Dolor

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Zeta vuelve en sí, trastornada y rota por dentro.

Tengo una hermana...

Cae de rodillas en el suelo, poniéndose a llorar. El pequeño recuerdo que acaba de vivir basta para desequilibrar todo lo que ella podía suponer.

Grita. Varios pájaros emprenden el vuelo, asustados.

Siente todo el odio que aquella Alina sentía, aunque no sepa exactamente los motivos. Con los puños, golpea el suelo, mientras trata de asimilar todo lo que acaba de pasar.

Una parte de ella no lo quiere creer: podría haber sido un simple sueño.
Hacía tiempo que solo tenía pesadillas.

...y no tengo madre.

Las hojas de pino que cubren el suelo se le clavan como agujas, aunque ahora mismo se siente como si viera todo a través de un cristal empañado.

Soy Alina, pero me he vuelto Zeta... ¿Serán la misma persona? ¿Soy la misma persona?

Poco a poco, se va calmando, y va volviendo en sí. Empieza a llover, por lo que las lágrimas se funden con el agua que cae.

Supongo que, aunque sea las dos... En este momento no soy nadie.

Con ese pensamiento se tumba, mirando al cielo. Poco a poco, consigue serenarse, y enseguida deja de llover.

Aunque está agotada por lo que acaba de descubrir, se incorpora: a lo lejos ve una silueta inmóvil, tan estática que es imposible que esté viva.

Un nombre le viene a la cabeza, haciéndola volver del todo a esa realidad:

Ada.

Perdona, ¿Quién soy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora