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Todo me daba vueltas, me dolía el rostro, la espalda, las manos y las piernas, estaba condenadamente adolorida.El aroma me era familiar, mucho diría yo, Era aroma a lavanda, mi favorito pero a pesar de eso, sentía un ardor horrible en mis labios, los párpados me pesan, tengo nauseas y la nariz aún me duele por el fétido olor de antes, claro que recuerdo bien que pasó. 

Mi cabeza estaba recostada en una almohada, la comodidad era basta, sentía esa suave y fría tela que tanto me fascina apegada a mi piel, mantas calientes cubrían mi cuerpo y parece extraño que todo el cuerpo me duela y que aún así me encuentre cómodamente. 

Fruncí el ceño para despertarme finalmente y es que las ganas de vomitar son inmensas, el estómago me duele, yacía revuelto, con el ardor de mi boca y de mis ojos me puse de pie para salir corriendo al sanitario porque encima de todo, estoy en mi habitación. 

Mi cabello estaba sujeto con una cola alta de caballo y por ello mismo pude vomitar libremente, detesto la sensación, además de eso, duele.Una vez aleje mi rostro del condenado w.c, jale la palanca y tome asiento en la fría lozeta que decoraba mi baño, tome un poco de aire y ya relajada pude verme con un vestido rojo de seda, una pijama que suelo usar habitualmente, mis piernas tenían moretones y ligeros rasguños, fruncí el ceño desconcertada porque no recuerdo lastimarme, no recuerdo haberme peinado, mucho menos vestir una pijama, mi último recuerdo es una silueta negra e imagino que Diablos ocurrió pero aún me sentía curiosa porque toda mi cara dolía bastante, con el dolor de mis piernas y todo pude ponerme de pie para mirarme al espejo. 

Grite en cuanto ví mi cara, tenía el labio partido, la ceja izquierda partida, marcas de una ligera abertura en una de mis fosas nasales y un moreton aunque no muy grande, fácilmente notable en el pómulo derecho, apesar de estar tan magullada, tenía ya marcas de curación, no había ni una sola gota de sangre en mi rostro, mi ceja había sido suturada y mi pómulo tenía una pegatina, molesta, tome el vaso de cristal que suelo usar para depositar mi cepillo de dientes y sin inhibición lo estampe en el suelo porque esto era caer muy bajo, muy muy bajo. 

La pijama y el peinado claro que es una burla, camine hasta mi bañera sin importar los vidrios rotos y como pensé, había rastro de agua, golpearme mientras estoy desmayada es un acto muy considerado de su parte, puedo imaginar lo que el señor Jones dirá. 

"Era para que no le doliera"

¡Duele! Me duele todo el jodido cuerpo, me duele la cara, me siento humillada, tengo ganas de matarlo yo misma y las ganas son tantas que tenía una creciente necesidad por verlo para decirle que renuncio y que por mi se puede refundir en la cárcel, salir así a la calle no lo apruebo, usé maquillaje suficiente y aunque el labio y la ceja fuesen difíciles de cubrir del todo al menos era mejor así que ir completamente magullada a verlo. 

Sin importar la lluvia me detuve solo a buscar un abrigo largo de color café que cerrado oculta por completo el vestido de seda y unos tacones no muy altos, no tengo tiempo de cambiarme la ropa, no tengo tiempo de detenerme y pensar en lo que estaba por hacer, no tengo tiempo de mirar las marcas notables en mis piernas y lamentarme por algo que claramente no es culpa mia. 

(...) 

Había tomado un taxi que me dejara justo enfrente de la prisión en donde el señor Jones se encontraba, todo el camino me dedique a hacer presión en mis dientes para acallarme a mi misma las ganas crecientes de gritar un millón de maldiciones. Mire la mesa de frío cemento esperando a que la condenada puerta de grueso hierro pesado se abriera y una vez hecho, lo escuche reír. 

—¿Tan pronto me extraño? 

Fanfarrón y gustoso, burlón de verme, me es imposible no exasperarme con solo escucharlo y recordar la mierda que le hizo a mi cara, no le hable, solo me puse de pie y camine hasta el importando poco su altura que era bastante más diferencial con la mía pese a los tacones, fue entonces que arrugó el entrecejo expectante, trague en seco y si, a mi nadie me humilla de esta forma. 

HIBRISTOFILIA|El Sindrome de Bonnie&Clyde Donde viven las historias. Descúbrelo ahora