11. Rituales matutinos

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Llevaban por lo menos un mes durmiendo en la misma habitación, la de Arno para ser más concisos; especialmente por el hecho de que Haytham podía llegar a ser bastante estricto con los horarios para dormir y todo aquel asunto de ser disciplinado, por ello, Shay se colaba por la ventana cada noche, para poder dormir junto a Arno un rato abrazados, eso o que acabara por dejarse someter ante el joven francés que, sin problema alguno acababa por doblegar su voluntad.

Los primeros rayos del sol comenzaban a entrar por la ventana. Poco hacían las cortinas blancas por detener el paso de estos a la habitación; pero Arno ya estaba despierto aún antes de que estos aparecieran, dormía poco a decir verdad, y su parte favorita era despertar antes que Shay y poder apreciar su rudo aspecto tan relajado.

—Mon amour...

Susurró en un hilo de voz y sonrió al no obtener respuesta. Sabía que Shay estaba aún demasiado cansado después de la noche anterior, había sido un día largo y sus energías restantes solo dieron para tomar una ducha con Arno, y para disgusto del menor no hubo toques o palabras indecorosas, solo fueron a dormir. Por eso, decidió aprovechar el momento, después de comprobar que aún faltaba una hora para bajar con el resto a tomar el desayuno. Se removió en la cama, descendiendo lentamente hasta llegar a la altura de la cadera de Cormac y, ahí, se relamió los labios al comprobar como el miembro del mayor estaba medianamente erguido, lo que, le llevó a considerar que era una pérdida el no aprovechar la erección matutina de su pareja, y convenientemente estaba dispuesto a ayudarlo.

Estiró la diestra y comenzó a acariciar toda la longitud, de arriba hacia abajo con tacto firme, sintiendo su propio miembro doler ante la falta de atención, también estaba atento a la expresión de Shay, de cómo su respiración se hacía más pesada, y que finalmente un jadeo salió de sus entreabiertos labios.

Shay parecía sorprendido al notar la sabana un poco más alzada de lo que realmente debería estar, y su expresión de sorpresa dio paso a la de confusión al ver como esta ascendía y descendía lentamente, pero pronto se encontró lo suficientemente despierto para saber qué ocurría. Apartó la sábana y contempló complacido como las hebras de cabello castaño caían por mechones sobre el rostro de Arno, quien con aparente dificultad engullía gustoso su erección.

—Buenos...buenos días, Arney...

Como complemento al saludo movió un poco las caderas, adentrándose más en la boca del francés, provocándole una arcada, y además, haciendo al castaño aumentar la velocidad de la felación.

—Arney...

Shay quería advertirle, pero cuando las palabras estaban por salir, fueron sustituidas por un ronco gemido a la par que derramaba su semilla en boca del más joven. Arno, lejos de quejarse, tragó gustoso y parte la reservó, para acercarse y besar a Shay, dándole oportunidad de probarse a sí mismo en boca de su adorado Dorian.

Cuando quiso devolver el favor, Arno se levantó de la cama, negando y sonriendo con diversión mientras se encaminaba a la ducha, a lo que Shay no demoró demasiado en seguirle.

Veinte minutos después bajaron a la cocina, agradecidos de que aún fuera lo suficientemente temprano para que el resto saliera de sus habitaciones. Shay disfrutaba, sentado a la barra de la cocina como Arno bailaba mientras hacía el desayuno de ambos; su imagen, inocente y etérea contrastaba con el lado tan impulsivo y dominante que mostraba cuando follaban.

Mientras el beacon terminaba de freírse, Cormac se levantó del taburete con sigilo y rodeó a Arno por la cintura, dejando un beso sobre la marca que le había dejado en el cuello mientras lo hacían en la ducha, y se unió al pequeño baile del francés, riendo ante su enérgica actitud, encantado de que le dejara ser parte de su pequeño ritual de bailar en la cocina al hacer el desayuno.

La cocina estaba medianamente ordenada para cuando el resto comenzó a bajar, y Dorian tuvo que quitar los codos de la mesa y sentarse erguido cuando Haytham apareció, queriendo parecer tan profesional como le era posible. Connor por su parte, al igual que Cesare y las chicas, parecían divertirse con el intento fallido de la pareja de mantenerse serios y a distancia, porque, de cualquier manera, en la sala de entrenamiento, sabían de sobra que Shay acabaría sobre Arno robando algunos besos de sus rosados labios antes que Haytham llamase su atención para que empiecen de nuevo. 

Betrayer [Arno x Shay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora