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028.

–vamos Sam... come algo–observo el rostro de Samuel y jamás había sentido repudio alguno hacia otra persona como en estos momentos cuando veo los hermosos ojos de samuel.

Trato de sacar mi mano del amarre de la silla pero no puedo.

Quién diría que ojos tan bellos serían tan perversos al mirarme, que me escudriñan cada centímetro de mi cuerpo que esta a merced del que tiene más fuerza.

Ahora le encuentro sentido al dicho: "el débil servirá al fuerte". No me había sentido tan impotente, con ira acumulada en mi, con cientos de palabras atoradas en mi garganta por miedo... Yo... Tengo miedo, rabia, decepción, impotencia, tristeza y no sé cómo manejar todas estas emociones, son muchas de golpe y mi situación no favorece en nada mi estado de ánimo.

–Sam, tienes que comer algo, vamos hazlo.

–pudrete Samuel.

Este me mira y sonríe con perversidad–no te bastó lo de antes.

Bajo la mirada y trato de regular mi respiración, siento que el aire no entra a mis pulmones, siento que todo a mi alrededor se vuelve pequeño y sin salida.

Samuel me agarra del rostro y me hace mirarlo–¿ya te había dicho lo mucho que te amo?, ¿si?.

–por favor Samuel... Déjame ir–las lágrimas, las cuales intentaba con todo mi ser retenerlas, salieron dejan ver lo mal que estoy.

–shhh, shhh, shhh... no llores, si te portas bien, prometo no lastimarte.

No se como llegue a esto, lo único que recuerdo es a Samuel que me veía desde su auto y luego ya no recuerdo más nada, solo una mano, la cual me cubría casi todo el rostro y de ahí todo es oscuro, hasta que desperté en esta casa y desde que lo hice no he tenido el mejor de los tratos, preferiría no haber despertado o simplemente haber muerto.

Samuel se aleja de mí y se dirige a algún lugar dejando ver su cuerpo desnudo.

Me siento humillado, destruido, me siento fatal, quisiera cerrar los ojos y que todo esto fuese un sueño y que Samuel fuera otra vez aquel hombre que conocí, tierno y atento, con millones de historias sobre su vida y de personas que estaban con el, quisiera aparecer en mi hogar y... Y volver a despertar en los brazos del rubio.

Veo como Samuel vuelve y está vez vuelve con una jeringa que anterior mente me había inyectado un líquido raro.

–Samuel por favor...

–ya, ya, solo va a ser un pequeño piquete, ya lo hicimos anteriormente pero esta vez trata de estar quieto, no quiero que la aguja quede dentro de ti–sonríe y acerca esa cosa a mi brazo.

–¡Samuel por favor no!, ¡te lo suplico, no lo hagas Samuel!–una bofetada es lo que recibo por tratar de que sea benevolente y tenga compasión de mi.

–calla, que entre más grites más me excitaras y será peor para ti–sonrie como si fuese un maniático y me inyecta aquel líquido de color amarillo que me hace sentir extraño, como si no sintiera mi cuerpo, pero con tan solo un simple roce todo en mi se enciende, como si estuviese necesitado de los deseos impuros y carnales–ya estoy duro y con solo verte Sam...–trato de mantenerme consciente pero aquel líquido ya comienza a hacer estragos en mi–... Vamos a disfrutarlo mucho.

Me desamarra de la Silla y me tira al suelo.

Lo único que siento en estos momentos es como entra y sale, una y otra vez y en vez de sentir dolor alguno, lo único que siento es placer y repudio eso, sentir que en vez de que me molesto o algo, me guste, que sus toques y roces me vuelvan loco, que quiera más y más y que no quiera que se detenga.

Quiero morir.

...

–Sam despierta... Amor, es hora de levantarse–escucho la voz de Samuel muy lejos, los ojos me pesan y no tengo fuerza alguna para poder moverme, tengo náuseas, quiero vomitar, quiero gritar, quiero llorar, morir, tantas cosas y no puedo hacer ninguna, me siento tan débil que no puedo ni abrir los ojos, se me hace una tarea muy difícil, es como si estuvieran pegados.

–Sam... ¿Sam?–Samuel me mueve un poco pero no puedo hacerle señal alguna para que sepa que aun sigo aquí–Sam vamos... No me hagas esto.

Eso mismo te dije yo.

Aún con los ojos cerrados, ciento como me carga pero estruendosa voces y sirenas inundan mis oídos, como si estuviesen gritandome directamente en el.

Sam...

Sam...

–Mi querido Sam, mira cuanto has crecido–siento como una mano cálida y suave acaricia mi mejilla–te has vuelto todo un hombre.

Abro los ojos para poder ver a la persona que me habla.

–hace mucho tiempo que no te veía...

Enfoco la vista con mucho esfuerzo y logro ver a una hermosa mujer, mujer que me mira con mucha ternura.

–Leidi...–susurro inaudible y ella sonrie.

–Sam... Aún no puedes caminar con migo por el sendero de girasoles, aun no es tiempo. Despierta y cuidarlos por mi.

...

Un pitido algo molesto que se escucha cada segundo, repetidamente, hace que abra un ojo y vea todo borroso.

Unas voces llaman mi atención a lo lejos.

–... si el paciente no reacciona después de esta semana, oficialmente esta en coma, lleva unos cuantos días inconsciente, pero no recibe los tratamientos que se le aplican y su cuerpo ya no tiene dependencia por si solo, su cuerpo funciona gracias a que está conectado a una máquina o de lo contrario, ya no estuviera aquí.

Trato de adivinar de quien es esa voz pero no es alguna voz que sea conocida.

–gracias, me quedaré un rato con el–escucho otra voz y esta vez si es una voz conocida, muy familiar.

Siento pequeñas caricias en una de mis manos y trato de moverla para agarrar su mano, pero no puedo, mi cuerpo no lo siento del todo.

–Sam... Me asustaste... Mucho, pensé... Que te había perdido.

¿John?.

Escucho algunos sollozos y mi corazón se oprime dentro de mi pecho.

Preocupe tanto a John, al tal punto que lo hice llorar. Si no me hubiese ido en la mañana, nada de esto hubiera pasado.

Trato de abrir los ojos y logró abrirlos un poco para ver como John esconde su rostro en la en mi mano mientras la acaricia.

–... John...

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Hola mis postres de maracuyá, nuevo capitulo espero y les guste y disculpen la demora, la U es estresante, al fin salí de exámenes y ya estoy más libre, muy pronto habrá otro cap y se acerca el final señoras y señores, mil gracias por seguir con migo en esta historia, besos.

~SeokBinWoo.