Betrayer [Arno x Shay]

2. Algo ridículo

Pese a ocho arduos meses donde Haytham se dedicó buena parte del tiempo a la crianza de Arno, este seguía siendo un niño, y eso no iba a cambiar al menos hasta después de unos años, y si bien Kenway era un mentor bastante duro, con Arno podía llegar a ser bastante benevolente y le permitía algunos ratos de dispersión, lejos de todos los aburridos libros y también de los exigentes entrenamientos; esos sin duda eran los momentos preferidos del menor, donde usaba su tiempo libre para explorar el entorno y quizá convencido por Élise de la Serre, hacer alguna travesura que terminaría en una reprimenda por parte del maestro Kenway o del padre de Élise.

Agradecía el chico de sobremanera que la noche de halloween la tuviesen libre, la noticia le había sido dada prácticamente una semana antes, por lo que Arno puso un poco más de esmero en todas sus lecciones y en el entrenamiento, tanto Élise como él saldrían juntos a todo aquel asunto de ir de puerta en puerta a conseguir algunos caramelos, y la mejor parte se llegó cuando Haytham decidió que sería Shay quien cuidaría a los chicos.

La sala estalló en carcajadas cuando Shay apareció, seguido de los dos niños. Thomas escupió el sorbo de cerveza y Charles apenas podía respirar por la risa; incluso Gist, bajo su sombrero de ala ancha se le veía bastante divertido con la situación; y es que tras un pequeño debate con Arno, el niño logró someter la voluntad del templario y le hizo colocarse un disfraz a juego con el de ellos; y dada la poca antelación con la que Arno logró convencerlo, apenas y pudo preparar algún pobre intento de disfraz, que incluso hizo a Haytham reír mientras lo veía bajar hacia la sala.

Las mejillas de Shay se encendieron sumamente avergonzado de su aspecto, y cuando por su mente rondaba la idea de regresar a su dormitorio, deshacerse del objeto de burlas y dejar que fuera otro quien acompañase a los chicos, pero se quedó en su lugar completamente inmóvil cuando el pequeño francés sujetó con suavidad su mano y le dio un pequeño apretón, sumado a esto, una gran sonrisa y una brillante mirada; esto le dio un poco de confianza sobre su ridículo aspecto, y con determinación renovada, acompañó a los niños fuera del complejo.

El colmo llegó en el momento en que, a medio recorrido a Arno se le ocurrió una idea. Una fotografía; a lo que Shay no tuvo mayor remedio que agacharse en cuclillas hasta la altura de ambos críos e intentar poner su mejor sonrisa pese a lo vergonzoso del momento; sin embargo, la sonrisa forzada pasó a ser una auténtica cuando segundos antes de que la fotografía fuera capturada, Dorian plantó un pequeño beso en la mejilla del irlandés como gesto de agradecimiento por haber accedido a cuidarlos y acompañarlos. Además bien era sabido por todos, que Arno tenía un gran afecto y admiración por Shay, y cuando este no estaba fuera cumpliendo alguna misión, Dorian le seguía fielmente a cualquier lugar.

Lo que restó de la noche transcurrió mucho más tranquila, quizá Shay estaba haciendo por completo el ridículo dentro de aquel disfraz de terrible calidad, pero Arno era feliz, y Cormac estaba más que seguro que no había una cosa que no hubiera hecho por ese niño que siempre lograba ablandar un poco su corazón.

Cerca de las diez regresaron al complejo, donde Élise y Arno le agradecieron abrazandose cada uno a las piernas del mayor y salieron disparados en dirección a sus respectivas habitaciones. Shay un poco exhausto regresó a su habitación, ignorando nuevamente las burlas de sus compañeros por hacer de niñera. Se deshizo del disfraz que terminó guardando en una caja, que seguramente acabaría la mañana siguiente en el basurero. Unos pequeños golpes a la puerta llamaron su atención, y cuando salió a abrir, esperando encontrarse con Haytham o alguien más, se sorprendió al ver numerosas barras de chocolate apiladas frente a su puerta; y al alzar la mirada, pudo distinguir pese a la oscuridad la silueta de Arno doblando el pasillo para volver a su dormitorio.