Save me (1° Temporada) (En Edición)

Capítulo 35

Lo que estábamos haciendo era una completa locura, aún sabiendo a lo que nos arriesgabamos con muchísima gente a nuestro alrededor y más aún con Jimin a metros, no dejábamos de besarnos.

Disfrutábamos del beso como si nada ni nadie existiera. No había prisa, nos tomábamos todo el tiempo necesario para cada uno disfrutar de los labios del otro.

—¿Niña, se encuentra bien? ¿Encontró el perfume? —Me separé de los labios de Tae y tomé aire.

—Estoy bien, perfecta. Creo que lo acabó de encontrar. —Tae besaba mi cuello.

—Hubiese querido tenerte sin ropa, para poder seguir besando cada parte de tu cuerpo.

—Desearía que mi nana no estuviese con nosotros.

Entró un mensaje y lo leí, era de Jimin.

—¿Por qué tardas tanto?

—Subo por ti.

—Debo irme, me vienen a buscar. ¿Es verdad lo que pusiste en la tarjeta?

—¿Lo de aceptar? Si.

—¿Te refieres a... ser mi amante?

—Si. —Me sonrió.

—Estamos completamente locos. —Sonreí.

—Tu me tienes loco. —Volvió a besarme.

—______. —Me llamaba Jimin.

—Entra a la ducha. —Empujé a Tae hacía la ducha y abrí la puerta del baño —Mi Yeong ven. —La tomé de la mano y la metí adentro con nosotros.

—¿Qué pasa niña?

—Luego te explico. —De pronto estábamos los tres: Tae, Mi Yeong y yo en el baño.

—¿Qué hace el niño aquí?

—Sshh… —le dije a mí nana —Quédate adentro. —le dije a Tae corriendo la cortina —Aquí estoy, ¿que quieres? —le grité desde adentro del baño a Jimin. Jimin entró a la habitación al mismo tiempo en el que Mi Yeong y yo salíamos del baño.

—¿Por qué tardas tanto?

—No encontraba mi perfume. —Mostré el frasco —Vamos. —Jimin me miraba poco convencido de mi mentira.

—Te dije que compraría todo nuevo.

—No hace falta. —Puse el perfume en el bolso —Toma, ya que estás aquí... —Le di el bolso —Vamos.

Una vez en el auto, me relajé. No me habían descubierto, seguía con un día más de vida.

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Al día siguiente, ya de noche seguía mirando los malditos planos, encima a eso se le sumaba el pesado de Jimin.

—¿Cuándo se van? —Interrumpió la calma que había en el jardín de invierno.

—¿Quién dijo que nos íbamos?

—Lo dijiste ayer.

—Dije que deberíamos ir, si el tipo seguía en su negación y no encontrábamos una solución.

—En caso de que no la encuentren, ¿cuando irían?

—No lo sé. ¿A que viene tanta pregunta? —Su insistencia me ponía de mal humor en cuestión de segundos.

—Es que debo fijarme mi agenda.

—¿Y que tiene que ver tu agenda con qué yo me vaya?

—Iré con ustedes.