5. Extrañar

118 11 3
                                    


Ya habían transcurrido casi ocho años desde que Arno y Shay se habían conocido. Ocho años, en los que el francés pasó de ser un niño a un hombre, cosa, que no pasó desapercibida para Shay; quien, quizá un año atrás, notó como sus sentimientos hacia Arno habían cambiado radicalmente, dejando de verlo como a un amigo o protegido, y pasando a pensar en él de manera romántica.

El caso de Arno no fue muy distinto. Aunque en su caso, desde los dieciséis, había tenido un pequeño enamoramiento con Cormac, aunque quería creer que era algo pasajero, pero, incluso Connor había notado que no era el caso, pues el joven Kenway, podía notar el rápido cambio en la actitud de su amigo, cada vez que Shay estaba cerca.

Estaban a un par de días del cumpleaños número 26 del irlandés, y habían transcurrido cerca de dos semanas desde que había salido a otra de sus estúpidas misiones.

—Lo extrañas ¿no es así? —Cesare tomó asiento junto al francés, quien se notaba bastante aburrido, sentado en el sofá, con la vista atenta al televisor de la gran sala, aunque, realmente, esta ni siquiera estaba encendida.

—¿Qué cosa? —Arno hizo su mejor intento por hacerse el desentendido, pero, no iba a negarlo, ansiaba la presencia del irlandés de regreso, incluso se había tomado la molestia de hacer una tarjeta para enviársela por correo. Aunque lo más seguro, era que tendría que esperar a que el mayor volviera de su encargo para dársela personalmente.

—A Shay. Viejo, no engañas a nadie...

Connor se unió a la conversación, tomando asiento, dejando al francés en medio de él y Cesare; no mucho después, Élise y Lucrecia se sentaron en la alfombra frente a los chicos. Las mejillas sonrojadas de Dorian, le delataban.

—No lo extraño. Simplemente, estoy algo aburrido. Por cierto ¿No tienen nada que hacer? El maestro Kenway se molestará si nos ve aquí a todos sin hacer algo de provecho. —Las chicas se echaron a reír a la par; el ceño fruncido de Arno, sumado a su pequeña expresión de incomodidad, resultaban sumamente cómicas, al menos para ellas.

—Haytham iba a salir con Rodrigo; no estarán de regreso hasta la noche. Además, eres el único que se preocupa tanto por lo que dice o sus reglas. —Intervino Cesare. Connor asintió un par de veces, apoyando las palabras del español.

—Me preocupo, porque siempre puede llegar en cualquier momento y...

Arno enmudeció cuando escuchó la puerta abrirse, y los cinco pares de ojos de los presentes en la estancia, se centraron en el recién llegado.

—Bueno, te veremos en un rato más, Arney... Connor va a salir y lo tenemos que acompañar.

Cesare y el resto se levantaron velozmente,a sabiendas de que el pequeño ritual entre Shay y Arno cada que se encontraban era algo bastante privado e íntimo. Además, Connor les había hablado de un supuesto italiano que había conocido mientras paseaba para recoger algunas plumas, y querían comprobar la veracidad de esto.

—Shay, volviste antes...

Los ojos marrones de Arno, brillaron de la manera tan especial que solo hacían cuando atendía a Cormac. Una vez que sus amigos los hubiesen dejado a solas, el francés se puso de pie prácticamente de un salto, y no dudó un segundo en acercarse al mayor para abrazarlo; aunque esta vez, el gesto duró mucho más de lo normal. Arno cerró los ojos e inspiró profundo el característico aroma de Shay, una colonia bastante fuerte combinada con el cuero de su chaqueta; dejó los brazos alrededor de su cuello, y cuando estuvo por alejarse, sintió las manos de Cormac, sujetando su cintura, evitando así que se alejara. Por unos momentos, permanecieron así, perdidos en la mirada del otro, sintiendo como sus respiraciones se mezclaban, y el corazón de ambos comenzaba a latir al unísono.

—Yo... te... te eché de menos. —dijo Dorian, acercándose aún más; sus labios estaban próximos a rozarse, y era algo que ninguno de los dos estaba dispuesto a evitar; por el contrario, lo ansiaban con fervor.

Entonces Shay maldijo la entrada al "cuartel" por el ala este; de esa manera les fue prácticamente imposible saber que, como Arno ya había mencionado con anterioridad, el maestro Kenway volvería antes de lo previsto.

—¿Arno por qué no estás entrenando como te dije? —La voz de Haytham, entrando a la sala, dejó paralizada a la pareja, que tras recobrarse de aquel pequeño susto, pusieron una distancia prudente entre ambos. 

Betrayer [Arno x Shay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora