Pequeña pero muy necesaria.

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Cómo era de esperarse, los cuatro chicos fueron suspendidos el resto de la semana, al igual que el tal Carlos. Durante ese tiempo, ninguno de los amigos se ve, simplemente se comunican vía mensaje en el grupo de chat que Azul formó. De alguna forma aquel incidente los ha unido y ahora se llevan bastante bien todos, cada uno con sus distintas personalidades aportan algo único al grupo que hace funcionar esa amistad de una forma especial.

Emilio después de la tercera vez de intentar escapar para ir a ver a Joaco, se termina por rendir, luego de que su madre amenace con poner barrotes en su ventana.

— Nunca te había visto actuar así con nadie. — le dice aquella noche que lo descubre intentando bajar por las escaleras de incendio al cuarto de Joaco.

— Es que extraño a Joaco. No fue su culpa, el imbecil de Carlos fue el que empezó todo.

— Eso lo se mi amor y estoy muy orgullosa de que le hayas dado en la madre, tú sabes que no estás castigado pero Pancho es muy sobreprotector con su hijo y no está nada contento contigo. Déjame seguir hablando con él para suavizar un poco las cosas. Además los vecinos ya me dijeron que han visto a un cholo que se escabulle en las noches por las ventanas de los demás. Hijo, gobiérnate.

Emilio hace un puchero pero asiente con la cabeza, volviéndose a meter a la cama y cubriéndose hasta la cabeza con las cobijas.

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Por su lado Joaco ha hecho huelga de hambre en su casa porque no lo dejan ver a Emilio, cosa que no sirve de nada ya que averiguaron en su estúpido manual que no le pasará nada si no come.

— Entonces me arrojaré a una piscina—  dice Joaco subido a la mesa apuntando a Pancho con un tenedor después de que de nuevo no lo dejara ver a Emilio.

— ¿Esa es la versión androide de "déjame ver a mi novio o me suicidaré" — pregunta Renata desde el sofá, mientras lee el libro que Mauricio le prestó a Joaco — Episodio para La Rosa de Guadalupe.

— Joaco no manches. Bájate de ahí— le dice Pancho tirando de su pantalón para bajarlo.

— No lo haré. Somos como Romeo y Julieta. Entiéndelo.

— Joaco, esos dos se mueren al final — Le dice Renata sin voltear a verlo.

— ¡Quiero ver a Emilio!

— A ver Joaco — Pancho se sube a la mesa y toma el rostro del menor entre sus manos— Entiendo que tú quieres mucho a Emilio y no sabes cuánto le agradezco todo lo que ha hecho por ti pero ay mijo, es que las cosas se están saliendo de control, no podemos llamar la atención así, además pasas demasiado tiempo con él, puede sospechar algo. Tómalo cómo una oportunidad para no estar pegado todo el tiempo a él. Ya te dije que puedes invitar a otros amigos, al tal Mauricio por ejemplo.

— Papancho ¿cómo le dices que invite al morro que lo secuestró y lo quería llevar a Tijuana? Aunque el libro que te dijo está bueno eh — esta vez Renata se dirige a Jaoco y le lanza el libro para que lo atrape — es extraño que te haya regalado justo ese libro.

Joaco atrapa el libro en el aire y lo abraza contra su pecho — Yo no quiero a Mauricio. Yo quiero a Emilio — dicho esto va y se encierra en su habitación, dando un portazo.

— La pubertad robótica Papancho — le dice Renata al hombre.

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Yo era afectuoso y bueno; la desgracia me ha convertido en un demonio. Hazme nuevamente feliz y volveré a ser virtuoso.

Joaco sigue leyendo el libro que Mauricio le había dado, ya que no tiene otra cosa que hacer. No le interesa ver a nadie más si no es Emilio.

El libro le agrada, se parece un poco a ver una película, excepto que no tiene imágenes, Renata le dijo que él mismo puede imaginarse las escenas y los personajes, pero él no sabe cómo hacer eso.  Por ahora le basta con los sentimientos que le provoca, en ocasiones no le gusta mucho sentir, sobre todo cuando siente cosas malas, o cuando no las entiende, es una de las cosas que le gustan de estar con Emilio, porque aunque no entienda nada, con él, simplemente sabe que estará bien.

J04K0 (Emiliaco) TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora