Entre libros y monstruos

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Mientras Joaco permanece sentado en la banca del parque, mirando fijamente a unos niños jugar con la pelota, escucha vagamente lo que Mauricio le cuenta. 

— Y entonces así gané mejor cabello en la universidad, me dieron una dotación productos Pantene por un año. Ni Selena Gomez.

— Oh, qué bien — dice el menor distraídamente, mientras se lleva un pingüino a la boca, es el segundo paquete del día.

— Mmm, tú no eres muy platicador ¿verdad? — pregunta Mauricio, mirándolo comer y como que no queriendo la coa pasa su brazo por detrás de la espalda del muchacho.

Joaco, simplemente se encoge de hombros, dando otro diminuto bocado al pastelito —  No hay mucho que contar sobre mí. Y me gusta más escuchar, observar y analizar los lugares, las cosas y las personas.

— Vaya, pues me vas a resultar psicoanalista, el próximo Freud ¿Qué puedes decir de mí? Vamos, analízame.

Joaco deja el pastelito y su atención se centra ahora si en el contrario — Pues, eres muy agradable a la vista, amable, educado y te esfuerzas demasiado para agradarme, aunque aún no se por qué.

— Usualmente a la gente le importa que los demás tengan buena opinión de ellos así que ... tal vez por eso.

— ¿Entonces a ti te importa?

— Casi nunca, pero contigo, sí. Además luces como si te viniera bien un amigo. Pareces algo solitario y yo entiendo de eso.

Joaco lo mira por un buen rato, con una pequeña sonrisa — No tienes que esforzarte tanto. Los seres humanos deberían aprender a ser menos falsos. Pero si tanto te importa, sí me agradas — Joaco es completamente sincero y el chico a su lado lo sabe.

Mauricio le responde dándole una sonrisa aún más ancha.

— Y sí soy algo solitario — agrega Joaco, volviendo su atención a su pingüino.

— Quiero llevarte a un lugar — Sin esperar la respuesta de Joaco, Mauricio se pone de pie y tira del brazo del menor, obligándolo a pararse también. A duras penas Joaco logra sacudirse las pequeñas migajas de comida de su pantalón de mezclilla y después comienza a seguir ciegamente a Mauricio hacia donde quiera que lo esté llevando.


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Renata:

 ¿Dónde estás Robocop? Emilio llegó de la escuela y no venías con él. 

Papancho no ha llegado del trabajo pero cuando llegue se va a armar en grande si no estás aquí.


Ah, estoy con Mauricio.



Renata: 

Ah caray, y ese quién es, a ver manda su pack. 

¿Que mande qué? Es un amigo que conocí un día afuera el edificio. En la mañana llegó y me preguntó si me quería escapar con él y hacer algo divertido y le dije que sí.



Renata:

Joaco tú eres tonto. ¿De casualidad no te ofreció dulces o un perrito? 

Pues dulces no, pero me compró unos pingüinos.

Renata: 

Serás idiota. 

Ese es el tipo de cosas que alguien te dice antes de que aparezcas tres días después en Tijuana sin un riñón.

J04K0 (Emiliaco) TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora