Silent Nigth

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Silent Nigth

Numero 23: Probablemente lo que más voy a extrañar de todo esto sea la libertad de la noche. A veces solo me ponía mi traje y salía a sentarme en algún lugar alto, solo escuchando la noche silenciosa, de verdad voy a extrañar eso.

Era muy tarde, las calles de la cuidad entera estaban vacías y sus pasos se escuchaban resonar sobre las baldosas de las aceras, además de sus risas.

La pareja había ido primero a tomar café y al final habían terminado cenando juntos. Hablando un poco de todo y de nada. Hablando de sus carreras, de la gimnasia y de sus padres, hablaros de sus años en la fuerza de policía con un contrato firme a pesar de su edad. En la pequeña charla de nuevo llegó la madrugada y el dueño del lugar les avisó que debían irse. Ninguno de los dos se sintió preocupado de la noche y decidieron ir caminando a casa.

— Recuerdo que cuando era pequeña por las noches si me asomaba por mi ventana a el patio de atrás había cientos de lucernas, me encantaba quedarme viéndolas desde lo alto. – se sentía extraño estar hablando de esto, no es algo que le hubiera dicho a muchas personas, pero quería que él lo supiera - Imaginaba que eran como personas, yendo a la escuela o al trabajo, algunas con prisa, algunas otras solo perezosamente dándole las buenas noches a sus vecinos, algunas reunidas a lo lejos estaban haciendo novillos.

— ¿Había alguna yendo a citas? – siguió el hilo de su historia con inocencia.

— Esas eran mis favoritas, algunas solían apartarse de las demás y flotar en círculos una tras otra. Algunas de ellas llegaron a tener respetables matrimonios y hasta a criar hijos.

Daiki soltó una carcajada y Meimi lo siguió enseguida. Se tomaron un momento para sentarse en un banco por el parque que estaban atravesando cada vez más cerca del departamento de la chica, cada paso con menos deseos de llegar.

— Ya casi no se ven lucernas en ninguna parte – dijo la pelirroja mirando a un templete de hierba donde solo una pequeña lucecita solitaria vagaba extraviada quizá.

— Meimi... - el joven detective la llamó con un tono más serio.

— ¿Sí?

— No vamos a jugar al juego que no sabemos lo que está pasando ¿Verdad?

Meimi no perdió de vista a la pequeña luz fosforescente que pronto encontró a una compañera extraviada.

— Creo que somos demasiado mayores para portarnos como niños – respondió, aunque por dentro sintió las misma mariposas en su estómago que cuando era niña. Quizá no eran mariposas, quizá incluso fueran luciérnagas, se sentía como fuego frio dentro de ella.

— Creo que... – el detective se arrodilló frente a la chica, cubriendo todo su espacio personal – creo que en el fondo siempre me gustaste.

— No hace falta que digas eso – Daiki siempre había sido la persona más sincera que hubiera conocido, aun cuando eso no le conviniera, podía confiar en que Daiki nunca le mentiría.

— No, no hace falta, pero quiero que sepas que tengo años esperando este momento.

Y simple y pacíficamente, como cuando uno entra en un dulce sueño, aquella pareja se besó.

Fin 24

26/10/19

9:00 pm.

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