15. Cambio de ropa

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—Arney, puedo ir, no… no es necesario que lo hagas tú. O Cesare y Connor pueden hacerse cargo.

La voz de Shay interrumpió los pensamientos de Arno mientras este empacaba un par de cambios de ropa  en una mochila, tres días fuera era justo lo que necesitaba luego de dos semanas cuidando a Shay, discutiendo constantemente; y cuando llegó el día en que este debía marcharse a recuperar el Sudario del Edén, no dudó en tomar el lugar de su esposo.

—Eso no lo decides tú. En lo que a ti concierne, Shay, sólo deberías estar recuperándote de tus estupideces.

Sí, Shay había resultado herido por permitirse un momento de debilidad frente a los que un día había llamado "hermanos" y eso le había costado una herida de bala, una cicatriz en su rostro y un par de fracturas.

—Arney…

El castaño cerró la mochila y antes de salir se despojó de su característica gabardina azul, la cual sustituyó por la de Shay, negra. De alguna manera le gustaba la idea de que, de ese modo, Shay estaría con él en su misión.

—¿Qué haces?

Arno colgó en la percha tras la puerta su gabardina.

—Tú, tú nombre, tú reputación imponen cierto temor, haz dado caza a la mayoría de tus viejos amigos, y si eso sirve para al menos intimidarlos un poco, el hacerme pasar por ti, entonces lo haré.

Sonaba como un buen argumento, y por la expresión del mayor, supo que lo era. Tomó la mochila y la echó sobre su hombro, listo para salir de la habitación.

—¿Seguirás así? ¿Portándote como un niño malcriado y no te despedirás? Eso estaba bien cuando tenías ocho y te enojabas si me iba por que era tu único amigo. Pero actúa ya como un hombre, Arno.

Dorian se volvió hacia su esposo, sus mejillas estaban rojas y no por buenas razones.

—¿Te atreves a llamarme niño malcriado cuando tú decidiste salir a una misión de la que casi no regresas? Y luego de ello apenas y me diriges la palabra, tuve que volver a dormir a mi habitación, porque no quieres ni siquiera mirarme. ¡Casi te pierdo, imbécil! Y… y…

El nudo en su garganta le impidió continuar. Tomó aire e intentó tranquilizarse.

—Tengo miedo, de que te pase algo como a mi padre, y nuevamente no poder hacer algo para impedirlo. Haytham y tú son toda la familia que me queda, Shay. Y por tu estúpido orgullo no quiero perderlo todo una vez más.

Shay envolvió a su esposo entre sus brazos y dejó un beso en su hombro, suspirando, repartiendo caricias por su espalda.

—Ve con cuidado, Arno. Que no dudaré en dar caza hasta el último asesino si algo te sucede.

Arno asintió ante la sutil "amenaza" del mayor. Con ánimos renovados se estiró y presionó un beso de despedida contra sus labios.

—Te veré en unos días, Shay. No hagas estupideces mientras estoy fuera.

El castaño abandonó finalmente la habitación, dejando a Shay a solas, quien, resignado, tomó la gabardina de Arno y volvió a la cama, resignado, inhalando profundamente el aroma de su esposo fuertemente impregnado en la prenda.

Hasta ese momento se percató de que no le había dicho que lo amaba antes de dejarlo partir. De cualquier manera, se lo diría en persona al volver.

*

Después del largo viaje, Arno se encontraba una vez más en Londres, habían pasado años desde la última vez que puso un pie ahí, ahora le resultaba extrañamente más frío todo y también le acompañaba la sensación de no pertenecer al lugar. Buscó un sitio donde quedarse; aún si Haytham le había dado la explícita orden de quedarse con Starrick, ester hizo caso omiso y terminó en un hotel para pasar la noche y descansar del vuelo.

*

—Shay Patrick Cormac…Por fin, frente a frente, maldito bastardo.

Arno se dio la vuelta, al parecer el usar la gabardina de su esposo había servido para hacerse pasar por él, aún si la diferencia de alturas entre ambos era mínima. Dejó escapar una maldición y un bufido, liberando también algo de vapor de su boca, el clima era aún más frío que el día anterior, su sangre se heló.

—Ese… ese no es Shay.

Puntualizó una segunda voz. ¡Pero que idiota! un mal movimiento y ahora había sido descubierto por unos sujetos que al parecer tenían asuntos pendientes con su esposo. Se dio la vuelta dispuesto a hacerles frente, confiando en su habilidad. Reconoció al momento la capucha de uno de ellos, Jacob Frye, y el otro sujeto que le acompañaba lucía una prenda bastante similar, sólo que más desgastada.

—Arno, la última vez te fuiste sin que pudiéramos hablar…

Jacob bajó su capucha, poco después lo hizo su acompañante, con un rostro tan parecido al Frye pero con facciones más duras, ojos con tonalidad más parecida al azul que al verde, algunas canas comenzando a teñir de plateado la espesa barba oscura al igual que su cabello, y pocas arrugas concentrándose principalmente a los lados de los ojos.  

—¿Arno?

La expresión dura del rostro de Ethan se suavizó y pasó a una de confusión; Dorian bajó su capucha.

Si bien Ethan estaba listo para atacar, no pudo hacerlo, no al ver los ojos de su amado Charles en los de Arno; aquello lo tenía aturdido, confundido e incrédulo, pues daba por hecho que el pequeño al que había criado durante sus primeros años de vida en compañía de Charles, habría muerto; había creído que incluso Jacob había mentido cuando le contó de su breve avistamiento; pero ahora, lo tenía frente a él. Aunque le disgustó bastante verlo portar el anillo y collar con la cruz templaria.  

Betrayer [Arno x Shay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora