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H o s e o k

A pesar de sentir que Yoongi no me decía toda la verdad, que ocultaba algo sólo para no herirme, no pude decir una sola palabra que estuviera en contra a sus desiciones. Yo siempre estaría para apoyarlo en lo que deseara pero a veces me gustaría ser más valiente y poder decirle: "No, estas equivocado". Yoongi siempre ha logrado las cosas por si mismo y quiere que todo sea el rendimiento de su esfuerzo y cuando no lo logra se encierra en su propio mundo donde, yo sé, él se discrimina y odia.

Salí de la cama con mucho cuidado de no despertarlo, busque mi ropa interior y mis shorts en el suelo, me vestí y camine hacia su pequeño estudio. Abrí el armario y saque de allí los cuadros de Yoongi, limpie también con mucho cuidado los restos de polvo que comenzaron a formarse.

–Quizás el problema sea yo –suspire y mire mi retrato–. Posiblemente no soy la pieza de arte que él necesita pintar.

Todos los cuadros eran míos, mis retratos, mi cuerpo, mi sonrisa, él llevaba meses pintandome. Antes sus retratos eran, según él, un poco simples y vacíos, sólo habían sido para perder algo de tiempo y no pensar tanto en los tratos de su padre. Después, cuando comenzó a pintarme, todo eso cambio.

Quería sorprender a Yoongi así que fui a hasta su escuela arte pero al estar a mitad de los pasillos comencé a arrepentirme ¿qué tal si no le gustaba tenerme aquí? Apenas habíamos tenido dos citas... ¿Qué tal si lo ponía en vergüenza con sus compañeros? Limpie el sudor en mis manos con la tela de mis pantalones y me di la vuelta dispuesto a salir antes de que alguien me viera.

—¿Disulpe? Joven.

Me detuve cuando una mujer se acercó a mí, había sacado su cabeza desde un aula y al verme se apresuró a tenerme en frente. Me sentí intimidado ¿me había metido en problemas?

—¿Podrías ayudarme?

Cuando la mujer sonrió me puse más tranquilo y accedí a ayudarla, nunca rechazaba a nadie, ella me guío hasta un salón donde fui sorprendido al ver tantos estudiantes, todos mirándome al mismo tiempo y entre ellos estaba Yoongi igual de sorprendido.

—Él será el cuerpo que deben pintar el día de hoy.

Mire a la mujer rápidamente alarmado y ella me sonrió, negué repetidas veces pero aún así me senté donde me indicó y permanci allí al menos una hora. Cuando todos acabaron y recibieron el visto buena de la profesora se marcharon de forma rápida; yo me mantuve con la vista gacha, Yoongi seguía allí también y no me atrevía a verlo a los ojos.

—¿Podrías alzar la cabeza? —pidió suavemente.

Pinche mi brazo producto de la vergüenza y alce el rostro, Yoongi tomo un pincel y continuó con su trabajo; yo seguía allí, sin saber nada y con las mejillas rojas quizá. Me sentía muy expuesto, él alzaba la mirada de vez en cuando y me clavaba sus ojos ¿había hecho algo mal para que me mirase así?

—Listo —anunció.

—¿Pu-puedo ver?

Él asintió sin rodeos y me puse de pie, sentía algo de dolor por estar tanto tiempo sentado pero todo eso se esfumó al ver la pintura de Yoongi. Era tan magnífica, nunca me había sentido tan lleno de euforia, la manera en la que él había usado tantos colores para formarme, en como el retrato parecía transmitir verdadera luz y pasión. Ahí estaba yo, a nada de llorar de emoción y con Yoongi observandome.

—Yoongi... es tan perfecto.

Él sonrió y juntó sus pinceles.

—Tú eres perfecto.

Moonchild | NamMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora