Epílogo.

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"Tus labios increíblemente rojos
Tu hermoso cabello, que sopla a través de la brisa azul
Tu sonrisa fresca
Calman mi inquieto corazón"
Shine on you, Onew







—A la cuenta de tres corremos.—dijo Choi Lee Ji-eun.

El moreno asintió y dobló sus piernas, escuchó a Ji-eun contar para luego salir disparada corriendo a toda velocidad, solo se detuvo cuando vio a Minho corriendo despacio.

—¿De verdad? Papá ya estoy cansada de que finjas correr, vamos dame todo lo que tienes, papi Taemin me dice que eras un buen corredor y estoy llegando a pensar que miente.

Choi sonrió y peinó su cabello hacia atrás, rodó sus ojos y asintió.

—¿Eso deseas señorita Choi? Entonces tendrás la batalla más dura de todas.

Su hija asintió se arregló la cola y sonrió maliciosamente, a sus diez años la pequeña había ganado montones de medallas en maratones y en su escuela,  su sueño no era ser bailarina de ballet o una princesa, era ser la mejor detective del mundo y también ganar las medallas más grandes corriendo.


Su papá se posicionó y ella igual, la pista húmeda esperaba por un momento épico, al igual que Ji-eun, a los siete años se dio cuenta que su padre fingía correr a toda velocidad, cuando en realidad la dejaba ganar, lo que la decepcionó bastante, hasta que decidió enfrentarlo, y allí tenía su pequeño cuerpo lleno de adrenalina porque tendría su competencia.

Contaron en voz alta y corrieron por la pista, Minho frunció el ceño al ver como su hija corría, la niña era veloz, tanto así que lo hizo sentirse viejo porque ella le había pasado por poco, Choi gruñó aumentando su velocidad, Ji-eun no dio su brazo a torcer y sonrió al girar un poco su cuerpo para tomar una curva, miró a su lado viendo como su padre se acercaba, y ese momento le costó la competencia, porque sus piernas se enredaron haciéndola caer al suelo.

—¡Maldición! Ji-eun ¿Estás bien?


Se acercó a su hija viendo como tenía algunos raspones en sus piernas y un pequeño moretón en su mejilla derecha, Taemin lo mataría, sí que lo haría.


—Cielos papá, eres muy rápido, hoy fue el mejor día de mi vida.

Ji-eun se abrazó a su papá olvidándose del dolor en su tobillo y su rostro, recostó su cabeza en el hombro de su papá cuando este la levantó en sus brazos.

—¿Cómo puedes decir eso? Te acabas de golpear toda y Taemin me matará.

—No lo hará, entenderá que caerse y levantarse es parte de la rutina, de la vida, es lo que ustedes me han enseñado.


Su hija miró por la ventana, mientras Minho conducía el auto recordó el nacimiento de su hija, había sido un día maravilloso, para ese entonces se había recuperado del todo y pudo sujetar a Taemin cuando las contracciones de este se hicieron insoportables, se dio cuenta en ese momento de lo fuerte que era su ahora esposo, porque no le importaba tener una cesárea para levantarse a atender a Ji-eun, no le preocupaba más nada que su pequeña, le amaron tanto.

Sonrió recordando que Lee cumplió su promesa, porque cuando Megan se acercó a él casi la deja sin cabello, cosa que lo hizo durar un mes disculpándose con la pelinegra, quien me insistía diciendo que no pasaba nada, solo prometió que cuando tuvieran otro bebé no se acercaría hasta dos días después del nacimiento.

—Papá...

La voz de Ji-eun lo sacó de sus pensamientos, se detuvo en un semáforo y observó a su hija, se podía decir que era una mezcla de ambos, tenía los labios de Taemin y los enormes ojos de Minho, sin embargo la forma de su rostro a veces se parecía a ambos y en otros momentos a ningunos, el temperamento que tenía era el fuerte del doncel, ruda y sin querer mostrar el lado dulce que sacó del más alto, no obstante ese lado también estaba allí.


Pugnas Del Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora