Estiletes

8 1 1
                                    

14

Estiletes

Numero 13: No soy realmente muy alta, apenas 5 pies así que soy muy aficionada a los zapatos altos.

No despertó asustado o confundido en realidad despertó con perfecta claridad. Olió lavanda combinado con la fragancia normal del cuerpo humano y realmente le encantó despertar con ese aroma. Asuka Jr. giró a un lado y sobre la pequeña mesa de noche además de una lámpara había una zapatilla color negro con un tacón que debía medir por lo menos unos 15 centímetros. Mientras el día anterior habían bailado se habían acoplado de lo mas bien y sabía que él tenía por lo menos 5 pies y 6 pulgadas así que ver el estilete allí tenía sentido.

Se levantó de la cama mirando su reloj de pulsera, eran solo las 7:30 de la mañana, pero ella ya no estaba en la cama, poniendo atención de hecho olio también el café en la cocina. Recogió su saco y se lo pasó por el hombro. En la cocina Meimi estaba escribiendo algo en una computadora concentrada en fuera lo que fuera eso.

- Buenos días.

- Buenos días, Asuka Jr.

- ¿No es un trato demasiado formal para haber dormido juntos?

- No dormimos juntos, Daiki - dijo con una sonrisa la chica que se levantó para llenar su taza de café y hacer uno para su invitado - dormí en el sillón de mi sala. Mi cama es demasiado pequeña para dos personas.

- ¿Quiere decir que no puedo tachar de mi lista haber dormido con una chica? - Recibió la taza con casi un puchero - ni siquiera puedo presumir de haber sido un caballero y dejarte la cama.

- Eres mal alto que yo, nunca habrías cabido en mi pequeño y cómodo sillón - Meimi regresó a lo que estuviera haciendo en su computadora dejándolo tomando su café.

Había sido una noche por no decir otra cosa, interesante. Daiki se había topado a su antigua compañera de aula una que otra vez y en cada ocasión solo habían tenido un saludo más bien seco. La noche anterior habían bailado, tomado un par de tragos y platicado más de lo que habían hecho, quizá incluso el tiempo que habían estudiado juntos. Sus estudios, sus familias, música, malos hábitos, habían platicado por horas mientras el camarero había traído pequeñas botellas de sake caliente, se había reído mas esa noche de lo que lo había hecho en el año entero y quizá el licor dulce y tibio había tenido algo que ver con eso. Al final cuando iban a cerrar el local, Meimi solo le había ofrecido como la cosa más natural del mundo, ir a dormir a su casa, no estaba en condiciones ni siquiera de tomar un taxi con seguridad.

- Gracias por dejarme quedarme.

- Sin problema - dijo Meimi deteniéndose un momento tomando otro trago de café.

- No cualquier chica habría tomado esa decisión.

- Aun con algunas copas encima Daiki, te conozco. Eres la persona más justa y honorable que conozco, no estaba corriendo ningún peligro.

Daiki odio el hecho de sentir las mejillas calientes, lo que significaba que se estaba sonrojando, los chicos no se supone que deban sonrojarse.

- Además - dijo la chica cerrando la tapa de su portátil - si hubieras intentado algo, creeme tendrías mi lindo zapato alto, metido en tu trasero.

Daiki casi escupió su café y soltó una risa poco contenida en la que ella lo siguió enseguida.

- Tengo que reunirme con algunos compañeros en la biblioteca para un trabajo - le explicó la pelirroja mientras guardaba su ordenador portátil en una mochila - pero estas en tu casa, si quieres darte un baño o algo...

- ¿Vas a dejar a un extraño en tu casa?

- No eres un extraño, y no tengo nada que quieras llevarte excepto mi ropa sucia... además ya te lo dije, se quién eres. Hay aspirinas en el baño si te hacen falta, nos vemos pronto.

Sin demasiada ceremonia como estaba aprendiendo Daiki, Meimi salió por la puerta a su destino.

No, no lo estaba aprendiendo, solo lo estaba recordando. La Meimi de catorce años también había sido así, con una mente ágil que siempre sabía que responder aun que lo hiciera a veces con demasiada pasión, que los llevaba siempre a alguna pelea. Siempre le había gustado eso de ella, no era gratuito que siempre estuvieras peleando, de alguna forma quizá masoquista disfrutaba que alguien le llevara la contra, lo hacía desear demostrar que estaba equivocada. Y seguía gustándole hoy.

Terminó su café y decidió que sí que tomaría ese par de aspirinas e iría a casa.

Fin 14

19/10/19

1:27 a.m.

Find MeWhere stories live. Discover now