Senna cierra los ojos y se lleva una mano a la frente: el ruido que no paran de hacer los borrachos de esa taberna le está empezando a generar migrañas.
-¡Basta! Caballeros, si no tienen mejor forma de pasar el día, les ruego que se vayan a sus casas -anunció-.
Enfadada, se levanta: es bastante más alta que los hombres con los que discute, y su larga melena pelirroja cae, lisa, por su espalda. Sus rasgos son afilados: desde sus finos labios hasta sus ojos rasgados, de color gris, se percibe un aura de seriedad y respeto. Va vestida con un vestido gris, de manga larga, cuyos bajos arrastran por el suelo.
Los hombres se callaron casi de inmediato, y solo uno de ellos se atrevió a abrir la boca:
-Nunca había visto a una mujer, -comenzó, haciendo una pausa para tragar saliva- tan bella, que me mande callar con tanta frialdad...
Los ojos de Senna le taladraron con la mirada. Vio cómo se intentaba acercar a ella, tropezando con una silla y cayendo encima de otro de sus amigos. Este se apartó torpemente de él, con miedo.
-Este hombre me acaba de llamar fría. ¡Yo! -Las puntas del pelo de Senna empezaron a rizarse, como si aquella cabellera estuviera despertando de un letargo. Tras un respiro, fijó su mirada en el borracho: -Querido, me subestimas: no soy fría, soy el mismísimo hielo.
Tras esa última frase, sopló. Los clientes y el mismo tabernero fueron hasta la puerta sin problemas, pero los borrachos que iban con el osado y este mismo empezaron a agarrarse a todo lo que encontraban: un viento desmesurado los movía a su merced.
La siguiente escena fue, como poco, grotesca: el viento no paró cuando todos los borrachos acabaron en la pared arrasados por el viento; siguió haciendo que se les fuese separando la piel del rostro por la fuerza del vendaval. Cuando consideró que era suficiente, cerró la Palma de su mano: en un segundo, todos quedaron congelados, menos aquel que se había apartado con miedo de su amigo.
-Sal de aquí -ordenó Senna, con las pupilas tan pequeñas que el hombre dudó un momento de su existencia-. Has hecho bien en tener miedo.
Tras la huida de este hombre del bar, Senna se acerca a un pequeño cristal;
donde ve a dos jóvenes corriendo sin parar con un arco y un carcaj en las manos.Van directas a la boca del lobo.
Una idea surca su mente: las reglas hablaban de no usar con los protegidos la magia, ni presentarse ante ellos; pero en ningún lugar especificaba que no se pudiera cambiar de imagen y... guiarles.
Lo pienso conseguir.
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Perdona, ¿Quién soy?
FantasyUna chica está caminando. ¿Quién es? No le hace falta apartarse del camino de nadie, no hay mucha gente. Perdida, ¿o no? Parece nerviosa, ¿Busca algo? Bolsillos vacíos. Se está buscando a ella. ¿Quién es?