Capítulo 18

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La habitación era muy amplia y se notaba que era de un hotel cinco estrellas por lo lujosa.
Miré hacia todos lados en busca de mis cosas, camino hacia aquí Jimin me había dicho que su ama de llaves había preparado una pequeña valija para cada uno con lo necesario y las habia enviado.

—¿Dónde están mis cosas para cambiarme? —pregunté en un tono bajo.

El se quitó el saco y lo colocó cuidadosamente en el respaldo de una silla, no me respondió.
Se acercó a mí y me tomó de la cintura, acercando su boca a la mía, ante tal acto corrí mi cara al costado.

—Ahora que eres mi esposa, cada rechazo es un 1% menos de acciones a tu padre.

—Eres una basura.

—No, cariño. —Se rió y se acercó a mi oído —Las únicas basuras aquí son tus padres, —Mordió el lóbulo de mi oreja —te cambiaron por unas míseras acciones.

—¿Acaso tú no te casaste para no perder tu fortuna? Es lo mismo.

—Yo jamás hubiera sacrificado a mi hija, por nada en el mundo. —Pasó su lengua por mi cuello —Lo mio es diferente bebé, yo me sacrifiqué a mi mismo, aunque ahora que lo pienso y viéndote muy bien no es ningún sacrificio; al contrario me gané la lotería contigo —Giró mi cara para quedar cara a cara —No me compares con las mierdas que tienes como padres. —Mordió mi labio inferior y me comenzó a besar.

Una de sus manos fue al cierre del vestido, a mitad de recorrido golpearon la puerta. Traían el vino que había pedido.
Tomó la botella y observó la etiqueta detenidamente, la abrió y sirvió en las copas que se encontraban en una mesa decorada con flores, velas y chocolates; apagó las pocas luces que habían prendidas, solo nos iluminaban las luces de las mesas de noche.

—Brindemos. —Me extendió una copa.

—¿Hay alguna razón por la cual brindar?

—Nuestra boda, cariño. —Volvió a tomarme de la cintura y chocó su copa con la mía. —Y por el maravilloso futuro que nos espera juntos. —Tomó un trago, mientras lo hacía, levantó sus cejas y dirigió su mirada de mis ojos a la copa y de la copa a mis ojos nuevamente —bebe. —Me ordenó.

—No tomo alcohol. —Mentí.

—No me mientas, —Me apegó más a él —pedí tu champagne preferido, pero habrás escuchado cuando entramos que no lo encontraron. —Me miró un momento —Ya sé, quieres que yo te dé. Como no me di cuenta.

Tomó un trago de su copa y la dejó, luego tomó mi copa y tomó otro trago dejándola al lado de la suya; sostuvo mi rostro, se acercó a mi boca y en un intento de lo que pensé sería un beso, pasó el líquido de su boca a la mía.

—Traga. —Volvió a ordenarme —Parte del líquido se derramó por mis labios, líquido el cual él se encargó de limpiar pasando su lengua —Mmm... Sabe mejor en tí.

Quitó su corbata, abrió su camisa y volvió a mi, me ubicó de espalda a él y termino de bajar el cierre del vestido.
Lo bajó lentamente junto con caricias y besos. Sentir su boca y sus manos en mi, era asqueroso. Lo soportaba con todas mis fuerzas.

—Jimin, detente por favor. —Fue lo único que me salió decir. Me giró nuevamente quedando frente a frente.

—No sabes el tiempo que esperé para estar así contigo, no sabes las veces que tuve que satisfacerme pensando en ti.

—Jimin, no es gracioso. Ya deja de hacer esto y déjame en paz.

—Te deseo de una manera que no te imaginas, quiero hacerte mía.

Estaba frente a él en ropa interior, helada, sin saber que hacer otra vez, sin una maldita idea para salir de esa situación. No quería que me siga tocando y mucho menos quería sentir su boca en mi.
Me fue llevando hacia la cama.

—Por favor, para con todo esto. —Le volví a pedir, ya a modo de súplica.

—No, no voy a parar. No empieces, estoy siendo amable y caballero, y no sabes lo mucho que me está costando no tirarte en esa cama para disfrutar de todo esto. —Tocó por encima de la tela mi intimidad.

—¡No! —Me alejé unos escasos centímetros, perdiendo la estabilidad al chocar con la cama, pero él me tomó de nuevo evitando que caiga.

—Eres mía ______ y harás lo que yo diga, —Sus ojos reflejaban enojo. Tomo mis manos —ahora como la niña buena y obediente que eres, vas a quitar mi pantalón. —Llevó mis manos hacia la altura del botón —No te imaginas lo mucho que quiero probar cada parte de tu cuerpo.

Sacó su camisa al tiempo que desabrocho el cinto y el botón, pensando que de aquella manera lo espantaría cómo había sucedido con el beso y el abrazo. Pero no, continuó en lo suyo desabrochando mi brasier; bajó primero el bretel izquierdo y besó mi hombro descubierto, luego hizo exactamente lo mismo con el lado derecho.

Tomó nuevamente mi mano y la pasó por su miembro que se encontraba erecto, pidiendo a gritos que lo liberen. Con mis dos manos siempre manejada por él bajé su pantalón y me recostó en la cama.
Cerré mis ojos como si de esa manera todo acabaría, su boca fue directamente a uno de mis pechos, los besaba, jugaba con su lengua, un rato con cada uno.

—Tu piel sabe mejor de lo que imaginaba.

Quitó mis bragas, y se alejó; abrí mis ojos para saber dónde estaba, podría ser una buena oportunidad para escapar, me importaba poco si mi padre quedaba sin una maldita acción. Solo se había movidos unos pocos centímetros de mi.

En su mano sostenía algo brillante, cuando se lo llevó a la boca para abrirlo me di cuenta que era un condón. Lo colocó y volvió a mi, encontrándose con mi mirada.

—Mmm... ¿Te gusta mirar o querías colocarlo tú? —Volví a cerrar los ojos y volteé la cabeza hacia el costado, se ubicó encima e introdujo un dedo en mi comprobando mi estado, me moví y de él salió algo así como un gemido —Abre las piernas mi amor, —No hice caso —ok... —dijo en un tono entre frustración y enojo. Con sus manos separo mis piernas. Sentí un profundo dolor en el primer intento al querer entrar en mi —¿Eres virgen? —dijo sorprendido. Aun con mis ojos cerrados las lágrimas comenzaron a brotar por el dolor y por el asqueroso momento que estaba pasando. Giró mi cabeza para que quede mis ojos frente a los suyos, seguía con los ojos cerrados y sin contestar —Abre los ojo, —Los abrí —¿Eres virgen? ¡Contesta!

—No.

Volvió a intentar introducir su miembro, sentí el mismo dolor. En un tercer intento, pero más fuerte entró en mi, solté un grito ahogado pero no de placer, y él lo notó.

—¿No me mientes, verdad? —Lo miré —no me mientes cuando dices que no eres virgen, ¿no? —Negué con la cabeza —Es que... No importa eso ahora. —Siguió entrando y saliendo de mí —Me encantas, es mejor de lo que imaginaba.

El dolor se fue aplacando, pero no sentía ningún tipo de placer.

—Jimin detente, por favor. —Esta vez le supliqué llorando, ya no ocultaba el mal momento.
Pero no le importo mi suplica, y siguió embistiéndome, cada vez con más fuerza, más profundo, besándome y tocándome.
Solo se escuchaban sus gemidos y como no, si sólo él disfrutaba.

Cuando acabó, quedo un momento sobre mi besándome en el cuello.

—Valió la pena, la espera y cada maldita acción cedida a tu padre —dijo saliendo de mí.

Save me (1° Temporada) (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora