Estaban a punto de llegar a la base donde se había producido el robo. Debían investigarla para poder sacar algún detalle más que les ayudara en su búsqueda. Era por la mañana. Habían pasado la noche en un pequeño motel de carretera, cuando creyeron que era demasiado tarde para conducir y estaban cansados, no demasiado lejos de su destino. Habían dormido como troncos, porque se tenían bien merecido hasta el último segundo de descanso, después de tantas emociones y sucesos, y porque, sin duda, lo iban a necesitar para tener las energías renovadas. Por desgracia, no tenían tiempo para dormir hasta tarde aunque fuera el primer día de verano y a primera hora de la mañana, se levantaron, recogieron y solo se permitieron un pequeño rato para desayunar y tomar un buen café antes de retomar su camino.
–Toma, bebe un poco.– le había dicho Jake pasándole una taza.
–Ya te he dicho que no me gusta el café.– replicó Lisa, observando las pequeñas nubes que desprendía.
–Hazme caso, te va a venir bien.– añadió, levantando las cejas muy significativamente.
Lisa se lo pensó un momento, cambiando la mirada de la taza a Jake. Iba a rechazarlo, pero de pronto le entraron ganas de bostezar y vio la bebida de otra manera. Le añadió dos sobres de azúcar y tomó unos grandes tragos, amargos y calientes, que no le agradaron, cosa que reflejó su rostro, como si acabara de chupar un limón. Definitivamente odiaba esa bebida, pero estaba segura de que le ayudaría a sobrellevar la mañana.
Jake se dirigió con el coche hacia la barrera que permitía el acceso, le mostraron sus identificaciones al guardia de seguridad y les permitió pasar de forma cordial. No les había costado demasiado encontrar el lugar, puesto que Jake ya lo conocía. Aparcaron justo al lado de la puerta. No había muchos coches estacionados. La puerta, de metal, estaba cerrada a cal y canto, pero se abrió en cuanto llamaron con los nudillos. Detrás de ella se encontraba una mujer que no llegaría a los 40, vestida con una bata blanca de científica, con el pelo marrón en un recogido bastante despelujado. Tenía la cara surcada de pecas y unas prominentes ojeras que acompañaban a la perfección a sus ojos cansados y llevaba una tableta en las manos. Su aspecto sin duda reflejaba el estrés y la gravedad de la situación. Ellos no eran los únicos que había dormido poco aquel día.
Parecía un poco sorprendida cuando los vio, pero se relajó mas cuando se fijó en sus relojes, que los identificaban claramente como agentes.
–Muchas gracias por venir tan rápido.– les agradeció mientras se apartaba para dejarlos pasar, mostrando una sonrisa.
–No se preocupe... para eso estamos.– respondió Jake a la vez que se adentraban al interior, a Lisa de dio la impresión, por la pausa que hizo, que iba a decir: es un placer; pero se había arrepentido porque estaba claro que esa misión, para ellos, en ese momento, podía ser de todo menos un placer.
–Yo soy Christine, la directora de las instalaciones.
–Nosotros somos los agentes Jackson y Parker.– los presentó Lisa señalándolos con la mano para diferenciarlos.
–Pero puede llamarnos Jake y Lisa.– aclaró Jake.
–Oh, no hace falta que me habléis de usted, me hace sentir muy vieja.– respondió Christine girando un poco la cabeza para verlos por encima del hombro, pero sin parar de caminar.
El conjunto de edificios se hacia pasar por unos almacenes normales y corrientes, que se encontraban en medio de la nada, solo rodeado por cerros de arena, pero en el interior albergaba todo tipo de instalaciones, desde laboratorios científicos en los que estaban realizando actividades que Lisa no pudo identificar cuando caminaban por el pasillo, salas repletas de gente trabajando en ordenadores, hasta salas en las que solo había estanterías llenas de carpetas con documentos.
Christine los llevó a una de las últimas, puso su mano sobre un escáner en la pared y la enorme puerta se abrió muy despacio para dejar ver una pequeña habitación sin ventanas, con paredes de cemento que apenas podían verse, dado que la habitación estaba repleta de estanterías llenas de papeles, excepto por una mesa que había en la pared derecha sobre la que se encontraba un ordenador.
–Esta es la sala de la que robaron los documentos.– les explicó cuando los tres estuvieron dentro de la sala. Los chicos ya estaban estudiando la sala a conciencia.
Jake levantó las cejas sorprendido.
–¿De aquí? Pero si esto está mas blindado que una caja fuerte. ¿Cómo entró aquí un ladrón sin que nadie se diera cuenta?
Lisa no dejaba de pasear los ojos de un lado a otro, pero respondió al instante después de que Jake terminara su pregunta.
–Por el conducto de ventilación, claro. Nadie de fuera de las instalaciones habría podido abrir la puerta y si la hubieran forzado las alarmas habrían saltado al instante.
¿Conducto de ventilación? Pero si allí no había ningún conducto de ventilación. Al menos eso pensaba Jake. Incrédulo, siguió la mirada de Lisa y allí, apenas visible entre dos estanterías se hallaba una rejilla que daba paso a lo que debía de ser el conducto de ventilación. Él había analizado la habitación lo mejor que había podido, pero ni se había percatado de ese detalle. Desde luego, puede que no fuera el mejor sacando conclusiones, pero sabía calar a las personas, de eso no había duda. En ese momento sentía una curiosa mezcla entre respeto, orgullo e impresión.
–Exacto.– confirmó la doctora.– El ladrón debió de colarse desde la azotea, por el conducto de ventilación, hasta aquí. Y luego, hackeó el ordenador, descargó los documentos en un pendrive, o sea se, lo que tenéis que recuperar y salió por la puerta como si fuera lo mas normal del mundo.
–¿Por qué son tan importantes esos documentos?– quiso saber Lisa.
–Son expedientes de agentes, en ellos hay mucha información profesional y personal, seguramente querrá vendérselo al mejor postor, creedme, hay mucha gente que pagaría por esa información, para... vengarse, sin ir mas lejos.– el rostro de Christine se torno serio al pronunciar esas palabras, con un velo lúgubre en las pupilas.
Jake y Lisa intercambiaron una mirada ceñuda.
–No se preocupe, los recuperaremos.– afirmó Jake y la expresión de Christine se suavizó. Jake tenía la habilidad de convencer a la gente, una sola palabra suya ya inspiraba confianza, por eso caía tan bien, hacia que todo el mundo se sintiera seguro y nadie dudaba de él. Cuando Jake decía que todo estaba bien, de verdad daba esa sensación.
–¿Tenemos alguna pista de quién puede ser el ladrón?– inquirió Lisa. Hasta este preciso momento, no había sentido de verdad la presión de que realmente iban a contrarreloj y el tiempo se les escapaba de entre los dedos.
–Pues cuando salía, estuvo a punto de cruzarse con alguien, lo que lo hizo retroceder y una de nuestras cámaras de vigilancia lo captó un solo segundo. Pero a nosotros, eso nos vale. Hemos ampliado la imagen, la hemos pasado por nuestra base de datos y hemos dado con uno de los ladrones del momento.– toqueteó la pantalla de su tablet y le dio la vuelta para mostrarles la imagen de un chico moreno con los ojos casi dorados, salía muy serio y no miraba a cámara, como si no supiera que le estaban fotografiando, lo cual era muy probable, ya que parecía que estaba caminando por un parque.– Se llama Kristoff Fomin, uno de los ladrones más buscados. Su familia es una banda de ladrones, él aprendió a robar antes que a caminar, hace un par de años decidió empezar a trabajar en solitario y llevamos un par de meses detrás de él.
–Y ya que nos ponemos, ¿alguna idea de dónde empezar a buscarlo? Porque, no es por ser pesimista, pero buscar a un chico, en un lugar donde viven 40 millones de personas, es mas difícil que buscar una aguja en un pajar.– agregó Jake cruzándose de brazos con una expresión divertida.
–Pues estáis de suerte– sonrió la doctora.–, porque esta foto la hemos sacado de una cámara de seguridad y uno de nuestros agentes nos ha dado el chivatazo de que el próximo sábado va a haber una fiesta en la playa que van a utilizar como tapadera para una venta de objetos ilegales, donde suponemos que Kristoff pretende hacer el intercambio. Y ahí es donde entráis vosotros,– les dedicó una mirada cómplice.– deberéis interceptarlo antes, arrestarlo y llamarnos enseguida para que podamos detenerlo.
Jake se enderezó y con una sonrisa sardónica declaró...
–Bueno, pues que empiece la búsqueda.
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Crónicas de un espía
روحانياتLisa era una chica normal, o, al menos, eso creía ella. Hasta que un día, todo cambió. Tras la muerte de sus padres se sentía perdida, le sucedían cosas extrañas, cuando un chico muy raro apareció de repente en su vida para poner esta patas arriba...