CAPÍTULO 28: Solo yo tengo el derecho de verte desnuda

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Apretó los dientes con fuerza mientras el demonio desaparecía por la puerta. Ojalá pudiera rebelarse contra él, pero no era estúpido y tenía muy claras las consecuencias si lo hacía. Ese maldito había perdido completamente el juicio. Había podido escuchar parte de su conversación sin que lo supieran, ya que tal como le había dicho, llevaba toda la noche follándose a la pobre chica y el efecto de la droga estaba a punto de desaparecer. Al no recibir su aviso acudió como otras veces había hecho a la sala sorprendiéndose de ver al hermano zumbado. ¿Sangre celestial? ¿Una humana que no era humana pero tampoco un ángel? Había escuchado sobre ello cuando aún era un angel completo. Eso tan solo ocurría cuando un ángel y un humano tenían relaciones y la humana tenía un hijo, algo que dios consideraba uno de los peores pecados. No pudo evitar hacer una mueca irónica. Dios era un maldito pervertido que no le daba la gana que los ángeles se mezclaran de esa forma sentimental y carnal con sus "queridos hijos". Sacudió la cabeza evitando ponerse nostálgico con sus recuerdos de cuando aún era un ángel, ya que dolorosos recuerdos que no quería recordar acudían a él. Fijó la mirada en el rostro de la chica joven evitando mirar su cuerpo desnudo por respeto. Tal como habían dicho esos demonios, estaba muy débil. Escuchaba que le estaba costando respirar. No sabía si tenía algún tipo de daño interno, pero la sangre no dejaba de salir del profundo corte que tenía en la ingle. Cogió aire entre dientes. Sabía que lo que pasaba por su cabeza no la conseguiría salvar, pero era algo que podía detener parcialmente la hemorragia. Acercó su muñeca a los labios, clavando los ligeramente desarrollados incisivos en la piel de esta, brotando al instante sangre de la herida. Acercó la muñeca al profundo corte de la chica, dejando que la sangre que brotaba cayera encima encima. A los pocos segundos la herida pareció reducir parcialmente su tamaño, reduciendo casi completamente la hemorragia. Suspiró aliviado interiormente. Viendo cómo su mordida también cicatrizaba al momento.

- Mi sangre no es como la de un demonio como ellos - le sonrió de medio lado a la chica inconsciente colocando un mechón rubio detrás de su oído - Pero ser un ángel caído también tiene sus ventajas ¿Sabes? -

¿Por que quería salvar la vida de esa chica? Jamás había hecho algo como eso, cumplía las órdenes que le hacían sin rechistar, evitando cualquier problema. ¿Era por su gran parecido a Hannah? No pudo evitar estremecerse ante la sola idea de imaginar que pudiera pasar por algo parecido. Cubriendo el desnudo cuerpo con un corto vestido plateado ligeramente roto que encontró cerca de ella, se alejó a toda prisa de allí con la humana inconsciente en brazos.

A pesar de haber podido cerrar parcialmente la herida había perdido mucha sangre y no sabía hasta qué punto aguantaría.


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Eran las cinco de la mañana. Quedaba poco para que el sol empezara a iluminar las calles de la gran ciudad. El enorme hospital se alzaba ante él en esos momentos aún iluminado por sus luces propias. Después de bajar del taxi que había llamado volvió a coger a la chica en brazos que aún no había recobrado el conocimiento. No había llamado a una ambulancia por los rumores que podría provocar en el local y su jefe sería el primero en enterarse. Tampoco había podido venir con su moto ya que la humana estaba inconsciente. La había tenido que dejar en el parking privado del Club, luego la tendría que volver a recoger.

Se acercó a la zona de urgencias buscando con la mirada alguna enfermera y no tener que dar muchas explicaciones.

- ¿Alec? - su cuerpo se tensó completamente al escuchar la voz femenina a sus espaldas -

Tentación Oscura [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora