Capítulo XIV: Demasiado Tarde Para Ambos.

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No hablé con Gavriel la mañana siguiente. De hecho, ni siquiera fui capaz de reunirme con su mirada. Algo de lo que no estaba enterada parecía haber ocurrido, ya que Cory y Cameron lucían amistosos con él, hablando de cosas triviales a las cuales no podía poner atención ya que estaba demasiado avergonzada de participar si quiera en su plática. Perfecto, había jodido las cosas con el vampiro y de repente él se había hecho gran amigo de mis amigos.

Había llegado a un buen punto la noche pasada: parcialmente Gavriel tenía la culpa de mi enamoramiento hacia él. Y había llegado a la conclusión de lo que sentía sólo era parte de la tensión sexual que había entre nosotros y por las malditas subidas emocionales que me daban las mordidas. Si no fuese porque él había comenzado la mierda de "vamos a besuquearnos con la estúpida dhampir y hacerla sentir importante" nada de esto hubiese ocurrido. De hecho, yo misma lo hubiera sacado a patadas de la casa. Sí, y le hubiera arrojado una docena de dientes de ajo en la cara junto con agua bendita. Ja, vengarse de un vampiro era tan fácil.

Como sea, no podía hacerlo justo ahora, sobre todo porque me negaba a creer que no había nada que pudiera hacer para hacerlo comprender que él era... ¿el qué, en realidad?

Jesucristo, ¿qué estaba pasando conmigo? Pensado en Gavriel como alguien que podría estar en un futuro plazo para mí sólo me hacía preocuparme cada vez más por mi salud mental, incluso si sabía que dentro de mi corazón era la manera correcta de describir lo que estaba pasando. ¿En serio, no habíamos llegado a la conclusión de que era lujuria y deseo?

Ni yo misma sabía que estaba pasando por mi cabeza en estos momentos.

Solté un suspiro y estaba a punto de entrar a la clase de inglés cuando algo capturó mi atención desde el pasillo contrario.

Wolf estaba caminando fuera de la escuela.

Quizás este podría ser el momento para decirle sobre Valentine rompiendo el Acuerdo y creando planes viles contra la humanidad. Así que ignoré la sonrisa que una compañera me dio cerca de la entrada y me apresuré a ir hacia Wolf, quien al escuchar mis pasos se volteo con cautela.

―Hey, muñeca.― me saludó con una sonrisa tentativa en su rostro.

―Mmm... Hola. ¿Podríamos hablar?

Sus ojos pasaron sobre mi cara por un par de largos segundos antes de asentir y llevarme hasta su Camaro color gris plomo.

Huh. Había tantos recuerdos en este carro... Y por la manera en que sus ojos grises se nublaron sabía que estaba pensando lo mismo.

Wolf condujo sin rumbo por un par de minutos antes de estacionarse frente a un pequeño restaurante retro que sabía tanto me gustaba.

―No lo has olvidado.― dije con una sonrisa.

―Nunca olvido.― contestó con ironía, y como todo un caballero abrió la puerta del auto para mí al igual que lo hizo con la puerta del restaurante.

Algo dentro de mi pecho se encogió.

Escogimos la mesa que siempre habíamos seleccionado, al lado de la ventana lateral, la que siempre tenía claveles lila en el extraño jarrón blanco que tanto me gustaba. Todo seguía siendo igual; las cortinas de cuadros blancos y rojos, las paredes amarillas, el piso blanco resplandeciente, la caja de música sonando suavemente, tocando una canción de Pink Floyd. El aire con olor a waffles de arándanos y velas de manzana canela.

BloodlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora