Colegiala

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Colegiala

En contra de lo que le había dicho a Lina solo unos días atrás Daiki estaba de nuevo frente a la puerta del conjunto de departamentos llamando. Una pequeña parte de su ego se llenó cuando escuchó como desde dentro se escuchaba el sonido de una chapa al girar y abrir. Meimi algo despeinada y con expresión cansada lo recibió.

— Daiki me fui a la cama a las cinco de la madrugada y solo son las nueve. - Que era tan urgente que no podía esperar.

— Si no quieres recibir la recompensa que se daba por Charles, puedo quedármela, pero a los oficiales no nos dejan recibirlas. Volverá al estado.

La chica se hizo a un lado y lo dejó pasar.

— Café, antes de negocios. – Meimi pasó a un lado de su "invitado".

Por primera vez en las varias ocasiones que había estado en ese pequeño departamento se detuvo a ver lo que había a su alrededor. Solo había una pequeña mesa de dos piezas junto a una ventaba, un mueble con libros, y fotos como pequeños objetos decorativos y en la cima una jaula de lo que podía ser un ratón o un hámster. En otro pequeño mueble un aparato de música y varios discos.

— Nenúfares de Monet. – el detective vio la misma pintura de la que Saint Tail había hablado en su nota un par de días atrás. Sintió algo pesado en su pecho al encontrar esa pintura en casa de Meimi.

— Sí – la chica respondio aun dándole la espalda al detective, sintiendo como poco a poco algo frio le recorría el cuerpo – mi padre me la regalo hace un par de semanas.

— ¿En tu cumpleaños?

— Sí.

El silencio llenó entonces la habitación, Meimi se entretuvo mientras servía dos tazas de café y les ponía azúcar sin querer adivinar lo que Daiki podía estar pensando.

— ¿Tú dejaste una biblia en mi patrulla anoche? – preguntó de la nada Daiki.

— No – mintió — ¿Le has preguntado a Seira? Ella es más de llevar biblias encima.

— No importa.

Daiki había regresado a la patrulla a reportarse a su turno en la comandancia después de darse un baño y dormir un par de horas. Allí en el asiento de copiloto estaba una biblia, una nota nueva en la pagina del cantar de los cantares con la cita de la que hablaba en la nota.

Pero cuando la revisó no era una biblia nueva, en realidad estaba llena de marcas en versículos diferentes, muchos de ellos hablando sobre la justicia, sobre el perdón y sobre el amor. Por un momento había pensado lo mismo que Meimi, que podía ser una biblia de Seira, pero también estaban remarcados versículos sobre erotismo, que simplemente se negaba a creer que Seira prefiriera leer.

Ese libro era de Saint Tail, su biblia personal, era un articulo demasiado personal y que había agregado una característica más a la lista de lo que sabía ahora de la ladrona. En realidad, no sabía que es lo que había movido al detective a preguntarle a Meimi si era suya.

— Y... — La chica le tendió una taza de café y se sentó en el único sillón de la estancia – ¿De cuánto es la recompensa?

— Algo así como seis millones de yenes.

Meimi literalmente escupió el café que tenía en la boca salpicando a Daiki y a ella misma en el proceso.

— ¡QUE!

— Al parecer interpol ha podido atribuirle robo de arte también en Europa – le explicó lo que también había sido una sorpresa para él - así que la recompensa era de cincuenta mil euros.

— ¿Estás de broma?

— No – dijo sacando el cheque de su chaqueta tendiéndoselo con un formulario – solo tienes que firmar y es tuyo.

— Pero... no hice realmente nada para ganarme todo ese dinero, podría pagar un año, entero de estudios con esto.

— Yo recuerdo que cuando Michaels intento escapar arrojaste una escoba a sus pies y lo hiciste tropezar, eso fue pensar rápido, sin eso quien sabe si lo hubiera alcanzado.

— Yo... — Meimi vio el formulario delante de ella sin saber que hacer. No era la primera vez que alguien quería premiarla por algo que había hecho, pero como haría Saint Tail para recibir algo así, además de que seguro no debería. Miró al joven detective buscando consejo — ¿Crees que debo recibirlo?

— El dinero regresara al estado si no lo aceptas. Nadie ganara nada de ello, gastan esta cantidad solo en tinta de impresoras en un mes, creo que tu podrías darle un mejor uso.

Tímidamente Meimi puso su firma en el formulario y recibió el cheque. Aun cuando ya era suyo no sabía qué hacer con él.

— Ponlo en el banco, si no sabes que hacer con el aun – le dijo el detective como su pudiera adivina su pensamiento - no hagas nada. Como ya dijiste podrías ahorrarte un par de años de trabajo si solo lo usas para ti, no tiene nada de malo cuidar de ti misma.

— Supongo que no, solo... no estoy acostumbrada a recibir recompensas por lo que hago.

— Tengo que irme.

Meimi acompañó a Daiki a la puerta donde el detective se detuvo un momento.

— Meimi... quizá... ¿Quisieras salir a tomar un café conmigo?

— Solo si me dejas pagar la cuenta – la chica batió el cheque en el aire – tengo una pequeña fortuna ahora.

— Y es deducible de impuestos. Te llamare.

— Como si tuvieras mi número.

— Espera mi llamada.

Y se fue.

Numero 18: Mi libro favorito es "Colegiala de Osamu Dazai. Mi cuento favorito desde luego es el de la joven mujer que roba por amor. Si no lo has leído quizá te arruine la experiencia. Una chiquilla pobre se enamora de un chiquillo rico al que intenta agradar al darle un regalo que roba, siendo la vergüenza de todo su entorno cuando no lo logra. He pensado ¿Sentiré vergüenza cuando todo mundo sepa que fui yo quien ha ido por la cuidad robando joyas y objetos extraños? Quizá no, pero ¿el chico que me gusta me vera de la misma manera cuando lo sepa? No tengo una respuesta para eso.

De nuevo la nota había sido pulcramente puesta en su buzón.

De nuevo, Daiki había visto ese mismo libro en el departamento de Meimi esa mañana.

Fin 19

23/10/19

11:34 p.m.

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