Save me (1° Temporada) (En Edición)

Capítulo 16

Una parte de mí esperaba una explicación de los hechos aunque ya habían pasado varios años, nada de aquello había en la carta.

"...¿Por qué no me escuchaste aquella vez? ¿Por qué tuvo que ser así?.
Desde el momento en que tu padre puso su firma en aquel maldito papel, me culpo día a día por no haberlo impedido; por no haber indagado más y así poder salvarte. Cada vez que le preguntaba a tu padre a cambio de que era esas acciones... Él evadía el tema y me hablaba de otra cosa. PERDÓN fui un estúpido una vez más.
Me llegó la invitación, pero no asistiré, por qué soy un cobarde; por qué no puedo ver a la mujer que amé y amo sufrir, por qué simplemente no sé de lo que sería capaz.
Cumpliré con mi palabra y encontraré la manera de salvarte.
Perdón por no hacerlo antes. Te amo.

Tae.

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De camino una vez a aquella casa, sostenía muy fuerte la mano de MiYeong en el auto. Sentía nervios y no eran precisamente por la emoción, sino porque no sabía de lo que era capaz de hacer, mil cosas se me pasaban por la cabeza para no ingresar a aquel lugar.

Quería bajar del auto y salir corriendo y que pase cualquier cosa, incluso quería hasta perder la vida en manos de algún distraído conductor...

En la biblioteca me esperaban mis padres, dos personas que desconocía totalmente; ¿como podían ser capaces de estar felices, mientras veían a su única hija sufrir? Llegó el momento de salir frente a toda esa gente y tal cual lo había hecho unos meses atrás, tenía que fingir que eso era lo que quería.

La música comenzó a sonar, daba el inicio a mi infierno el cual no tenía fecha de caducidad.
Camino al altar recordaba lo que me había dicho mi madre hacía unos minutos atrás...

—Llegó el día más feliz en la vida de tu padre y mía. Hija dejarás de ser una simple persona con dinero, y te convertirás en la esposa del millonario más importante de toda Corea. ¡Y tu padre recibirá las acciones!

«¿Se puede tener felicidad en un momento así?»

Del brazo de mi padre llegué al altar donde Jimin tomó mi mano y comenzó la ceremonia. Luego de toda la introducción, llegó el momento crucial.

—Park Jimin, ¿aceptas como esposa a ______ y prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud como en la enfermedad, amarla y respetarla, hasta que la muerte los separe?

—Si, acepto. —dijo de inmediato, sin pensarlo.

—Park Jimin, entrega esta alianza como símbolo de tu amor y fidelidad. —Colocó el anillo sin perder ni un segundo.

—_______, —Llegó mi momento, controlaba mi impulso de querer salir corriendo, de gritar que todo era una maldita mentira —¿aceptas como esposo a Park Jimin y prometes serle fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud como en la enfermedad, amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?

Quedé pensando:

«¿Hasta que la muerte los separe?»

¿Ese era mi único camino para terminar con todo esto?, sentí una presión en mi mano.

—_______, ¿acepta a Park Jimin como su esposo? —Volvió a repetir el cura.

La gente comenzaba a murmurar, miré a mi madre que nerviosa que con gestos me decía que diga que si, mi padre no hacía ninguno, pero su cara lo decía todo, por último miré a Jimin. En sus ojos podía ver ansiedad, enojo...

—Si, acepto. —dije con un hilo de voz.

—______ entrega esta alianza como símbolo de tu amor y fidelidad. —Le coloqué el anillo —Que el señor confirme el consentimiento que han dado frente a él, y que el hombre no separe lo que Dios ha unido. Los declaro marido y mujer.

Jimin tomó mi rostro con ambas manos y plantó un tierno beso en mis labios, la gente comenzó aplaudir.
De la mano, despacio fuimos dejando el altar.

—Sonríe o llora, —me dijo al oído —pero demuestra algún tipo de sentimiento.

Estaba a punto de contestarle, pero las personas comenzaron a acercarse a saludarnos. Saludamos a todos y cada uno; por último nos saludaron mis padres que en todo esto eran los únicos que estaban felices.
Luego de fotos y el baile inicial, los mozos salieron con la recepción.

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Durante la cena, de vez en cuando tomaba mi mano y la besaba o me besaba en la mejilla, como siempre no me salía ningún tipo de reacción más que sonreírle.
Me sentía más observada que nunca, luego de la entrada y el plato principal hubo otro momento para hacer sociales con los invitados, fue en ese entonces que me di cuenta que se encontraban los dos amigos de Jimin; NamJoon y ese tal... YoonGi.

—¡Hey, amigo! —dijo alegre YoonGi —¿Debo felicitarte? —Rió.

—Obviamente, eso no se pregunta. —Sonrió de una manera malvada y se dieron un abrazo.

—Hey Jimin. —dijo NamJoon —Buenas noches...

—_______. —le dije al ver que no recordaba mi nombre.

—Felicidades. —Chocó manos y hombro con Jimin, a mi me dio la mano.

—Muchas gracias. Con permiso, iré con los demás invitados.

Fui con mis amigos que habían ido, luego fui con MiYeong, ella era la única que sabía realmente cómo me sentía y sabía que el cariño de ella era un paño de alivio. Jimin se había quedado con sus amigos.

YoonGi no me sacaba los ojos de encima, ese tipo me daba mala espina; de repente se me vino a la mente haberlo visto, su rostro con el pelo negro se me hizo familiar pero... ¿De donde?
Volví a la mesa con Jimin cuando sirvieron el postre, volvió a agarrar una vez más mi mano para besarla.

—En un momento, cuando vuelva a tocar tu mano por debajo de la mesa me darás un beso. —Lo miré desaprobando lo que me había dicho —Es una orden. Queda feo que sea solo yo quien demuestre cariño.

Seguí comiendo el postre, a los pocos minutos por debajo de la mesa toca mi mano, solo lo miré y volví la vista al frente a lo que él toma mi mano con fuerza una vez más y la hace recorrer desde sus muslos hasta su entrepierna, dejé de inmediato la cuchara y me acerqué lentamente a su rostro; recordé su reacción, aquella vez cuando tuve... ¿Celos?. Tomé con mi mano su cara y le di tres pequeños besos en los labios, sentí aquella misma tensión en su cuerpo.

Creo que ya había descubierto su talón de Aquiles, aunque lo despreciaba, hacerme la cariñosa sería lo que tendría que usar a mi favor para alejarlo unos instantes.
La fiesta siguió, me encontraba con MiYeong abrazada cuando se acercó a nosotras.

—Disculpe, pero debo robarme a mi hermosa esposa unos momentos.

Lo dijo cortésmente solo porque había gente a nuestro alrededor y frente a ellos éramos la pareja perfecta.

—¿Que quieres? —dije por lo bajo.

—Debemos ir a mi despacho.

Me tomó de la mano y a tirones me llevó. En el despacho se repetía la misma escena del día del compromiso, estaban: mis padres, el abogado de mi padre, el abogado de Jimin, Jimin y yo.