Parte sin título 30

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30

Yuki no Hana

kotoshi saisho no yuki no hana wo futari yorisotte

nagamete iru kono toki ni shiawase ga afuredasu

amae toka yowasa ja nai tada kimi to zutto

kono mama issho ni itai sunao ni sou omoeru

Cuando nos acurrucamos juntos viendo la primera nevada del año, en ese momento la felicidad empieza a florecer en mi, no estoy siendo mimada o débil, lo único que quiero es estar contigo, siento esto desde el fondo de mi corazón.

— ¿Es muy extraño no lo crees?

Ambos chicos miraron por la puerta del pequeño departamento con tazas de chocolate caliente en las manos, la ventana del minúsculo departamento era demasiado pequeña para mirar.

Nevaba. Aún faltaba por lo menos un mes para la primera nevada de la estación, pero allí estaba, una nieve un poco gris pues al ser la primera era la encargada de barrer la polución del aire. Aun cuando no era aquella nieve tan blanca que parecía cegar solo de verla, era realmente linda de ver.

— Ha sido un año lleno de sorpresas sin duda.

Meimi miró de nuevo al chico que tomaba chocolate con ella y deseó desesperadamente solo acurrucarse a su lado y abrazarlo mientras la nieve caía se contuvo. Era la tercera noche que se quedaba a dormir allí, pero realmente no le importaba, esta noche no la había pasado en el sillón, tercamente se había hecho espacio en el pequeño colchón y aunque habían estado apretados e incómodos, había sido una de las mejores noches de su vida. La primera que podía experimentar lo que era dormir con el calor de alguien rodeándola y había sido... mágico.

— Creo que deberíamos vivir juntos – soltó como una broma la pelirroja – últimamente pasas tanto tiempo en mi departamento que me estoy planteando al menos comprar una cama más grande.

— Mi espalda lo agradecería – los ojos verdes del detective la miraron con simpatía. Brillaban como cristal templado – supongo que si juntáramos los dos lo de una renta podríamos rentar un lugar más grande.

— No lo decía en serio – aclaró la chica, por la forma tan relajada que lo había dicho era como si Daiki de verdad se lo estuviera planteando.

— He estado dándole vueltas a eso últimamente. Papá no pasa tanto tiempo en casa, pero igual me gusta la idea de la independencia. No tener que darle cuentas de la hora en que entro o salgo o a donde voy, pero supongo que sabes de lo que hablo.

— No salí de mi casa para ser una rebelde sin causa Asuka Jr., lo hice porque mis padres pronto necesitaran el espacio extra.

— Igual no debía ser fácil cuando las misiones terminaban hasta la media noche. Por muy discreta que fueras.

Meimi sintió un escalofrió helado que nada tenía que ver con la nieve que caía afuera. Aferró la taza vacía en sus manos como si fuera un salvavidas sin saber que decir.

— Y... — Daiki la miró con la misma bondad que le llenaba los ojos y el alma todos los días — ¿Cuál era la numero veintinueve?

— Primero dime desde cual lo sabes.

— Me gustaría poder decir que lo supe desde la primera, pero en realidad fue claro hasta la nota numero veintiuno. Eran demasiadas coincidencias que me negaba a creer.

— ¿Por qué? Tan imposible te parece la idea.

— Más bien, me avergüenza admitir que estaba tan ciego para no notarlo. Desde que la conocí puso mi mundo de cabeza, estaba completamente obsesionado con ella y aun así nunca me di cuenta que la tenía delante de mis narices.

— Y... ¿Qué sigue?

— Primero la numero veintinueve.

Meimi fue hasta la cocina y abrió una de sus gavetas, allí recuperó un pequeño talismán de templo, uno de esos que consigues en año nuevo, le había augurado un año lleno de cambios y le predecía que uno de sus sueños más anhelados se haría real. Se lo tendió al detective que leyó primero la pequeña nota que lo acompañaba.

Numero 29: Nunca había estado tan feliz y tan triste al mismo tiempo. Un anhelado sueño se cumple para mí, pero aun así mañana perderé a mi mejor amiga y... quizá también te estoy perdiendo a ti.

Mañana es nuestra última oportunidad.

— Pensaba dejarlo colgado en una rama del árbol junto a tu ventana, sabía que cuando no vieras la nota en ningún lado la buscarías y la encontrarías.

— ¿Cuál era el sueño?

— Si no puedes verlo aún no voy a decírtelo. Ahora respóndeme por favor.

— Realmente vas a detenerte. Ahora que Seira ya no puede ayudarte.

— Seira no...

— ¿Vas a detenerte?

— Sí. Todo debe terminar nos guste o no y esto llegó a su fin.

— Supongo entonces que Saint Tail solo desaparecerá del mapa sin que podamos hacer nada.

— Pero...

— Tu abogado llegó hace un par de días a la comisaria a poner un amparo para "quien resultara responsable" – Meimi lo miró muy sorprendida, no tenía idea de eso - Desde que le regresaste sus escrituras está muy agradecido contigo. Habló con tus denunciantes y retiraron los cargos. Legalmente no puedo hacer nada ahora.

Meimi sintió lagrimas frías correrle las mejillas y el chico enseguida las secó con su pulgar. Quería soltarse a llorar de puro alivio, pero su pecho estaba tan lleno de alegría que no quería dejar ir nada de ella ni siquiera en lágrimas.

— Ahora, que si insistes en ponerte de nuevo la chistera y correr por los tejados, aunque este enamorado de ti no creo poder detenerme de atraparte.

— Como si pudieras alcanzarme.

— No me retes, Saint Tail.

Y Meimi lloró, porque había esperado por años que Daiki la mirara, la llamara así y que todo estuviera bien. Daiki atrajo a la chica contra su pecho y la dejó sollozando allí.

Todo estaba bien.

kono machi ni furitsumotteku masshiro na yuki no hana

futari no mune ni sotto omoide wo egaku yo

kore kara mo kimi to zutto

Blancos y puros copos de nieve cayendo sobre la ciudad, en nuestros corazones, lentamente dibujamos nuestros sentimientos estaré contigo, desde este momento... para siempre.

Fin 30

01/11/19

11:37 p.m.

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