Capítulo XVII: Héroe de Nadie.

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Estaba tan molesta. En las ultimas horas ―o días, Dios sólo sabe!― habían estado drogándome. Y no era lindo. Cuando despertaba, podía sentir mi cuello punzar. Y me sentía sucia. Y apestosa. Y no saber qué hora era ni qué día me estaba volviendo LOCA. ¿Lo peor de todo? La droga que me daban impedía que pudiera hablar telepáticamente con alguien de la Manada.

Esto tenía que acabar.

Estaba más que molesta. Furiosa.

Cuando alguien muere algunas personas dicen que primero llega el shock, luego el "estoy bien, me vale mierda", el enojo, y finalmente la tristeza que te guiará a la aceptación de que tu ser querido ha muerto y jamás lo verás nuevamente. Bueno, algo así estaba pasando conmigo. Y justo ahora estaba en la fase de molestia.

Porque era culpa de Gavriel.

Oh, ¿por qué? Porque nada de esto estuviera pasando si no lo hubiera conocido. Yo sólo quería mi espada!

―Tengo hambre!― grité a nadie en particular, aunque sabía que los vampiros me estaban cuidando desde las sombras de la bodega. Podía sentir sus obscenos ojos sobre mí. ―Tengo hambre y ustedes me están manteniendo sin comida. ¿Saben que padecí anorexia? Mi doctor dice que no es bueno para mi cuerpo pasar tanto tiempo sin alimento porque puedo volver a tener anorexia. No creo que una chica anoréxica les dé mucho uso. Una chica anoréxica es más fastidiosa.

―Sólo callala.― masculló un vampiro.

―Hey! ¿Dónde está Huesistos? Lo estoy extrañando.― observé.

―Está fuera del juego, niña. Trato de matarte mientras dormías, el jefe lo eliminó.

¿Qué demonios?

―Trató de matarme? Wow... No hubiese sentido nada.

El vampiro dio una risa entre dientes.

― ¿Cómo es que una niña como tú se metió con Gavriel Idamovich?― dijo.

―Huh. Ese idiota. Sólo quería mi espada de regreso, y mira en la mierda que me ha metido! Lo odio!― no me di cuenta de que estas gritando hasta que escuché el eco de mi voz viajar por la bodega abandonada. ―Lo odio! Porque jugó conmigo, porque me hizo creer que realmente estaba enamorado mí y me pagó con una patada en el culo. ¿Sabes lo humillada que me sentí? Por mi puede irse al infierno justo ahora!

―Me da gusto escuchar eso.― una voz más se unió. Una voz que conocía y temía. Masculina, encantadora, pero tan oscura como su alma. ―Porque quizás así puedas decirnos dónde se encuentra.

Valentine era más hermoso que en la televisión e irradiaba una energía que te provocaba querer arrodillarse frente a él y besar el piso por el que caminaba. Él vestía un traje blanco que hacía que su piel luciera tan blanca y suave como el marfil, y que sus ojos parecieran dos extrañas estrellas color violeta azulado. Él tenía una sonrisa encantadora como la que verías en los rostros de los políticos y te hacía sentir la cosa más importante que existía en el planeta.

Y en una mano enguantada traía mi espada.

Resistí el impuso de lanzarme a quitársela y mordí el interior de mi mejilla.

―No sé dónde está.

Él parpadeó varias veces, fingiendo inocencia.

― ¿No lo sabes? Eso es una lastima. Porque no quisiera tener que ir a tu casa y buscar en cada rincón por su pista. Oh, por cierto, el señor y la señora Siddions te mandan saludos.

Un gruñido animal salió de mi boca.

―No te atrevas a...

― ¿A qué, pequeña Aria? ¿A amenazarlos?― una risa musical y sin humor salió de sus labios. ―Oh, ¿qué harás para detenerme? Estás completamente sin armas. Eres una pequeña mentirosilla, niña. Diciendo que no te importa Gavriel pero realmente sabes que te importa.

―Él sólo se negó a participar en tu rebelión― escupí.

― ¿Eso es lo que te dijo? Ah, Gavriel, siempre tan ágil en la manipulación. Él no sólo se negó, Aria. Gavriel trató de matarme hace mucho tiempo. Obviamente, falló, ya que aquí estoy, pero robó lo que me pertenecía. Y sigue tratando de robar mi poder.― sus ojos color índigo brillaron con locura, y su rostro se deformó por un segundo en lo que realmente era. Un monstruo psicópata.

―Oh, mierda.― entonces comprendí.

Valentine no era ningún jodido francés-americano con hermoso acento. Valentine era el jodido hijo de un zar ruso.

¿En qué me he metido?

―Pero, mi querida Aria, canción de amor, supongo que estás ligeramente enterada de eso, ¿o me equivoco? De cualquier manera, te aconsejo que sigas mis instrucciones y cooperes con esto. Sólo trata de lucir hermosa y espera a que nuestro famoso héroe aparezca.

― ¿Qué te hace creer que Gavriel vendrá?

―Porque eres su pequeña Aria, cariño. Gavriel no te dejaría en manos del enemigo.― dijo con voz suave.

Eso me hizo partirme en una sonrisa.

―En eso te equivocas, Velentine. Gavriel no es ningún caballero de dorada armadura que vendrá a rescatar a la doncella. Gavriel ni siquiera es el héroe de esta historia. Lamento tener que romper esto para ti, pero no soy su kriptonita.

Una risa femenina y armónica vino desde atrás de Valentine, y Salomé se unió a la fiesta, vistiendo un diminuto vestido transparente que dejaba al descubierto su pechos. Lucía como un ángel caído, su cabello negro ondeadose detrás de ella como una capa, sus ojos verde esmeralda recorriéndome venenosamente.

―Ah, ma belle e petite, eres totalmente la destrucción de Gavriel. Él te ha dejado entrar en su vida, puedo ver eso en tu aura.

― ¿De qué demonios hablas?― pregunté recelosa.

Salomé ondeó una mano.

―Todo en ti me dice que estás enamorada del vampiro, y el amor parece ser recíproco. Vi eso la vez que fuiste a mi casa, y cuando hablaste sobre Gavriel sabía perfectamente lo que su nombre hacía en ti, y sabía que irías a decirle sobre mí, así que fuiste el gancho perfecto para atraerlo hacia nosotros. Además del hecho de que estas impregnada por él, del tipo de impregnación que reclama como su territorio, su propiedad.

―¿Yo? ¿Enamorada de Gavriel? Tonterías.― dije con un meneo de mano, hasta que lo demás me golpeó como un balde de agua helada.

Gavriel me había marcado como su propiedad. Ese maldito vampiro ruso iba a escucharme... Claro, si algún día lo volviese a ver.

― ¿Por qué estás haciendo esto? Se supone que lo ayudaste, se supone que eras su compañía leal.― susurré.

Sus ojos verdes chispearon con odio.

―Pero lo desgracia él nunca vio eso.― respondió amargamente.

Oh, ya veo. Un crimen pasional. Qué vengativa.

Solté un suspiro y trate de lucir toda simpática y triste.

―En serio, lamento que esto haya pasado. Y apesta que Gavriel te haya roto el corazón y que te haya matado,― volteé hacia Valentine, ―y no... conseguido su propósito. Pero no es justo que yo esté pagando lo los crímenes que Gavriel hizo en el pasado. No estaba enterada de absolutamente nada, de hecho, yo misma pensaba entregarlo como un intercambio...― las palabras quemaban en mi garganta. ―Y ustedes como que se adelantaron. Así que, por favor, por favor, dejen a mi familia y amigos en paz y dejenme salir de aquí.

―Me temo que eso no puede ser posible, pequeña Aria.― Valentine no lucía muy arrepentido, ni mucho menos simpatizado. ―También estoy enterado de que sabes que planeo un guerra civil contra los humanos, y no puedo tomar el riesgo de que arruines mis planes.

Ugh! Quería gritar de frustración, y quería estrangularlo hasta que esa sonrisa arrogante desapareciera de su obscenamente hermosa cara.

Tomarlo fácil, Aria. Wolf sabe sobre esto, él vendrá en tu rescate de alguna maldita manera.

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