voy a aparecer en casa con Emilio, y eso me tiene en nervio.

-¿Y qué fue lo que te dijo tu mamá cuando le pediste permiso de dormir aquí?
-Mi mamá es una persona genial, y me dijo que estaba muy bien.
-Excelente- digo con sinceridad.
-Sabes... Joaco, yo voy a conocer hoy a tu familia, lo justo es que yo te presenté a la mía.

Me quedo estático, parece que una mano helada me a apretado la boca del estómago, siento mi corazón latir con una fuerza desenfrenada, parecía tener una pelea personal con mi caja torácica.
Observó sus flamantes ojos y me siento una especie de cosa diminuta y frágil.
Creo que Emilio es ajeno a lo que me ha pasado, el sigue en su mundo y pregunta de nuevo.

-¿Tú crees que le caiga bien a tu familia?
-Bromeas, ¿cierto? Emilio, ¡por Dios! Encantas a cualquier persona, hasta tus gestos de disgusto son extrañamente atractivos.
-¿Extrañamente?- dice interesado mientras una de sus cejas juega a estar arriba.
-Es un halago- concluyo. - eres algo diferente mente bonito.

Sus mejillas se tornan rojas y unos traviesos hoyuelos aparecen amablemente acompañando al color cereza.

-Todos te van a amar.
-¿Todos?- pregunta con ese tono ególatra alucinante y perfecto.
-Todos.- afirmo.

El sonido sordo del metal arradtrandose por el suelo es un flash cuando Emilio tienen movimientos rápidos y precisos, ha quitado todo lo que estorbaba su paso, para llegar a mi.
Como si algo se le hubiera olvidado, me acaricia la mejilla para poner su Palma extendida y caliente sobre mi cintura, atrae mi cuerpo al suyo y pega esos bonitos y carnosos labios rosados a los míos, ceden a la presión de su desesperación de Emi, se abren y reciben su lengua cálida que es puente de genes entre ambos. Se acarician y mueven libremente con carta abierta de  exploración, me pierdo en su cavidad bucal, cálida y comoda...

Me separó un poco para aspirar una bocanada de aire, y entonces llega mi golpe de suerte como siempre...

-Joaco, vamos a...

Mario pone una mueca extraña, no se si quiere gritar, reír o enojarse... Aunque opta por los dos primeros y me mira como una anciana a un niño pequeño.

-Mi pequeño Joaco...

Tragame tierra.

Me separó de él, ahora soy consciente que el sartén está quedándose y los bancos están tirados aparatosamente.

Este será un fin de semana muy largo...

--**--

La parte dos la leen en unas horas. 😍💛
Besos. ❤😘

-SHS_BO

26 días...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora