Si no tengo amor...

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Si no tengo amor...

Numero 17: A veces mi mejor amiga suele decir "Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada." Aun no se ha ido y ya empiezo a extrañarla... duele, no sé qué hare sin ella.

Cuando Daiki salió a la recepción de la comisaria para decirle a Meimi que la llevaría a casa encontró una escena, extraña.

Seira vestida ahora con su habito de monja, estaba allí, llorando sobre el hombro de Meimi mientras su amiga la consolaba.

— Me dio miedo cuando me dijiste que estabas aquí, pensé lo peor.

— Tranquila hermana Seira – Meimi se tomó un momento para acomodar derecho el crucifijo de madera que la hermana llevaba — Fue otra cosa completamente distinta, te prometo que te contare todo.

— Es que falta tan poco tiempo y esa locura que se te ocurrió...

— ¿Hermana Seira?

Ambas chicas se separaron, Seira miró al joven detective un poco nerviosa. Daiki no había querido espiar en su conversación, pero escuchar como detective, era casi una segunda naturaleza.

— Buenas noches, Asuka jr.

— Seira se preocupó cuando le dije que estaba en la delegación – le explicó Meimi al detective que seguro no entendía la presencia de la religiosa allí a esa hora de la noche — pensó que me había pasado algo.

— Le he dicho muchas veces a Meimi que el barrio donde vive no es el más seguro de la cuidad y ella se niega a poner al menos una cerradura en la puerta.

— En eso estamos de acuerdo hermana.

— Ya les dije a lo dos y lo repito, se cuidarme sola.

— Se que puedes cuidarte sola – dijo Seira tomando las manos de su amiga – pero eso no evita que te ame y me preocupe por ti. Me iré mucho más tranquila, si por lo menos haces eso, por mí.

Meimi miró a Seira con ojos cristalinos. Daiki vio como la pelirroja abrazó de nuevo a su amiga con fuerza, enterrando su rostro bajo su habito, seguramente avergonzada de llorar. Daiki no lograría entender nunca cuanto pueden dos amigos unirse, él nunca había tenido una amistad así, Takamiya era la única persona con la que mantenía contacto después de los años de secundaria y solo por que estudiaban la misma carrera, pero viéndolas allí, como Seira también mantenía sus ojos cerrados reteniendo las lágrimas sintió autentico dolor por ellas.

— Esta bien, mañana mismo pondré una cerradura – soltó a su amiga y paso las manos por sus mejillas borrando las lágrimas - Te voy a extrañar tanto.

— Siempre seremos amigas Meimi, y regresare en tres años. Volveremos a vernos.

Daiki no habría deseado interrumpirlas, pero era las 5:00 a.m. y todos debían descansar. Primero dejó a Meimi en su departamento y después llevó a Seira a la capilla de Saint Paulia. Casi amanecía cuando llegaron, hacia frio y el cielo era de un negro violáceo sorprendente. Daiki la acompañó hasta las puertas de los aposentos de las religiosas.

— Descanse, hermana Seira.

— ¿Daiki?

— Sí, hermana.

— Meimi es muy tenaz ¿verdad? – Daiki no alcanzó a responder – la he visto hacer cosas sorprendentes, cosas que yo misma habría deseado hacer, pero no tenía el valor o la fuerza para conseguirlo, pero... incluso las personas fuertes necesitan una mano para sostenerse.

— Supongo que sí.

— Podemos ser fuertes, valientes, inteligentes, pero sin amor, sin amor no somos nada. Daiki, recuerda eso por favor, cuando en tu camino encuentres una dura decisión, cuando la vida te sorprenda de formas que no esperas, piensa con amor. Buenas noches.

— Buenas noches, hermana.

La religiosa entró al claustro dejándolo solo. Incomodo. Como si hubiera intentado decirle algo y no hubiera sido capaz de entenderlo. Dio medio vuelta y regresó a la patrulla que conducía para ir a casa, él también necesitaba dormir.

Fin 18

22/10/19

11:35 p.m.

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