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Pov Sam.

Tomo una gran cuchara de postre de maracuyá y la devoró en un santiamén.

La verdad no sé porque Samuel me da esto o porque me da pequeños regalos, los cuales casi todos son pequeños libros y cabe destacar que eso me hace saber que le gusta la lectura ya que su oficina tiene muchos de ellos, siempre está visitando mi celda y nos ponemos hablar de cualquier tema en específico.

La verdad creo... Creo que me gusta.

Osea no me gusta el... ¿O si?... No, no me gusta el solo me gusta el como me trata, tenía un tiempo en que no me sentía así, de que alguien se preocupará por como estoy y si estoy bien.

—¿Te gusto?—me pregunta y a mí se me va el postre no sé para dónde con aquella pregunta.

—¿Q-que?—le respondo con otra pregunta luego de haberme asfixiado como una maldita foca.

—que si te gustó... el postre—señala el recipiente casi vacío.

Creo que el vacío lo dice todo, ¿no?.

—a-ah... Si, si me gustó, gracias—rio como todo un idiota y bajo la cabeza sintiendo mi cara caliente y cuando pasa eso mis mejillas se colocan rojas.

Observo el postre casi a terminar y me preguntó; ¿en qué era lo que estaba pensando en ese momento?

—¿en qué piensas?—me pregunta sentándose a un lado mío y pasándome una servilleta.

—en nada... Solo... Ya falta poco para poder salir de aquí—le digo y juzgando por mi tono, pareciera que fuera algo trágico.

—si... ¿No te alegra?.

Dejo de ver el postre y observo sus ojos.

No sé qué es lo que pasa pero cada vez que veo sus ojos me siento ido, algo dentro de mí me hace cosquilleos y a veces mi corazón late con fuerza, no sé si es normal o estaré enfermo.

—si pero... Me estaba acostumbrando a esto—le señaló todo y principalmente el postre.

Desde que le dije que mi postre favorito era el de maracuyá me a traído tres contando este.

—eso no tiene nada que ver, yo tengo una vida fuera de este lugar ¿Sabés?.

Frunzo el ceño—¿a si?.

Asiente pícaro—si y digamos que es básicamente lo mismo... Básicamente.

Asiento y observo un punto ciego.

—Sam...

—¿Si?.

—puedo... Puedo...

Un "Ujum" tiene de parte mía para que siga con lo que quiere y me quedo en blanco esperando su petición hasta que su rostro aparece en mi campo de visión muy, muy, muy cerca.

—puedo, no... Quiero besarte.

Y así fue.

Me tomo desprevenido y con las guardias abajo.

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