UNA ORACIÓN

CAPÍTULO 25: INVITACIONES

Con los ojos cerrados, rezando en un profundo silencio. Mientras el aroma a incienso se va esparciendo por todo el lugar, las hojas de los árboles se escuchaban a lo lejos, el aroma fresco del otoño se sentía. La calma del lugar era la misma paz. Sabía mejor que nadie que no era el único con ese sentimiento. Desde que todos los residentes del templo Won se arrodillaron ante Akira para darle la buena noticia las cosas fueron un poco movidas. En el sentido de que los preparativos se tenían que dar en el menor tiempo posible. Más que nada le habían dicho que era también por la abuela Won. Ella desde que su hijo falleció se hizo cargo como regente mientras se criaba a su nieta para asumir el puesto. Así que muchas de las sirvientas del lugar iban de un lado a otro. Se compraba telas de seda del extranjero para idear el conjunto perfecto de Akira. Si bien iba a tener los sellos distintivos de la familia, la tela que usó su padre estaba muy maltrata como para usarla y el símbolo que le iban a dar sería único. De eso se encargaría el consejo real que, de acuerdo a las alineaciones de las estrellas dirían qué regía en Akira. Y claro, las plegarias que se tenían que hacer como medio preparativo. Sí, para Seven era mucha información que cayó peor que lluvia torrencial. Había regresado del mejor viaje de toda su vida y ahora veía a su novia delante de aquel templo rezando con los ancianos de la casa detrás de ella. Todos estaban con rosarios en las manos en gesto de súplica y ropa tradicional. Le habían dicho que era necesario que ella hiciera eso, que rezara por su ascensión, pero también era un modo de pedirle permiso a todos aquellos que estuvieron antes que ella y la bendijeran para hacer un buen trabajo.

Incluso al Choi se habían dado una ropa tradicional para que acompañara en la ceremonia. Los ancianos de la casa parecía que no estaban tan a gusto con ello. Seven no era nadie en comparación con Akira y estaba ahí, pero la anciana Won era quien mandaba y Seven agradeció tanto tener el apoyo de su abuela. Sí, él ahora con algo de pena le decía así o sino esa mujer se enojaba con él. No iba a negarlo, eso le hacía feliz. Lo hacía sentir en familia. No solo tenía al amor de su vida con él, sino que era querido por la persona que la crio y le permitía estar con ella. Comprendió que ese lugar era más que mágico. Así que fue a esa sesión. Estaba en el fondo de aquel lugar. Con la abuela y quien era su mano derecha. Ellos también rezaban, pero él no podía evitar mirar a Akira de vez en cuando. Ella parecía tan absorta en sus pensamientos, en sus rezos, parecía otra mujer completamente distinta con ese hanbok. Le daba curiosidad que olvidaba su postura o incluso dejaba de hacer la misma oración que los demás de ver. Era hermosa y su amor por ella ya no tenía palabras para ser descrito y el hecho de poder estar creando recuerdos con ella era lo más bendito del mundo.

-No se va a ir a ningún lado. –le susurró Vanderwood.

-Confirmo. –apoyó un albino- más bien ayúdale con el rezo.

-Chicos, cállense. –se escuchó el susurro de un rubio.

Y claro, el Choi solo volvía a cerrar los ojos algo incómodo con los comentarios de sus amigos. Y, a decir verdad, ¿qué hacían ellos ahí? Fue cosa de segundos cuando esos se colaron en todo. Akira había comentado en el chat de la RFA que la iban ascender y que todos estaban invitados a cualquier etapa del proceso, eran sus preciados amigos y le encantaría a la joven tenerlos ahí. De inmediato Yoosung y Zen se ofrecieron a ir a todo, absolutamente a todo. Jumin la felicitó, pero por el trabajo se disculpó y prometió que iría para la gran ceremonia. Y claro, esto incluía a Jaehee. Ambos dijeron que apresurarían el trabajo para poder ir a ese gran día. Akira se los agradeció considerando que era difícil manejar una compañía como C&R. Y Vanderwood se enteró cuando Akira fue a verlo para decirle cuando sería la primera reunión.

-¡Idiota! –le gritó- ¿no me ibas a contar? ¿no me ibas a invitar? ¡Pendejo!

-jejeje... Madam, no te enojes.