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Perturbado

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Perturbado

Numero 8: Ayer alguien me pidió ser su novia, acepte. Quizá tenga que ir a robar algo a su casa esta semana. Las bromas de la vida.

No había esperado que el encuentro se diera así, aunque en realidad no había muchas más opciones de cómo se podía dar con la chica de traje de mago.

El nombre de Charles Michaels había estado rodando por su cabeza desde el día anterior, cuando volvió al salón y vio como Meimi bailaba con él, en medio de una concurrida pista de baile. En toda la noche no había podido dejar de seguir su vestido rojo. Ahora estaba en el tejado de la casa del dicho detective, viendo ahora un suave tutu rosa empujado por el viento, mientras la ladrona sostenía contra su pecho una pequeña reliquia religiosa.

— Ahora parece que ni siquiera se puede confiar de los policías para que no sean ladrones o traficantes.

— ¿Qué significan las notas? – Daiki no pensaba irse con rodeos, no esta vez al menos.

— ¿Aun no lo has podido descubrir?

— Estas... estas abandonando. – le costaba incluso decirlo en voz alta.

— No por placer te lo aseguro.

— ¿Cuando?

— Cuando termine este mes. Esto ha durado más de lo que creí que podía durar, es hora de parar.

Daiki se sintió algo muy parecido al dolor y al miedo hasta lo más profundo de su ser, por comprobar finalmente lo que había intuido como real. Una sensación de vacío empezó a formarse casi desde la primera nota intima que ella le había enviado, ahora ese vacío se sentía además de todo helado.

— Serán 30 notas – agrego la chica informándolo de su decisión - creo que estoy dándote más oportunidades de las que debería pero... pero...

Aun en lo más profundo de sí misma, de forma traicionera, quería ser atrapada por él. Quería que Daiki lograra este afán al que había dedicado tantos años y que había perturbado su vida hasta un punto que ninguno de los dos podría remediar. Al menos quería darle un buen final, un final satisfactorio para ambos. Ella tampoco quería renunciar porque se quedara sola, siempre sentiría que habría podido hacer más. Si él la atrapaba, eso cambiaba las cosas, al menos para ella.

— Debo irme.

— Tú... ¿Aun tienes que ir a la casa de tu novio esta semana?

La ladrona lo miró con cierta melancolía y suspiró... Dios, Daiki realmente estaba completamente perdido.

— No, en realidad ya no es mi novio. Todo duro solo un momento, como mucha cosas en la vida. — Las sirenas de la policía estallaron en la noche de pronto acercándose a la casa. – lee con atención y piensa, no en lo que vez, si no en lo que no vez.

Sin esperar una respuesta la ladrona soltó en el aire una bengala tan brillante que la casa entera se ilumino como el día. Cuando pudieron mirar de nuevo, ella no estaba más allí.

Fin 10

17/10/19

2:03 p.m.