Capítulo 19- Una fiesta desmadrada

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–No te preocupes, ha sido culpa mía.

Lisa no sabía qué hacer, solo sabía que debía retenerlo el mayor tiempo posible, y así, sin tener ni idea de donde la había sacado, puso su sonrisa más brillante y habló con un tono pasteloso y dulce que nunca había usado en su vida.

–Que va, es que no iba mirando por dónde iba.

–Bueno, como ya veo que no nos vamos a poner de acuerdo, tómate una copa conmigo y quedamos en paz, yo te invito.

–Eso está hecho.– Lisa se parecía repelente a sí misma, pero por lo que se veía, el chico estaba encantado y eso era justo lo que necesitaba, ella supuso que a él todo el mundo debía de hablarle de esa forma y que estaría acostumbrado que le bailaran el agua.

Discretamente, cuando, junto con un gesto, el chico empezó a guiarla hacia la barra de bebidas, se llevó las manos a la espalda, juntándolas en un gesto coqueto y apretó su reloj, mandándole a Jake una señal para que la buscara.

Un montón de personas se aglomeraban en torno a la barra, pero se apartaron instantáneamente, como si una fuerza los empujara, cuándo vieron a Kristoff, para dejarlo pasar, a él y a su incómoda acompañante. Él ni siquiera cambió su expresión indiferente al ver a la gente actuando de esa manera, a Lisa no le ayudó a guardar la calma.

–Pide lo que quieras.– le espetó mientras se sentaba en uno de los altos taburetes, Lisa lo imitó, sintiendo todas las miradas sobre ella. Antes de que pudiera contestar, el chico hizo un gesto con la mano y el barman se aproximó corriendo a ellos.– Un Martini.

–Para mí, una Coca-Cola.– pidió ella, sin pensar, pero se dio cuenta de que el chico tenía una cara un tanto inquisidora cuando la miró, como si algo le pareciera raro. En ese mismo instante Lisa se percató de que el chico esperaba que pidiera algún tipo de copa, dado que lo que había derramado cuando chocaron era champán. Casi podía escuchar a Jake dentro de su cabeza diciendo que no se saliera del papel. Y en esa ocasión, por una vez, tenía razón, bueno, al menos en la mente de Lisa. Por lo que para salir del paso se apresuró a añadir:– Es que, creo que ya he bebido mucho por esta noche.– aparentemente, esa justificación le gustó mucho más al chico, a juzgar por la mirada que le dirigió a Lisa, repasándola con los ojos. Le costó una enorme fuerza de voluntad contener la expresión de asco que deseaba esbozar, en cualquier otra ocasión no hubiera dejado ni que pusiera esa cara (ella habría encontrado algún método), pero creyó que había elegido sabiamente y, aunque le costara, pensaba llevar su papel de chica ingenua hasta el final.

Ahora, el verdadero problema se encontraba en cómo quitarle el pendrive, esa sería una tarea más difícil que poner una sonrisa tonta. Lisa analizó su ropa, buscando donde podría esconderlo. Estaba claro que aún no lo había entregado, sino no estaría allí, no era tonto, sabía lo que se hacía y no se quedaría en la boca del lobo más tiempo del necesario, además, se mostraba un tanto intranquilo, con los hombros un poco tensos y observando de reojo a la multitud, como si esperase a alguien. Sus pantalones carecían de bolsillos, así que sólo podría llevarlo en uno de los bolsillos de su chaqueta. Quizá si pudiera quitársela... Pero no creía que eso fuera muy factible, teniendo en cuenta que incluso cuando se la había mojado la había seguido llevando puesta.

El camarero volvió en un abrir y cerrar de ojos con sus bebidas.

–Muchas gracias por invitarme.– Lisa seguía con su tonito.

–Faltaría más.

–Me gustaría compensarte, teniendo en cuenta que te mojé la camisa.

–Bueno, podrías empezar diciéndome como te llamas.– Kristoff le guiñó un ojo. Dios, este chico tenía que conocer a Jake, estaban hechos el uno para el otro, eran igual de insufribles.

Crónicas de un espíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora