D Í A 4

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“Algún día podré regalarte el mundo...
Solo espera un poco, es difícil de envolver”.

Daniel S. Park.

[Parte 2]

Emilio tiene esa mirada que me perforar el alma, me observa con atención pero no puedo hacer lo mismo, se que vería las tormentas multicolor en mis ojos.

Después de un par de segundos pesados, Emilio habla con esa voz aterciopelada.

-Se lo que estas pensando-   y yo de verdad dudo eso, no tiene la idea de lo que es tener un infierno en la cabeza. Continua al ver que no contesto.- pero fui yo quien le pidió a Diego que me hablara de ti, yo quería saber cosas...- su mano viaja alcanzando la mía, aquella que parece tener un rencor por el volante, le da un fugaz apretón que hace que se relajen todos mis músculos.

-¿Dónde está tu casa?
-Es la Blanca. Responde señalando débilmente una casa a un par de metros.
Estaciono el carro frente a la puerta color caoba con un perfecto jardín.

Suspiró suavemente liberando todo lo malo.

-Paso por ti a las 6:30 ¿te parece?
Afirma de manera suave y pausada.

-No quería causarte problemas Joaquín, sólo quería saber de ti.- tiene el dibujo de una sonrisa fantasma, sus dientes están escondidos, niego con la cabeza... ¡Esto se sale de mi control! Me hace sentir indefenso.
-Todo bien Emi- respondo más tranquilo.- No estaba acostumbrado a este tipo de cosas, Diego era la única persona con la que hablaba. No he sido como él nunca, tiene tanta facilidad de palabra, de poder relacionarse con todo el mundo.
-Pues, yo quiero ser todo ese mundo para ti- Responde- quiero estar en tu futuro directo.

Me cuesta trabajo procesar sus palabras. ¿Es que habla enserio?

-No te enseñaron tus padres a no jurar amor eterno a un extraño.

Ahora su risa nerviosa y aliviada retumba dentro del auto.

-Quizá nos conocemos de otra vida ¿no?
-Me encantaría recordarlo- me sincero, me debilito.
-¿A las 6:30?
-En punto Emilio, aquí estaré.
-hasta entonces Joaco.

Se baja del auto, con una sonrisa que topa de oreja a oreja, está feliz y no soy quien para privar sus sentimientos, hasta siento que es contagioso.

Aceleró un poco para tomar el retorno e ir a casa, hasta ahora me doy cuenta que es una enorme casa que necesita un poco de atención si no quiero ser atrapado por ella una mala noche.

Bajo con pasos pesados y veo a Diego un instante a través de la ventana, me hace un gesto de reproche, es evidente que ha visto el desastre en mi habitación, pero había tenido una noche demasiado horrenda.
Cuando llegó a la puerta abro y veo un poco de adornos coloridos en la sala, baja Diego y me examina de arriba a abajo.
La gente acostumbra a verme siempre igual, y parece no recordar la cólera que me da que lo hagan.

-¿Qué?- digo cabreado.

Pero entonces una robusta figura familiar baja las escaleras después de Diego., un hombre como de un metro ochenta y dos, Moreno, flipado con la vida.

-¿Una mala noche?
-Pesadillas del accidente, sobre papá, de todos los demás bastardos- corrijo fingiendo amabilidad.- ¿Qué haces aquí?
-Pensé que por lo menos te alegraría verme- desvío la mirada de Mario a Diego, tiene apretado el mentón, esta nervioso. ¿Aún crees que no doy miedo, cariño?

-Recogeré más tarde el desastre de mi cuarto, voy a salir.
-¿Con Emilio?- dice Diego.
-No es tu asunto- respondo brusco y me doy cuenta que la cago.
-¿Ah, no?
-No, no es su asunto hasta que yo lo decida.- mantengo mi tono amistoso, supuestamente, las palabras de papá y su rechazo me atormenta cada que pueden maldito sea.
Ninguno pone objeciones, guardan silencio y respiro.
-Perdón ¿vale? No puedo seguir los pasos habituales.
-No pidas perdón, creo que te entendemos, ¿a sido difícil?

Se que lo dice por las fechas, estas malditas fechas que no puedo sacar del calendario.

-He tenido sueños concurrentes, son cortos, pero los odio.- mi boca tiene un sabor amargo. Quizá cruel.
-Tienes que estar tranquilo, vi como amenazabas a Emilio con un desarmador- dice Diego preocupado, sólo asiento.- y tienes trabajo de máxima prioridad.
-Voy a viajar este fin de semana.
-¿cómo, no vamos a ir a la fiesta?- dijo Mario en un horrible tono chillón.
-Sí, pero no van conmigo, yo llevo compañía...

Por primera vez parece esfumarse el pasado cuando Diego y Mario olvidan la mierdabdel problema, y me sonríen con picardía.

-¡Ay EMI!- musíto Mario, Afortunadamente parpadeo apagando la chispa que siento en los ojos.
-¿Te gustará estar en esta casa?- respondo ignorando por completo su comentario anterior.
-Lo arreglaré mientras ustedes van a aprender basura
-No cambias- dije divertido.
-Nunca, ahora ve a hacer lo qje debas, recogeré esta casa y la dejaré como un hogar.

Le cojo la mano para poder sarle un apretón y un abrazo seguido de ello.

-Gracias.
-Somos hermanos por elección, no lo olvides. Ahora ustedes dos- señala a diego y a mi.- firmen paz de una vez.
-Ya no te metas en problemas con el caramelo inofensivo- miro a Diego con una sonrisa irónica.
-Descuida imbécil, Emilio está totalmente loco por ti, no se fijaría en mi ni por unos cuantos billetes.
-Imbécil- digo antes de abrazarlo y sonreír- debo hacer algo antes de irme, digo alejandome de ellos, ecahndome a andar a mi desastrosa habitación.

A las 6:22 estoy frente a la casa de Emilio en el auto suzuki swift. Color Amarillo, necesito algo que me de tranquilidad y seguridad.
Veo a una chica con cabello colir caramelo hasta abajo de sus homoplatos y agita las manos con desesperación
Emilio esta al otro lado de la puerta y le pide a gestos que se calme, la escena parece interesante, de película, desagradable y torpe.

La chica abraza a Emilio con lágrimas supoucantes... ¡Oh, cariño! Pues si tenía reglas, estás ya tienen que ser ejercidas.

Emilio la retira de manera cortés, caballerosa y cuidadosa, le da un gesto difícil de interpretar y cierra la puerta. Mientras la tipa maldice y grita tecleando su móvil.

Patética.

Cuando por fin desaparece del jardín de Emilio, avanzo un poco al inicio de su camino de piedra... 
Está observando por la ventana, sonríe en cuanto el carro aparca y sale con pasos rapidísimo.

-¡Hey! Llegas tarde- dice cona mueca.
-¿Tarde? ¡Oh, no! Llevo aquí mucho tiempo, esperaba ser realmente puntual.
-mi reloj dice que son 6:32.
-Vamos, que quiero dulces, exagerado.

Se sube al auto y lo mira por todos lados.

-¿Este auto también es tuyo?
-Sí, ¿te gusta?
-No, pues a quien no, están geniales. ¿En que trabajas?
-Amh, empresa familiar- digo sintiendo repugnancia por mi mismo.
-Wow, de verdad me sorprende.

Piso el acelerador mientras tenemos una plática poco relevante, estamos en la plaza donde se encuentra el cine, hay muchos chicos y chicas. Emilio me dice que ama comer dulces durante los momentos en donde los sentimientos le ganan y quiere llorar.
No dejo de sonreír, ni un segundo y lo empiezo a notar, es cómo un reflejo, en la dulceria pedimos dulces como para consentir la sala completa, me apresuró a pagar recibiendo un reproche.

-¡hey! Yo te invite, yo debo pagar, a demás ya he viajado en carros preciosos, te lo debo.
-Y yo digo que me encanta pagar, quizá cuando invites a alguien más le pagues.
-No, yo no pienso invitar a nadie más, y quiero pagar entonces la cena.
-No lo sé, depende...

La película comienza, es la típica historia con un par de protagonistas exageradamente guapos, es deprimente, se enamoran desde que su mirada hace click, y pinta para un final hermoso, ¿dónde se pone la queja por el mal guión en la vida?

Pienso muchas estupideces.
Pero se detienen cuando Emilio de ríe con una escena y toma mi mano para enlazar los dedos, encajan perfecto.
Se recarga en mi y siento la revolución que tiene  dentro, mi corazón imita al suyo, de conecta... Creo que estoy perdido ya.

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Hola bonitas, les dije hoy y hoy está, poquito tarde pero ya está.
Las amo con mi vida. 😍💫

-SHS_BO

26 días...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora