CAPÍTULO 10: LÍNEA ROTA

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- "Cuando la transición entre lo que eras antes a lo que eres hoy termine, la ascensión podría ser un paso por seguir. No se espera una edad o fecha determinada. No es cuestión de lo físico. Aquí lo que se habla es del alma misma. Que está dispuesto a tomar las riendas de miles de gentes que deposita su fe en ello. En cada palabra, cada oración."

- Bien, bien. Eso me gusta.

- ¡Abuela! Me asustaste.

- Ja, ja perdóname querida. Pero te veía tan concentrada en lo que leías que preferí no molestarte, ¿cómo van los estudios?

- Pues... supongo que bien. Pero ¿Cuándo será ese momento?

- ¿Cuál?

- Mi ascensión.

- Ah, ¿ya quieres quitarle el puesto a tu abuelita?

- ¿eh? ¡no! Nada de eso, solo que...

- Jajaja ya vendrá el momento mi niña.

- ¿Cómo? Es que... no sé. Es... -suspirando- tengo miedo. No sé... si yo pueda. Ya sabes. -señalando su corazón.

- Lo que leíste te lo dice. "No es cuestión de lo físico." Hace unas generaciones atrás, cuando yo no estaba ni en planes y mucho menos mis padres se conocían, el líder de los Won era un antiguo guerrero que quedó marcado por guerras, cicatrices y con lo más característico de él: perdió un brazo en batalla.

- Lo sé. Mi hermano y yo lo estudiamos con el monje Sueh.

- Entonces sabrás que fue uno de los mejores líderes que tuvimos. Recto, bondadoso, capaz se apaciguar disputas entres templos menores y la relación que tenía con el emperador era la mejor, una rectitud que poco poseen.

- ...

- Entonces, que él halla perdido una extremidad, ¿lo hacía menos para el puesto? -la miró- Si la vida quiso que tú seas así, se lo agradezco.

- Abuela...

- Porque gracias a cada cosa, ya sea pequeña o grande, eres así hoy. Nadie piensa en esto como un problema -señaló su pecho- lo importante es cómo lo manejes. Cómo vivas tu día a día. A quién, aún con tu afección cardiaca, le resultas como un gran árbol en verano.

- ¿árbol? -se sonrojó.

- ¡Claro! El sol es hermoso, pero te lastima mucho tiempo estar a su merced. Pero un gran árbol, con raíces firmes, puede hacerle frente y brindar confortación con su gran copa a quién lo necesite.

- Entonces... debo ser un árbol -dijo- bien... creo...

- Ja, ja, ja pones la misma cara de tú padre. Igual de idiota.

-  ¡Abuela!

- Capaz comprenderías lo que te digo si dejarás de jugar con ese collar que tienes.

- A-ah... jeje ¡q-qué dices!... eh.... -les costaba articular palabras.

- ¿quién te lo dio? Nunca te lo vi. Fue ese chico, ¿no? -se le dibujaba una sonrisa.

- Q-qué... yo... -sus ojos se abrían de la impresión, ¿cómo lo supo?

- Ja, ja, ja mi niña deberías ver lo evidente: Le gustas a ese joven, se le ve en los ojos. No cualquier chico te hace un regalo así. Déjame ver -se acercó a la joven y tomó entre la yema de sus dedos aquella flor de cerezo con una perla- bien escogido. Tiene un punto más con la abuela.

- ¡h-hey! ¡B-basta!

- No seas tonta Akira, podría venir alguien y quitártelo -la joven no respondió.

UNA ORACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora