Mientes otra vez

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Elsa

—Hermana, Els, despierta —susurró una dulce voz.

En medio de mi oscuridad sentí la calidez de su mano sobre mi cuerpo. Abro los ojos y parpadeo varias veces para poder verla mejor. Anna me recibe con una sonrisa radiante.

Me reincorporo hasta quedar sentada sobre mi cama. Dejo escapar un bostezo y estiro los brazos.

—Buenos días —dibujé una suave sonrisa para ella.

—Elsa —dijo cambiando su gesto a uno preocupado —¿Estuviste llorando otra vez? Tienes los ojos rojos e hinchados.

Desvié mi mirada hacia la ventana y solté un suspiro cansado. Ella tenía razón, ayer no pude dormir gracias al dolor que sentía, lloré a cántaros como todos los días que he pasado sin él. El temor de que le hagan daño me tortura y no me deja en paz.

—Eso no le sienta bien al pequeño —dejó caer su mano sobre mi abultado vientre y lo acarició con sus dedos.

Los ocho meses de embarazo que tengo ya se hacen visibles. Y el indefenso niño que llevo dentro comienza a dar señales de vida. A veces me patea y eso de verdad se siente increíble. Hace tanto perdí la oportunidad de experimentar esa sensación, pero ahora sí puedo, solo que el amor de mi vida no está a mi lado y eso me destroza por dentro.

Hace cuatro meses ambos decidimos hacer lo correcto: entregarnos a ley. Jack tiene que pagar dos largos años en prisión por encubrirme, falsificar identificaciones y escapar a mi lado. Por mi parte son quince, ya que antes de irme habían firmado la reducción de los cinco años, sin embargo, tuve que pedir a mi padre ayuda —otra vez —,para que moviera sus influencias y que me dejaran pagar prisión domiciliaria durante mi estado de gestación. El juez aceptó, pero intensificaron la guardia, tres policías vigilan mi casa y de nuevo conservo el brazalete rojo.

Anna decidió quedarse conmigo en casa, cuidando de mí mientras que Jack no podía. Mamá me visita muy seguido y está emocionada por conocer a su primer nieto, papá también está feliz, aunque le costó aceptar mi relación con aquel policía, sin embargo, ambos han sido muy comprensivos conmigo y me aman a pesar de mis errores.

—¿Crees que la esté pasando bien encerrado? —solté la pregunta en el aire.

Me lo imagino en una fría celda, acompañado de las peores escorias de la sociedad, por fortuna no terminó en el mismo reclusorio que su maldito tío. Sin embargo, tengo miedo que lo lastimen, es policía y tiene muchos enemigos que seguro lo quieren ver muerto y en la cárcel es vulnerable.

—Oye, no te tortures más. Yo estoy segura que él va a estar bien y que pronto podrán verse —aportó con positivismo.

—Sabes perfectamente que eso no va a ser posible —respondí, fría.

Lamentablemente, el día que lo liberen a él me encerrarán a mí. Es posible que la hora no coincida y que podamos vernos, pero no lo creo, es muy remota esa posibilidad. Además, duele no poder siquiera contemplar su rostro, no me permiten salir de casa y me muero por abrazarlo, besarlo, y no se puedo. Debo conformarme con escuchar su voz una vez a la semana, pero eso es muy poco.

Hoy lunes le permiten hacer una llamada y estoy ansiosa por oírlo y contarle todo lo que ha pasado mientras que él no estuvo; como va el embarazo, lo gorda que estoy y las ganas que tengo por ver la carita de nuestro hijo. Cuando él lo sepa, seguro se alegrará. A pesar de que le causó mucha confusión mi embarazo, después aceptó que esto era un regalo de la vida, un motivo de unión, a pesar de la distancia.

—Bueno, pero no te eches a la pena. A pesar de que Jack no esté contigo en esta etapa de tu vida, sé que a él no le gustaría verte devastada —tomó mi mano y la estrechó —Todos los días debes levantarte con una gran sonrisa para alegrar a mi sobrinito. Recuerda que él siente lo que tú y si estás triste él lo estará.

Presa De Mis Sentimientos [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora