Capítulo 5- No entiendo nada

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Lisa se dio la vuelta y por poco se le cae la mandíbula al ver quién se encontraba frente a sus ojos. Nada más y nada menos que su mejor amiga. Habían sido demasiadas emociones fuertes para un solo día. Verla allí, de pie, sonriendo, dejó a Lisa total y completamente desubicada. En serio, cualquier otra revelación convertiría el cerebro de Lisa en puré. Ni se le pasaba por la cabeza qué podría estar haciendo Emily allí tan tranquilamente, sonriendo como si se hubieran encontrado un día cualquiera en el instituto. Después de intentar (inútilmente) pensar en una solución coherente que no hiciera que su cerebro acabara frito, se frotó los ojos para comprobar que no la estaban engañando y que lo que veía era real y no una alucinación, parpadeó un par de veces y haciendo un gran esfuerzo, consiguió obligar a su boca a realizar una pregunta.

–¿Qué haces aquí?– sonó algo más brusco de lo que pretendía pero no se le ocurrió otra cosa mejor que preguntar. Estaba completamente anonadada y por las expresiones de Jake y Emily, debía de estar poniendo una cara muy graciosa.

–Hey, no hace falta que te alegres tanto.– fue Jake el que habló con su usual tono sarcástico queriendo romper el hielo.– Te prometí que la verías hoy y aquí está, para que luego digas que me escaqueo de mis tratos.

–Eso no contesta a mi pregunta, ¿qué hace ella aquí?– aunque tampoco lo pretendía, Lisa sonó aun más borde, pero quién podría culparla, su cerebro estaba a punto de colapsar, no tenía el tiempo ni la energía suficientes como para pararse a pensar en los modales.

–Es largo de explicar.– dijo Emily con una sonrisa tímida y un cierto aire misterioso.– Vamos dentro y te lo explico. Jake espéranos aquí, ahora volvemos.

–¿Le conoces?– Lisa pasaba su mirada de uno a otro, no estaba segura de a quién debía dirigirse o interrogar.

–Mas de lo que me gustaría.– Emily y Jake intercambiaron unas sonrisas divertidas y unas miradas cómplices. Lisa cada vez entendía menos esta situación.

–¿Qué?– Lisa ya no sabía preguntar otra cosa.

–No te pongas celosa, hemos trabajado juntos en alguna que otra misión, cosa que espero no volver a repetir.– Ambos rieron dejando a Lisa mas estupefacta que antes si eso era posible. Estaba claro que ambos eran ¿amigos? Tenían bromas privadas, historias, eso era algo que solo compartían personas con muchas aventuras juntas. Pero eso no podía ser, Emily era su mejor amiga, conocía a todas las personas en su vida, no se guardaban secretos, para ella era como un libro abierto. Su cerebro no era capaz de concebir las cosas de otra manera.

–Anda, vamos.– Emily terminó con esa extraña conversación sin dar ninguna mínima explicación.

Le hizo un gesto a Lisa con la cabeza y se dirigió a la puerta principal, ella miró a Jake, sin estar del todo segura de lo que estaba pasado, él asintió y se apoyó en el coche, a esperar. A Lisa le sirvió de incentivo, aceleró el paso y se dispuso a seguir a su, al parecer, no tan conocida amiga cuando estaba a punto de entrar al edificio principal. La entrada eran unas grandes puertas automáticas de cristal que daban a un enorme hall con altísimos techos como los de un hotel, con unos sillones en torno a una mesa de café y un enorme mostrador blanco en el que un chico de unos veinte años moreno y con gafas de pasta no dejaba de teclear algo en el ordenador. En cuanto Emily pasó por la puerta un pequeño haz luz verde se encendió, pero cuando entró Lisa la luz cambió a un color ámbar acompañado de un pitido. Al instante, el chico del mostrador levantó la vista mientras las dos chicas se aproximaban a él.

–Buenas tardes, agente Emily.– La saludó cordial y alegremente.– ¿Puedo preguntarle quién la acompaña?

–Por supuesto Donald, esta es la futura agente Lisa Jackson, vas a verla muy a menudo por aquí a partir de ahora.

Crónicas de un espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora