Capítulo 1

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Para empezar, Todoroki no iba a fiestas, ni siquiera sabía lo que había que hacer en una y eso —de cierta manera— lo llenaba de frustración

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Para empezar, Todoroki no iba a fiestas, ni siquiera sabía lo que había que hacer en una y eso —de cierta manera— lo llenaba de frustración. Así que era en ese preciso momento que se cuestionaba el porqué debía asistir a una estúpida fiesta de reencuentro el 20 de diciembre con sus viejos compañeros de clase; los cuales ya eran héroes profesionales.

Acababa de tener un día pesado. La agencia de Endeavor no hacía más que exprimirlo al máximo diciendo; <<Shoto, ven aquí>>, <<Shoto, ve allá>>, <<Shoto, suple a tu padre en las reuniones de la empresa con los héroes>> Sí, Shoto ya estaba cansado de mandamientos tontos. En la cama de su habitación se preguntaba si estaba viviendo o solo era una pobre alma controlada como un perro por su padre. Sus hermanos tuvieron suerte pues en cuanto cumplieron la mayoría de edad corrieron de aquella temerosa cueva, dejándole solo como idiota por ser el menor. Endeavor podía llegar a ser bastante manipulador, y siendo el menor de los Todoroki no le dejaría ir tan fácilmente, lo tenía bastante claro.
Al cumplir 17 años, obligó al joven de cabellos bicolor firmar un contrato donde aceptaba mantener una relación con la bella Yaoyorozu Momo, nada comprometedor o serio hasta los 25 años. Ahora que Shoto había cumplido la edad acordada y se negaba a darle un anillo de compromiso a la chica, el hombre de la barba jalaba más la soga que el menor llevaba en el cuello; quitándole el coche, servicios de la casa, provocando que su pago se retardara y entre otros castigos. A Todoroki Shoto no podía importarle menos, él ya estaba cansado de que su padre le estuviera jodiendo la vida. Sabía que no amaba a la señorita Momo, como también sabía que le era infiel. Así es, podía llegar a ser ingenuo en ciertos temas debido a su inexperiencia en la vida pero no lo suficientemente estúpido como para no notar lo evidente; él sabía que la joven de cabellos negros se veía con una mujer de cabellos violetas a escondidas de él. Sabía que Yaoyorozu Momo era homosexual; que tenía preferencias por el sexo opuesto y que tampoco le amaba y siendo sinceros, Shoto sentía un gran alivio al enterarse de aquello pues al menos la separación no iba a ser difícil para ninguno de los dos, lo lamentaba más por sus padres. Enji Todoroki podría ser una mala persona si no obtenía lo que quería, y eso se lo había demostrado con el pasar de los años.

Él conocía cada una de sus facetas y sentía decir que todas le daban asco.

Lo único que les ataba era la sangre y ese contrato que le había obligado firmar cuando era un crío. Aunque cuando se lo pensaba; ¿qué era lo peor que podría pasar? ¿Le iba a matar? No lo dudaba pero él ya era mayor de edad, trabajaba como héroe profesional aunque en parte dependía de la empresa de su padre, no obstante, podría conseguir convenio con alguna otra agencia, ¿no? Así que no todo estaba perdido para el de los ojos dispar.

—¡Shoto!

Una mueca de desagrado se hizo presente en el rostro del joven de ojos heterocromáticos, con molestia tomó su saco, se miró al espejo, cubrió con sus hebras finas la gran cicatriz que lo atormentaba desde niño y suspirando por no tener nada más que hacer que resignarse a llevarla de por vida; salió de la habitación para bajar las escaleras y encontrarse con el gran hombre de la barba, aquel que era culpable de no solamente sus tormentosas pesadillas desde que era un infante, sino que también de sus náuseas cada vez que lo observaba. Resopló e hizo caso omiso a su insignificante presencia para luego guiar su mirada hacia la chica con el vestido entallado de color rojizo, estaba con una gran sonrisa y sin importarle la segunda persona que se encontraba ahí, lo tomó de la mano y lo sacó fuera de la casa para subirse al coche y pedirle al albino que condujera hasta el lugar del evento antes de que fuera más tarde.
Realmente Shoto iba más dormido que despierto, cabeceó algunas veces estando al volante y casi se dormía completamente de no ser por las frías manos de Yaoyorozu las cuales le brindaban apoyo para seguir despierto. La chica era su mejor amiga desde que eran niños; la única que había estado para él en todo momento. Incluso cuando su padre envió injustamente a su madre al manicomio donde estaba, diciendo que estaba loca y que los locos no podían estar con gente normal como ellos. Así fue como el pequeño de la notable cicatriz se separó de su madre y con el tiempo, de sus hermanos. Es correcto, Todoroki no contaba con nadie que no fuera Yaoyorozu Momo; su actual novia.
No podía decir que se sentía solo porque apenas y conocía lo que era estar acompañado. Toda su vida estuvo solo así que, no sabía la diferencia de estarlo y no estarlo. Una vida injusta donde los inocentes pagan los errores de los que sí eran culpables.
Tampoco podía decir que era feliz o infeliz; él se sentía bien con lo que tenía o quizá no bien, sino que confundía el estar satisfecho con el estar bien. Desconocía el porque las personas sonreían con tanta facilidad, le parecía curioso como existían personas muy sonrientes, que sin importar que algo malo pasase siguieran riendo sin miedos o límites. Llegó a envidiar un poco eso porque al intentar sonreír frente al espejo veía falsedad, mentira, una estafa y lo peor es; que no sentía nada. Era como un objeto hueco, como algo sin sentido, como un accesorio más en el rostro. Un accesorio fantasioso, sin significado, sin gracia.

Decepcióname lentamente ✓Tododeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora