Llamada telefónica

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Llamada telefónica

Numero 22: ¿Sabías que una compañía de cosméticos creo un tinte del color de mi pelo para tiendas de cosplayers? Tengo que admitir que estoy sorprendida por lo bien que adaptaron mi tono de pelo.

Meimi terminaba de hacer sus ejercicios de calentamiento cuando escuchó su teléfono celular sonar dentro de su bolsa de gimnasio. Lo sacó esperando que finalmente la llamada que había estado esperando llegara. Y Allí estaba.

— Haneoka Meimi.

— No deberías responder la llamada identificándote – respondió la voz masculina, ligeramente más ronca en el aparato que en la vida real, pero aun así fácil de reconocer — las estafas telefónicas empiezan así.

— ¿Piensa acaso estafarme Detective Asuka jr?

— Pensaba más bien dejar que me invitaras a cenar.

Meimi se aguantó la risa mordiéndose el labio inferior. Y sintió su corazón latir acelerado. ¡Maldita sea si Daiki Asuka Jr. no estaba coqueteando con ella!

— Ahora mismo estoy algo ocupada – respondió finalmente, siguiendo el juego que siempre se juega en esta situación.

— ¿Dónde estás?

— Estoy en el gimnasio de la universidad, estaré aquí por lo menos una hora más.

— Pasare por ti, nos vemos en una hora.

Y con eso Daiki cortó la llamada. Meimi se quedó con el teléfono en las manos sin saber muy bien si debía dejar de lado su práctica y quizá arreglarse un poco, quizá un poco de lápiz labial. No, si quería que Daiki viera a la Meimi real, así iba a ser. Guardo el teléfono y dejo la bolsa a un lado, buscando el recipiente de la magnesia.

[...]

Cuando Daiki llegó a el gimnasio de la universidad buscó a la chica en las maquinas y en los salones de ejercicio, sin encontrarla, tuvo que detenerse a preguntar por ella para que le dijeran que estaba en las colchas. El detective fue sin poder imaginar qué tipo de ejercicio hacía Meimi que necesitara estar en las colchas. Cuando había dicho que estaba en el gimnasio realmente se imaginó el tipo de rutina que muchas chicas hacen para mantenerse en forma. Lo que hiciera sin duda le resultaba, pero como le pasaba un montón de veces con ella había picado su curiosidad.

La encontró en el piso de gimnasia poniendo un disco en un reproductor. Una pieza moderna de rock empezó a sonar mientras ella parecía bailar. Se acercó silenciosamente por su espalda para ver lo que hacía. En medio de la música de pronto se paró firme en una esquina y tomó impulso. Uno, dos, giros y cayó sobre sus pies, con el mismo impulso hizo una pirueta atrás y cayó haciendo un Split en el piso y se levantó como movida por un resorte. Giró hacia donde él estaba y lo dejó completamente sin aire. Estaba preciosa, con las mejillas sonrojadas por el esfuerzo, su cabello en una trenza floja y desordenada, pero que le daba un aspecto nuevo y desenfadado. Con un leotardo rojo que... Daiki sintió el corazón ir más rápido y la boca seca. Meimi entonces se puso en posición de nuevo y corrió un par de metros para volver a saltar subió más de lo que él nunca había visto a otra gimnasta en un giro que ni siquiera alcanzo a medir y de nuevo cayó limpiamente sobre sus pies. La canción terminó.

— ¡Lo hice, lo hice! – Meimi estaba brincando emocionada – lo viste.

— No estoy seguro de lo que vi.

— El giro triple. No te haces una idea de lo mucho que lo he practicado por años, ni siquiera yo puedo creer que me saliera. ¡Rayos como es que Tara no estuvo aquí! se morirá de la envidia. Alcance el acmé antes que ella.

— A menos que hables de dibujos animados no tengo idea de que hablas.

— Jerga de gimnasio, no hagas caso. Llegaste temprano.

— No sabía que practicabas gimnasia – dijo el sin pensar, simplemente le había tomado por sorpresa... y no, de que otra forma...

— Lo hago desde la secundaria – respondió sin ocultarle nada, después de todo esa había sido la intención de quedarse practicando, que él la viera, que Daiki supiera — pero supongo que nunca presaste atención. Además, no lo hago seriamente. Mi mamá practicaba también desde joven y me enseño desde que yo era pequeña, pero no tengo la disciplina para entrar a competencias, pero eso no evita que sea emocionante.

— Eso que hiciste parece una locura.

— Esto no lo es tanto, deberías ver lo que soy capaz de hacer sobre una viga. Me das diez minutos más, debo ir a darme una ducha primero y soy toda tuya.

— Claro, te espero.

La chica recogió su bolso y salió del gimnasio.

A Daiki no le costó nada imaginarla de hecho sobre una viga... incluso a más altura.

Fin 23

26/10/19

3:43 a.m.

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