Capítulo VII: Sediento por Sangre.

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Al día siguiente tuve que dejar a Gavriel por su cuenta en la casa mientras Cameron, Corinna y yo íbamos a la escuela. Cory no estaba muy segura de dejarlo libre mientras estábamos fuera, pero se quedó convencida al ver que el vampiro no había bebido una gota de sangre en más de veinticuatro horas y apenas se podría mover alrededor de su habitación.

El día escolar pasó más lento que de costumbre, las clases se sentían como una terrible tortura -incluso la clase de Historia del Mundo, que era mi favorita- y los segundos parecían tomar décadas en llegar.

Lo peor de todo fue el receso, en donde finalmente tuve que mirar a Wolf, quien no lucía demasiado amistoso con la manada. Al verme acercar a la mesa arqueó una ceja con indiferencia.

―Finalmente te presentas. Empezaba a preguntarme si sólo era mierda, o realmente me estabas evitando.

Todos en la mesa miraron con shock. Era primera vez que veían a Wolf molesto conmigo. Y yo, Huh, odiaba cuando se comportaba de tal manera, tratando e lucir como el gallito de la fiesta.

Sentí que mis mejillas ardían de vergüenza y me senté a su lado -no había otro lugar- dejando un espacio considerable entre nostros. Cory, a mi lado, tenía una sonrisa divertida ante tal escena.

―No trataba de evitarte. Yo siempre doy la cara cuando tengo un problema.

Fue posible que su perfectamente arqueada ceja se levantara más.

― ¿Oh? Bueno, la ultima vez que revisé, esconderte bajo las sábanas de tu cama no cuenta como bravado.

Tomarlo fácil, Aria... Corinna advirtió en mi mente, quien ahora no me veía sonriente, sino cautelosa, esperando el momento en el que me lanzará a arañar la cara bonita de Wolf.

―Odio romper esto para ti, amigo, pero no eres tan importante como para hacerme correr a mi habitación.

Se escucharon aullidos en toda la mesa y por arriba del hombro de Cameron vi la mesa de los vampiros mirar hacia nosotros con entretenimiento, obviamente habían escuchado nuestro pequeño argumento.

Responder de tal manera ante el macho alfa se consideraba blasfemia.

Su mandíbula se tensó y sus ojos grises se oscurecieron.

―Muñeca, no decías eso hace dos noches.

Antes de que pudiera saber lo que estaba pasando, me había puesto de pie y mi rostro estaba a centímetros del de Wolf.

―Mira quién es el valiente. Si tuvieras un poco de dignidad te morderías la lengua antes de soltar mierda alrededor. ¿Qué diría tu grupito si se enteraran de la verdad? Ni siquiera puedes domar a una chica.― siseé venenosamente.

Alguien había tomado mi cintura y lanzado hacia atrás con fuerza, tomándome desprevenida. Con un jadeo miré indignada hacia Cassie, quien lucía furiosa.

―No te atrevas a halar así de Wolf. Nunca.― gruñó hacia mi. Si fuese posible, su piel se hubiese erizado como la de un gato rabioso.

no te atrevas a hablarme así, maldita perra.― escupí. ―Ve a entregar tú culo a alguien más que quiera contagiarse de herpes. Ahora, sal de mi vista.

Ella debió ver algo peligroso en mí, porque en vez de contestar o lanzarse sobre mi, un jadeo se escapó de sus labios y salió corriendo por las puertas de la cafetería.

Todos miraban hacia nosotros, incluso los humanos que no comprendían que ocurría. Un chisme es bueno para cualquier raza. La manada me miraba como si hubiese insultado a cada uno de ellos, y pude ver en la mayoría que observaban con miedo. Los vampiros, por su parte, lucían deleitados por el show.

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