Capítulo IX: Regreso a la Manada.

465 36 2
                                    

El resto de la semana me ocupé de parecer demasiado interesada en mis estudios y pasé los recesos en la biblioteca, evitando a todo aquel de la manada con excepción de Cory. Por las tardes llegaba a casa y me encerraba en mi habitación, fingiendo que el vampiro durmiendo en la siguiente puerta no existía.

El sábado no pude fingir más mi rutina.

Cory y Cameron salieron a correr temprano, dejándome dormir hasta medio día, así que cuando me levanté ellos ya estaban en la casa. Desayuné rápidamente y me apresuré a hacer una excusa sobre necesitar el Jeep para ir a el centro comercial, pero un golpe en la puerta me interrumpió.

―Yo abro!― grité corriendo hacia la puerta.

Al abrir la puerta me encontré con los ojos nublados de Wolf y una sonrisa taimada cruzo su rostro al verme. Antes de que pudiera cerrar la puerta en su cara él ya había puesto un pie entre esta y el marco.

―Buenos días para ti también.― musitó, empujándome a un lado para entrar.

― ¿Qué quieres?

En un movimiento rápido Corinna y Cameron estaban en la sala, mirándonos con nerviosismo y viéndose malditamente ansiosos por hacer algo que evitara que alguno de los nosotros dos explotara. Cory vino hacia mi lado, mientras que Cam fue con Wolf, si en algún momento nos atacábamos, ellos serían nuestros domadores. Encantador.

―Me he estado preguntando si realmente te sientes culpable de algo o si sólo nos evitas porque has decidido ser una paria social.

―Ha. ¿Te he dicho que ser el payaso de la fiesta no va contigo?― respondí.

―Te vieron con un vampiro.― finalmente dijo, sin desviar la mirada de mi cara, calculando mi lenguaje corporal.

―No sé de lo que hablas.― dije lentamente.

―No te esfuerces en negarlo. La manada te vio. Yo te vi.  Acaso creías que no iríamos a tal fiesta? Infestada de bestias chupasangre, con tantos humanos estúpidos como para defenderse por ellos mismos. Asqueroso. Y entre todos ellos, te vimos a ti. Estás manchando tu nombre, Aria. Pensé que eras mejor que eso.

A pesar de querer rasgar su garganta con mis uñas, me mantuve con una buena cara de póquer y repetí:

―No sé de lo que hablas.

Él soltó una risa seca.

―Eres un encanto, muñeca. De cualquier manera, ahora creo comprender la razón por la que has dejado de cazar con nosotros. ¿Ese vampiro te está lavando el cerebro? ¿Te está prometiendo vida eterna a cambio de su propio placer? Eres tan ingenua. Creí que tantos años de cazar con nosotros y de experiencia te habían hecho entender que esas bestias sólo buscan su beneficio. Pensé que habías comprendido que son tan egoístas que no les importa herir a alguien mas con tal de conseguir lo que quieren. Como lo hicieron con tu madre.

Antes de que pudiera lanzarme sobre Wolf, Cory y Cameron me tenían contra la pared, inmovilizándome mientras Wolf me lazaba una sonrisa depredadora. Un sonido gutural salió de mi garganta, y me impulsé hacia delante con toda la fuerza que pude juntar.

Maldito hijo de puta.― solté venenosamete.

Wolf no se inmutó por un segundo, sino que se limitó a mirarme con entretenimiento. Él comenzó a darse la vuelta hacía la puerta cuando pareció recordar algo.

―El vampiro amante, su rostro me parece familiar. ¿Acaso es algún asesino en serie o un ladrón de bancos sanguíneos famoso? Juro que he visto su cara en otra parte.― él se encogió elegantemente de hombros antes de agregar: ―Como sea, dile a tu pequeño chupasangre que lo estaremos buscando. No hay lugar el que se pueda esconder de la manada.

BloodlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora