Epílogo: Es Suficiente por Ahora.

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A pesar de que la escuela hizo todo lo posible por arreglar el gimnasio de manera encantadora y sofisticada, el olor de calcetines sucios y sudor permaneció en las paredes. La decoración se había mantenido al mínimo, globos dorados y azules, de los colores oficiales de la escuela, mesas adornadas con claveles azules y blancos en el centro de mesa, listones y escarcha dorados, la famosa foto de los recién graduados en la pared principal, todos con sonrisas relucientes y confiadas.

Estudiantes entusiastas caminaban de un lado a otro, luciendo emocionados con su parejas de baile. A mi derecha, Wolf me escoltaba, vestido con un traje gris oscuro, camisa blanca y corbata azul cielo que hacía sus ojos lucir como el mercurio fundido. Una sonrisa coqueta plantada en su rostro, sus rizos rubios cenizo finalmente en su lugar. A pesar de que no podía caminar muy bien aún, se mantenía a buen paso.

―Muñeca, tengo que decirte algo.― susurró cerca de mi oído, para hacerse escuchar sobre la musica que resonaba en las bocinas.

Miré frente a mi, en busca de la melena de rizos caoba de Corinna, hace unos momentos estaba a nuestro lado y pronto había desaparecido. Al igual que Cameron, quien había dicho que iría con el equipo de football y a "ver qué pescar". Me había ahorrado el mal chiste de que no pescara alguna ETS.

―¿Sí?― me paré de puntillas sobre mis zapatos de tacón, pero no veía a ninguno de los dos.

―De hecho, son dos cosas.

―Te escucho. Escupelo.― esta vez lo miré expectante, en busca de algo en su rostro que me dijera porque estaba actuando extraño.

―Invité a Margot a el baile.― replicó con rapidez.

Parpadeé varias veces, sintiendo una sonrisa deslizarse en mi cara.

―Wow, eso es genial, supongo. ¡Felicidades!

―Seh. Ella... Creí que era lo correcto. Darnos una oportunidad y eso. Sobre todo porque es la única a la que le causa gracia verme comer esa salsa casera a pesar de que la odio.

―¿Odias la salsa? ¡Pero siempre la comes! Creí que...― entonces me quedé en silencio, comprendiendo que todo este tiempo estuvo poniendo salsa casera junto con sus papas fritas sólo para hacerla sonreír. Ese era Wolf, el chico que podría ser un dolor de cuello y al mismo tiempo un adorable tipo. ―Ya veo.― susurré.

―La segunda cosa... me gustaría bailar contigo.― una sonrisa tímida se asomó en sus labios y extendió un brazo hacia mí.

Sin dudarlo, tomé su oferta. Wolf envolvió sus brazos a mi alrededor con delicadeza, y a pesar de que la canción era suave y romántica, nada en la atmósfera que nos rodeaba se sentía así. Él estuvo hablando sobre Margot y como esperaba que realmente llegara, y sobre como le gustaría que ella hiciera algo lindo con esos excéntricos rizos cobrizos en su cabeza, a lo cual me reí. Seguimos hablando de cosas triviales, hasta que alguien detrás de nosotros se aclaró la garganta y nos hizo girar.

Mis cejas se levantaron con sorpresa, y le di un codazo en las costillas a un Wolf que tenía la boca abierta maravillado.

¿Ves? La chica se arregló para ti. ¡No te quedes ahí como tonto!; grité telepáticamente.

―Margot, te ves hermosa.― Wolf chocó con las palabras.

Sus mejillas se cubrieron con un tierno sonrojo. Margot realmente lucía linda, con un vestido color ciruela que le llegaba un un poco más arriba de la rodilla y con un cuello alto de encaje japones. Su cabello estaba recogido en un elegante moño y algunos rizos caían enmarcando su rostro en forma de corazón. A pesar de que no estaba usando mucho maquillaje, se veía espectacular.

BloodlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora