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Tome una botella de jugo de uva con desconfianza y analizando todo al rededor, no había nada fuera de su lugar, algo extra o algo faltante, todo perfectamente en orden, sin embargo sentía una suave corriente eléctrica que recorría toda mi columna, diría escalofrío, trote de vuelta a la salida, cerré mi puerta con los tres seguros y es que no era una persona que pudiese vivir una vida tan serena como cualquier otra, esas eran las consecuencias que firmemente acepte y honestamente con el tiempo cualquiera se acostumbra.

Arranque mi auto y mire todo el jardín dudosa, se dice que el mundo laboral de un abogado esta basado en mentiras y engaños, yo diría más bien que la base es la inteligencia emocional, todo el mundo siente culpa y arrepentimiento, es normal y es lo que nos define pero pese a ello, es labor, se trata de saber ser egoístas en ciertos casos, por ello mismo entiendo el odio a mi persona, pocos podrían entender el mundo de tiburones y pirañas, incluso yo a veces no lo entiendo.

Pare en un semáforo rojo y deje mi mente vagar, lo cual es malo, muy malo para mi, en ocasiones dejar que mi cabeza divage es como entrar en un bucle cargado de miedo y arrepentimiento difícil de controlar, culpa,cargo de conciencia,lo es todo menos paz.

El apellido Miller ha vivido marcado en mi cabeza desde hace años taladrando a fondo cada que el recuerdo tiene la oportunidad. Deje libre al señor Miller después de 11 denuncias por violencia doméstica que su mujer anuncio y a los tres días de su libertad el mató a su esposa y a su hija menor dejando, tengo entendido, un huérfano, el remordimiento era como hielo seco recorriendo mis venas, mis ojos picaban, he vivido reprimiendo malos sentimientos precisamente por ello, limpie el par de lágrimas pretenciosas y arranque, a final de cuentas el señor Miller entró a prisión porque no tuvo dinero suficiente para costear mis servicios nuevamente y no dejo de preguntarme en que habría pasado y si hubiese sido lo opuesto... ¿lo habría dejado en libertad otra vez?

La verdad es que no lo se.

Frío, eran corazonadas repentinas que se sufren en ocasiones, frunci el ceño y mire los costados del auto, realmente no había nada extraño pero sentía, no, sabía que algo no estaba del todo bien, como cuando vas por una calle y sientes que alguien esta detrás y volteas pero no hay nadie pero apesar de eso el sentimiento sigue ahí mas latente que nada.

Estacione el auto, tome aire y di la vuelta. Ese sentimiento de ser observada seguía y yo no lograba captar nada fuera de lo común, mire con detenimiento el estacionamiento, frío, solo y vago, no me complace mucho estar aquí cuando me siento tan vulnerable, trague en seco y camine a paso veloz al ascensor acompañada del eco tras cada pisada.

Presione el botón para subir pero un hombre alto llegó de pronto, me sentí alarmada pero con jovialidad solo sonrei porque tampoco podía darme el lujo de notarme asustada.

—Buenas tardes— saludo con una voz fijo de más ronca

Mire mis pies inquieta y sonreí sin mucho afán —Buenas tardes

—¿Conoce usted al señor Miller?

Abri los ojos de golpe totalmente inquieta solté una risilla qué salio más temblorosa de lo deseado y evite responder.

—Le pregunto, ¿Conoce usted al señor Miller?

Negué —Jamás lo había escuchado

—¿Nisiquiera cuando es un apellido tan común?

—Absolutamente

—Oh bueno— presiono un botón rojo para que el ascensor se detuviera, claro que para entonces ya sentía lo nervios a flor de piel —El a usted si, licenciada

Hice amago de presionar el botón de vuelta pero con rapidez me tomó del cuello,era alto y fornido, claro que no sería impedimento para el levantarme a rastras en frío espejo que decoraba toda la pequeña pared del ascensor, hacia tanta fuerza que sentía incluso el suave crackeo el vidrio o quizás era mi cuello, que se yo.

—El esta por salir de prision, me envió solo para darle un pequeño recuerdo

Sentía el aire irse de mi y no importaba lo mucho que pataleara, golpeara o me quejara, nada parecía dar frutos, fue entonces cuando me soltó del cuello, no podía mantenerme en pie por el mareo, mis rodillas golpearon el suelo y me ví en la necesidad penosa de toser. Me miro por arriba del hombro como si yo fuese una hormiga, presionó el botón de la planta baja y así mismo salió del ascensor.

Pérdida era poco, mire mi rostro en el espejo de enfrente y presione con suavidad mi pecho, dolia bastante, soportable, pero dolía al final.

Trate muy pobremente de concentrarme, conozco a Miller y era un pobre diablo qué apenas y tenia dignidad para dar la gracias. Para pagarme vendió sus muebles según se, admito que tiene motivos para estar resentido conmigo pero vamos! Cuando lo llevaron a prisión el no tenía nada y dudo mucho que tuviese el efectivo suficiente para enviarme desde prisión un sicario.

Pero ¿y si si?

Tenía muchas cosas en la cabeza tratando de hayar un patrón que me indique si esto realmente está pasando, pero aún así, alguien debía hacer las compras. Entre directo al supermercados y marque el número de uno de los abogados del bufet juridico allegado al juez.

GaeIn, que tal tu
descanso?

Sabes si el caso Miller
esta a discusión?

Discusión? Miller?

El hombre que
mató a su esposa y
a su hija después de
ser liberado

Ah ya! El de las
11 denuncias?
Si, no, el tenía pena
de muerte, un abogado
quizo reabrir el caso
para sacarlo pero solo
le subieron la
condena, se descubrió
que era distribuidor de
droga

Corte la llamada hecha un manojo de nervios, no necesitaba oir mas y por lo tanto prefería concentrarme en si llevar queso manchego o parmesano, leche de coco o de almendra, pan o galletas, helado o yogurt.

Inquietud.

Mire los costados de los estantes y fue entonces que pude diferenciar al hombre del ascensor junto a otro que bien recuerdo, el mismo hombre que entró anoche a mi Oficina junto al pretencioso señor Jones, bufé con gracia tras reconocer tal despiste.

"yo hago que acepten mis Tratos"

Nisiquiera me sorprende, he tenido contacto con tantos hombres peligrosos que esto solo es una hierva mala más en mi jardín, tome helado de vainilla y fui directo por cereal ignorando totalmente la presencia tan bochornosa de el señor Jones.

—Nada dietético— su voz resonó a mis espaldas, me gire sin mucha sorpresa, el miraba una que otra bolsa de chocolate en polvo —Queso, helado, embutidos, picante y ahora cereal

—Buenas tardes, señor Jones

—Buenas tardes, Abogada— se giro con una bolsa de chocolate y me sonrió —Que sorpresa encontrarla aquí

—Mandarme amenazar bajo el nombre de un cliente antiguo es muy bajo

—¿Lo es?— suspiro —Quien sería capaz de algo así

—Usted no me asusta— alegue brusca —Puede jugar a lo que quiera con mi historial laboral, puse mi oferta sobre la mesa y no la voy a retirar

Ataque con seguridad y es que, el que se tomara la molestia de hacer todo este teatro solo me grita lo desesperado qué esta por mi ayuda y que tiene plena fé en mi, no va a matarme, de eso estoy segura.

Arqueo una ceja —Le han dicho que es usted muy audaz?, estoy fascinado— agitó la Bolsa de chocolate frente a mi y negó con diversión —No se de que habla, solo he venido por un pequeño gusto personal, como sea— me tendió una tarjeta con su número teléfonico y con galantería guiño —Cuando me necesite, esperare su llamada

¿Nececitarlo?, pretencioso, arrogante y terriblemente burlón, me estaba subestimando eso claramente tampoco podría dejarlo pasar por alto, me sentía intrigada, eso si, por ello pensé en quizás aceptar el medio millón, saber a detalle por que me buscó y luego perder a propósito el caso para refundirlo en prisión y no era del todo mala idea, de hecho, diría que es brillante.

Pero hay un gran problema, mi reputación.

HIBRISTOFILIA|El Sindrome de Bonnie&Clyde Donde viven las historias. Descúbrelo ahora