Capítulo 10- A entrenar se ha dicho

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Desde que Lisa sabía que tendría que hacer una prueba física, había dejado de estudiar tanto para ponerse a entrenar (aunque técnicamente seguía estudiando, porque se estaba preparando para un examen). Más o menos lo llevaba todo controlado, salía a correr, hacía flexiones, abdominales... Lo que peor llevaba era el combate, nunca había hecho artes marciales y nunca se había metido en una pelea. Y no precisamente porque le hubieran faltado oportunidades, había tenido una vida algo complicada y se había topado con multitud de imbéciles, pero normalmente allí estaba Emily para poner paz y evitar que llegaran a las manos. Así que ese mismo día, por petición de Jake, iba a asistir a una de sus clases. No le hacía especial ilusión. Si normalmente ya discutía y se picaba con Jake no quería ni imaginar si tuvieran que pelearse.

Así que después de estudiar, no muy convencida, Lisa se puso su uniforme de entrenamiento y después de hacerse una coleta se dirigió al gimnasio, preparándose mentalmente, sin saber muy bien que iba a encontrarse.

El gimnasio era un imponente edificio blanco, alto y largo como una nave. Por dentro tenía una parte de gimnasio con vestuarios, una pista de deportes y al fondo una especie de inmensa cortina de terciopelo oscuro que ocultaba por completo una parte del espacio.

–Ah, ya estás aquí.– Lisa giró su cabeza y encontró a Jake, sonriendo como siempre, a su lado.– ¿Vamos?

Lisa asintió con la cabeza y siguió a Jake hasta la parte de gimnasio, al lado de unas colchonetas y unos sacos de boxeo junto a los que estaban... unos niños. Había un grupo de unos 10 niños que no pasarían de los ocho o nueve años. Lisa no comprendía la situación.

–No me digas que esa es tu clase.– Lisa se paró en seco y se giró hacía Jake.

–En efecto.– aclaró ensanchando su sonrisa con satisfacción.

–¿No me habías dicho que dabas clase a novatos cómo yo?– le reprochó Lisa claramente disgustada y enfadada por la situación.

–¿Puede haber alguien más novato que estos chicos?– respondió con otra pregunta, claramente divertido por la expresión cabreada de ella.

–No me lo puedes estar diciendo en serio.

–A ver, tengo varios grupos y este es el más joven. Pero pensé que como era tu primera clase, te vendría bien.– a Jake le agradaba bastante la situación.

–Te lo estás pasando en grande, ¿verdad?– añadió Lisa tras una pausa que utilizó para respirar y calmarse. No quería empezar una pelea a golpes antes de tiempo, al menos no antes de como mínimo dar su primera clase.

–Y no he hecho más que empezar.– parecía muy seguro al decir aquello, cosa que no tranquilizó a Lisa, si no que hizo que se molestara más todavía, no sabía que esperar de ese chico. Siguió caminando hacia los niños. Lisa inclinó un poco la cabeza en señal de enfado y desesperación.

Comenzaron la clase. Lisa se colocó detrás de todos para pasar lo mas desapercibida posible, cosa algo imposible ya que le sacaba al menos una cabeza al niño mas alto y destacaba en el grupo como un suricato asomado por encima de los demás, por lo que estaba muy tensa y sentía que estaba fuera de lugar, principalmente porque lo estaba. Jake se puso de cara a todos los demás como profesor que era y empezó a hablar con una gran soltura. Jake no es que fuera tímido precisamente, pero la verdad es que se le daba bien dar clase y explicar las cosas, lo hacía con gran soltura y parecía en su elemento. Primero hicieron un calentamiento básico, corrieron un poco, todo guiado a la perfección por Jake. Hasta que pasaron a explicar una llave de defensa personal.

–Lisa, ven aquí un momento.– dijo haciéndole un gesto con la mano para que se acercara.

Se quedó de piedra, no entendía que pretendía, al igual que el resto, quienes giraron su cabeza en su dirección y observaron sin perder detalle la perplejidad de Lisa y cómo caminó lentamente hacia el frente cuando asimiló la situación, sin llegar a entender el propósito de todo aquello. Cuando ya estaba llegando al lugar, Jake la agarró de la mano, tiró de ella y la colocó justo a su lado sin parar de sonreír.

Crónicas de un espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora