Capítulo XII: Vampiros Modelos, Robos al Zar, y Lectura de Cartas.

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― ¿Quién era ese lindo chico humano?― pregunté con cautela, mientras veía el perfil pasible de Corinna.

Estábamos rumbo a la dirección que Sarah me había dado. Y por fortuna, Cameron no había hecho muchas preguntas cuando Cory le pidió las llaves del Jeep, así que solo eramos nosotras dos y la voz de Billy Idol en el estéreo del auto cantando Rebel Yell.

Cory no cambió su cara de póquer cuando respondió:

―Nadie.

―Huh. Esta bien. No me digas. Pero algún día vendrás esperando que te dé algún consejo amoroso y no estaré aquí para ser la Doctora Corazón.

―Ja. Si quisiera un consejo amoroso, tu serías la última persona a la que vendría, bebé. No te ofendas, pero tú vida no ha tenido mucha diversión en tal ámbito.

A pesar de que sentí mi mejillas sonrojándose, no perdí el paso.

―Quizás sólo no quiero presumir contigo sobre los sexys tipos que han pasado por mi lista...― dije con arrogancia.

Corinna dio una mirada cuestionativa por el rabillo de su ojo mientras seguía conduciendo hacia los fantásticos condominios en los que vivían los vampiros de influencia.

― ¿Hablas sobre alguien más que Wolf? Porque te seré sincera, el chico sera caliente colmo el infierno pero no se ve como un tipo que estaría contigo por más que un buen polvo. Aunque...― pareció pensarlo un poco más. ―Él estuvo contigo por seis meses, lo que podría...

―No hablo solamente de Wolf.― mascullé mirando por la ventana los edificios victorianos mientras pensaba en lo bien que se sintieron los labios de Gavriel y la manera en que su cuerpo presionó contra el mío contra la pared. Si me concentraba lo suficiente y cerraba mis ojos aún podría sentir sus colmillos rozando y el toque de sus manos por mi piel expuesta.

Oh, dulce Jesús. Liberame de los malos pensamientos.

Cory seguro observó algo en mi rostro, ya que una sonrisa traviesa se formó en sus labios y dijo con voz cantarina:

―Aria...

Por fortuna, habíamos llegado a la casa -mansión- de Salomé, así que no tuve que dar más explicaciones. Estacionamos el Jeep a un par de yardas de distancia, y decidimos caminar hasta el portón gigante de madera que dividía y daba más privacidad.

Un par de vampiros con uniformes de seguridad nos recibieron con miradas recelosas.

―Dhampirs.― gruñó uno por debajo de su aliento.

― ¿Qué quieren?― bramó el otro.

―Queremos hablar con la señorita Salomé.― respondí fingiendo alegría.

― ¿Razón?

―Un par de preguntas.― Cory dijo. ―Nada relacionado con la Manada o el Acuerdo.

Ellos no se vieron muy convencidos ante eso, pero uno de ellos fue hasta la cabina y llevó un teléfono hasta su oído. Cuando salió no se veía muy feliz.

―Dejen todas sus armas aquí. Mademosielle Salomé las atenderá pronto.

Contuve un suspiro de alivio y comencé a vaciar mis bolsillos sobre la canasta que uno de lo vampiros nos tendió para poner nuestras armas. Coloqué la pistola de Gavriel, y un par de fancones regulares, pero mantuve un pequeña daga en la funda de mi bota. Cory hizo algo parecido, pero sabía que su espalda de titanio se encontraba debajo de su lindo vestido color púrpura.

Uno de los vampiros nos escoltó dentro de la mansión cuando el otro abrió el portón para dejarnos pasar. No traté de lucir muy aturdida ante tantas esculturas de mármol en los acres que rodeaban la gigante casa en medio, pero tuve el estibo de varias mujeres desnudas y hombres vampiro mordiendo sus cuellos. El camino hacia la puerta principal estaba empedrado y varios robles en las orillas del camino hacían que la luz de la tarde se esfumara, dejando una atmósfera tétrica y oscura.

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