Rubí

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Rubí

"Numero 3: Cuando era niña me encantaba el anillo de compromiso de mi madre, ella entonces me enseño una valiosa lección. Un rubí no es más que una piedra hermosa por la que la gente es capaz de hacer cosas terribles, pero solo eso, una piedra"

A fuerza de pasar dos noches en vela Daiki creía empezar a entender lo que estaba pasando.

Estas cosas que St. Tail estaba enviándole en notas eran pequeños datos de ella misma. Y esta cuenta atrás era... sobre quien era ella. Esto era algo implícito entre los dos, no había hecho nunca falta palabras para decirse uno al otro que esta persecución ya no era lo que había sido en un principio. Él... ya no sentía que estuviera corriendo para alcanzarla la mitad de las veces, más de lo que lo hacía pasa saber que en las cosas que hacia estaba a salvo. Esto es algo que jamás admitiría ante nadie, incluso no ante sí mismo, pero en su interior lo sabía, si seguía corriendo tras ella tenía más que ver con una incansable curiosidad por saber su identidad que por el de atraparla por los "crímenes" que cometía.

Así que esta cuenta atrás, era un límite de tiempo, para terminar esta persecución.

Él siempre había tenido claro que esto terminaría más tarde o más temprano y por mucho tiempo había pensado que estaba preparado para ello, pero ese nudo en su garganta tan apretado que amenazaba con asfixiarlo parecía decir lo contrario.

[...]

Meimi miró en su mano el hermoso anillo con un rubí rojo que su padre le había regalado a su madre. Evidentemente cuando estaban recién casados su padre jamás se habría podido permitir un anillo así, el sueldo de un mago principiante era un chiste. Pero después de un par de años de muchos esfuerzos su padre le había dado ese anillo a su madre. Un anillo que su madre nunca usaba.

Después de los años como Lucifer su madre había tomado una autentica fobia a las joyas. La única joya que alguna vez la había visto usar que no fueran adornos de fantasía había sido su banda matrimonial, desde que era pequeña recordaba la expresión triste de su madre al ver los escaparates de las joyerías o esa expresión melancolía cuando miraba ese anillo, y no lo había entendido hasta ahora.

Meimi había soñado cientos de veces cuando había sido una niña inocente con un príncipe azul que llegaría, se arrodillaría ante ella con un anillo tan hermoso como ese para prometerle felicidad eterna. Algunas de esas fantasías habían tenido un rostro con ojos negros y cabello rebelde.

Ahora mientras más se acercaba la fecha de decir adiós, las fantasías se desvanecían en el aire. Se quito el anillo y lo regreso a su estuche dejándolo en la gaveta donde su madre siempre lo guardaba

— Por favor Daiki... no me decepciones.

Por favor, que él pudiera entender.


Fin 4

06/10/19

11:25 p.m.

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