Una rosa negra en el Edén

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Día 35 de encierro.

Ya no le puedo llamar de esa forma porque, después de tanto tiempo, hoy puedo contemplar el verde de mi enorme jardín y puedo sentir la calidez del sol en mi piel.

Me la paso observando las delicadas flores del jardín; algunas de color rojo, otras rosadas, moradas, naranjas, pero ¿por qué ninguna negra? Quizás sería rechazada por las demás o su poca vivacidad haría que las demás flores se vieran mal. He comprendido que antes yo era una delicada rosa roja, pero han drenado todo mi brillo y color para transformarme en una simple rosa negra.

Vivir en esta mansión no me ha traído más que tristeza, todo tan bello, pero mi vida tan destruida. El cuento de hadas se ha desvanecido para dejar uno de terror en el que una ingenua princesa se deja manipular de un monstruo, a lo Bella y la Bestia solo que su bestia se convierte en príncipe y ella vive feliz, sin embargo, en mi cuento el monstruo permanecerá para siempre. Quizás algún día para molestar a mis hijos les contaré esta triste historia... Un momento... No podré tener hijos nunca.

Describo en mi diario, ya que Tadashi no está en casa, mi paisaje; bellas flores, árboles grandes, arbustos con diferentes formas, todo perfecto, pero no me sentía feliz dentro de este lugar, la soledad me acompañaba cada día y lo hará por siempre.

Termino el relato de hoy y le ordeno a una sirvienta que esconda mi diario entre mis ropas, aunque no confío mucho en ella. Desde que murió Helen he estado lo más alejada posible de los empleados para que no les suceda lo que a esa pobre mujer.

Escucho pasos acercándose pero no me atrevo a voltear porque ya sé quién es. Conozco su olor, aquella colonia masculina que utiliza todos los días para salir a trabajar.

—¿Qué tal la vista? —dijo y se sentó frente a mí.

Yo le dediqué una mirada fría.

—Es un espejismo —espeté.

—No lo es. Esto es lo que yo te he regalado —señaló a su alrededor —un palacio donde puedas vivir, mi princesa ¿acaso no te gusta vivir con lujos y comodidades?

—Primero —levanté uno de mis dedos —Muy bonito lo que me has regalado este... "Palacio" pero no olvides mencionar esto —señalé el cuello ortopédico que cubría mi garganta —y esto —toqué el yeso que cubría uno de mis brazos —oh, esto también —levanté una de mis piernas vendadas.

Tadashi rodó los ojos. Era un maldito cínico de mierda.

—Amor, ya te dije que no fue mi intención provocar tu accidente, fue un impulso ocasionado por los celos, pero podemos olvidar eso —sujetó mi mano sana entre la suya.

Me solté apenas sentí su calidez,  además ya me incomodaba hasta mirarlo.

—Yo nunca podré olvidar que mataste a nuestro hijo —dije apretando los puños —Tú me quitaste la oportunidad de ser madre y por eso te odio aún más.

Tadashi soltó un pesado suspiro y se recostó sobre la silla donde estaba sentado, frente a mí.

—Yo no sabía que estabas embarazada —soltó con desdén.

Apreté las mandíbulas hasta sentir que estaban a punto de romperse mis dientes. Mi sangre se calentó de solo escuchar sus crueles palabras. Él no tiene sentimientos.

—¿Esa va a ser tu fantástica excusa? Pensé que tenías más imaginación, cariñoespeté entre dientes.

—Elsa, lo mejor es que olvidemos lo que pasó. Yo voy a cambiar y te voy a amar como siempre te he dicho —afirmó con elocuencia —Te lo juro. Podrás ser feliz a mi lado.

Presa De Mis Sentimientos [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora