Despertar

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-¡Ada, Ada! ¡Joder, Ada, di algo!

Los ojos de la chica se abren poco a poco, viendo a su compañera de cabello rubio y corto sacudiéndola.

Zeta.

-A su servicio -Su voz se queda en un susurro-. Creo que me he quedado afónica, joder.

-Perdón por tardar -se disculpa Zeta-. He recordado, Ada, y no sé cómo sentirme...

Se quedan mirándose. Acercándose a su amiga, Ada le pone una mano en el hombro: tristeza, rabia y... ¿calma?

-Tranquila -le dice, mientras nota cómo pequeñas gotas le caen en la mano: vuelve a llover-. Volvamos a la cabaña, y me lo cuentas ahí, ¿vale? -Propone, con voz ronca. Acto seguido, tose.

Zeta asiente. Nota cómo varias gotas caen sobre ella, por lo que comienza a andar; su compañera la sigue.

-Sigo confundida. Será mejor que volvamos a la cueva, sí.

Con el viento meciendo los árboles de fondo, Ada sólo piensa en ese ser:

¿Qué era?
Y...
¿Qué le ha hecho?

Perdona, ¿Quién soy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora