8. Hacer algo sexy

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Había transcurrido ya medio año desde que su relación había dado un giro tan grande; y aún así, no habían tenido oportunidad de pasar de los inocentes intercambios de besos y quizá alguno que otro mensaje un tanto… indecoroso.

—¿Y ya lo hicieron? —Preguntó Cesare arqueando las cejas con curiosidad; la pregunta hizó a Arno fallar su tiro, este, escandalizado comenzó a murmurar negativas, Borgia parecía bastante divertido con la reacción de su amigo, pero luego regresó a un semblante serio.

—¿Y qué esperan? Quiero decir, por la forma en que se miran… cualquiera diría que ustedes ya… desde el primer día.

Dorian dejó el arma sobre la mesa y se volvió hacia el pelinegro.

—Llevo esperando un poco de tiempo, pero siempre que intento algo, Shay busca un pretexto para huir, eso, o está fuera en sus misiones. ¿Crees que él y Gist aún… ?

Se encontró incapaz de terminar la frase, imaginar a su pareja con otro saciando sus apetitos y necesidades le hizo sentir enfermo. Cesare cortó sus pensamientos negando un par de veces.

—Ya no. Le he preguntado yo mismo a Gist, poco antes de que Shay y tu comenzaran a salir. Como sea, si Cormac no se anima a dar el primer paso, entonces toma tú la iniciativa, Shay parece del tipo versátil y dudo que le moleste que tomes el control. —Se encogió de hombros y continuó comiendo su manzana a medias. Arno permaneció en silencio, meditando la idea de hacer caso a Borgia.

Dar el primer paso, sonaba complicado, más si tenía en cuenta cuan nervioso se había puesto con los primeros besos. Sumado a esto, no tenía nada de experiencia en ese campo, desde luego, con todos los encargos del maestro Kenway apenas y llegó a pensar en ello. Quizá su poca experiencia se reducía a lo que vagamente recordaba de uno de sus sueños húmedos, de los que Shay había sido protagonista desde luego.

Pasó la tarde encerrado en su habitación, aprovechando que se trataba de un tranquilo viernes, y que Haytham, satisfecho con el hecho de que el joven francés hubiera terminado ya todas sus labores, decidió darle el resto del día libre.

En la intimidad de su habitación cerró la puerta y fue a recostarse en la cama, deshaciéndose de la chaqueta y el resto de sus prendas, depositándolas sobre el piso recubierto de madera,quedando sólo cubierto por un par de bóxers azules. Ya en la cama, se puso tan cómodo como le fue posible, tomó el teléfono móvil y acabó accediendo a un sitio de porno; quizá no era su mejor idea para buscar qué era lo que le esperaba, pero era la mejor opción. Acabó mirando algunas miniaturas de los videos, hasta seleccionar uno a su agrado y lo reprodujo.

En algún momento terminó sintiendo algo de incomodidad por el boxer, que aprisionaba su ya dura erección, liberando un débil jadeo cuando su mano comenzó a acariciarlo.

—Shay… —Murmuró en medio de un gimoteo mientras se imaginaba a sí mismo y al irlandés en la situación del pequeño filme, su mano se movía con mayor velocidad, resbalando gracias al pre seminal.

Su orgasmo estaba próximo, pero su mano se detuvo al momento en que escuchó cómo era que la perilla de su puerta se movía.

—¿Arney? ¿Puedo entrar? Cesare me dijo que estarías aquí y me dio unas cosas para ti.

Arno maldijo silenciosamente al español por haber enviado a Cormac en el momento menos indicado; tomó aire e intentó regular su respiración, ocultando cuán molesto estaba por haber sido interrumpido.

Se apresuró a acomodar sus boxers nuevamente y se colocó la chaqueta, después de todo la prenda era lo suficientemente grande como para cubrir hasta la mitad de sus muslos, al abrir la puerta quedó sin aliento, claro, el atractivo de Shay jamás iba a tener comparativo con las imagenes creadas por su mente.

—Cesare me dijo que ibas a necesitar esto…

Entregó al menor una bolsa de papel marrón, cerrada por una grapa, de modo que eras imposible incluso para Shay saber el contenido de esta; Dorian la abrió y soltó una risita nerviosa al ver una pequeña botella de lubricante y una caja de preservativos.

—Idiota… —Cormac ladeó la cabeza, confundido por la reacción de su amado, pero pronto se percató de lo que había en la bolsa; antes de poder decir cosa alguna, Arno ya había dejado las cosas en la mesa de noche, junto a su teléfono, que ahora reproducía un video distinto.

Entonces cayó Shay en la cuenta de que Arno no llevaba los pantalones y sonrió, esta vez con lascivia al dar por sentado que era lo que el francés hacía antes de su llegada; Arno volvió hacia él, sujetándolo por las solapas de su abrigo, empujando suavemente hasta hacer a Shay tomar asiento, quien, embelesado por la actitud de Dorian, se dejó manipular con facilidad. Aunque lo siguiente le dejó confundido, si bien esperaba a Arno sentado sobre su regazo, no emitió queja alguna cuando este le hizo recostarse, se deshizo una vez más de su chaqueta, y se acomodó entre las piernas de Shay, inclinándose a besar sus labios, y trazando una línea desde el mentón hasta la unión del cuello y hombro, intercalando suaves mordiscos.

El mayor comenzó a deshacerse por cuenta propia de su abrigo y camisa, dejando caer cada prenda junto a la cama, donde pronto se encontraron también sus botas, calcetines, pantalón y sus bóxer, cosa que hizo sonreír a Arno, pues Shay, estaba tan duro como él para ese momento. Las manos de Shay rondaban sobre su cuerpo, acariciando su falo con la diestra, y la zurda jugando con una de sus tetillas. Dorian se relamió el labio ante la imágen, que sin duda resultaba más erótica aún que cualquier cosa que su imaginación hubiera podido brindarle. Tomó el lubricante y vertió un poco del líquido transparente sobre sus dedos, esperó a que la sustancia se calentara levemente y, despacio pasó el dedo corazón sobre la entrada de Cormac, vacilando un poco hasta que Shay suplicó que lo hiciera.

Primero uno y después dos; estirando y amoldando a Shay a placer, disfrutando de los gemidos que escapaban de labios del irlandés y de cómo incluso movía las caderas para encontrarse con los dígitos de Arno.

—Suficiente… —masculló y separó la pálida mano de Arno, sonriendo para tranquilizarlo, pues por su expresión, Arno suponía haber hecho algo mal. Estiró el brazo y tomó los preservativos, sacando uno de la caja.

—Debo suponer que nunca has usado uno ¿me equivoco? —el comentario produjo un ligero rubor en Arno pero pronto se disipó a la par que movía la cabeza a modo de negativa.

—Sabes de sobra que no he hecho nada así antes.

—Bueno, acércate más, cariño. —dijo Shay en tono afable, abriendo el condón y deslizándolo sobre el miembro de Arno, envolviendolo por completo con la funda de látex, aprovechó también para estimularlo un poco más, incluso hizo lo mismo con sus testículos.

Arno agradeció las atenciones con una sonrisa que ocultaba su nerviosismo, hizo que su pareja volviera a acostarse en la superficie acolchada y sujetando su miembro, lo alineó con el estrecho interior de su adorado irlandés; empujando poco a poco. Una vez dentro permaneció inmóvil, tratando de asimilar lo extrañamente placentero que resultaba aquello; Shay sujetó su mentón con la diestra y le hizo acercarse para probar sus labios, morderlos y finalmente trazar el contorno de estos con su lengua.

Cormac supo contenerse, pese a lo intenso que resultaban las sensaciones, sus manos se mantuvieron aferradas a las sábanas, negándose a dejar la piel de Arno marcada por arañones; un par de maldiciones escaparon de su boca cuando su compañero tomó su miembro erecto con la zurda, manteniendo un ritmo desigual al estimularlo, pero no se quejó; poder ver a Arno en una faceta tan… desenvuelta, le resultó aún más estimulante que el chiquillo nervioso al que estaba acostumbrado.

El éxtasis no tardó en llegar, primero para Arno, que terminó clavando los dientes en el cuello de Shay de manera involuntaria, pero pronto dejó besos por la zona y murmuró algunas palabras de amor, como si aquello lo pudiera remediar; luego Shay, cuyo semen terminó manchando su vientre y parte de la mano de Arno, quien agotado se separó, y tras deshacerse del preservativo, se recostó junto a Shay, quien trataba de limpiar un poco el desastre que habían hecho, pero, dándose por vencido, simplemente se limitó a rodear la cintura de Arno son su brazo y cerrar los ojos para descansar.

Betrayer [Arno x Shay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora