100 dólares

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Elsa

Dejo escapar un nuevo suspiro. Me está agobiando la monotonía y tan solo llevo un par de semanas en este lugar. La promesa fue: dos meses de colaboración por cinco años de prisión, no está tan mal después de todo, aunque no podré librarme de los otros quince. Ni modo.

El jefe de la policía me obsequió un lindo brazalete de color rojo oscuro. Afirmó que si me atrevía a salir de la ciudad este ascesorio comenzaría a sonar como alarma de auto y me atraparían, es algo así como un GPS. Me tienen vigilada día y noche, saben dónde estoy, con quién hablo por teléfono y a quién le escribo, es perturbador, pero, supongo que necesario.

En cuanto puse un pie en el departamento de policía todos me miraron como un bicho raro, y los entiendo, la primera vez que vine era por asesina, ahora soy... Una ayuda extra. Quién iba a pensar que estaría aquí, mi vida da muchas vueltas.

Me han dado una herramienta para escribir mis notas y buscar información sobre la reciente actividad de Pitch Black. Conozco los lugares que frecuenta, sus contactos, hasta sus burdeles favoritos, sin embargo, se ha mantenido escondido últimamente, no se ha presentado ninguna novedad sobre él, y eso no me ayuda, porque el tiempo corre en mi contra.

Busco en la página web del periódico de la ciudad algún homicidio, secuestro, atentado que tenga que ver con ese narco, pero no encuentro algo que me llamé la atención. Ese maldito está trabajando en las sombras, donde yo no pueda encontrarlo.

Paso una mano por mi cabello y acaricio mi cuello para quitar la tensión en esa zona, pero no funciona. Mi cuerpo duele como nunca, llevo varias horas sentada sobre una silla y frente a un escritorio, pero no ha válido la pena, si no logro ser de ayuda, me van a mandar ahora mismo a la cárcel. Tendré que ver a Sharon de nuevo.

—Demonios —musito en voz baja para no llamar su atención.

Él se encuentra al otro lado de la oficina frente a su ordenador, haciendo yo no sé qué cosas. Al que se le ocurrió dejarnos en una misma oficina lo voy a matar.

Durante estas semanas que he estado en este lugar me ha tratado muy pocas veces, se alejó de mí drásticamente después de que Nicolas Norte aceptara su propuesta. Hemos tenido que cruzar palabra por obligación, pero cuando me habla es seco y frío, algo cambió en él y no me di cuenta en qué momento.

Podría decir que está enojado conmigo porque por mi cualpa se alejó de una supuesta misión importante, pero, fue él quién eligió ¿no?

—¿Desesperada? —escuché su voz. Levanté la mirada, pero no me estaba viendo.

Ha sido indiferente conmigo todo el día, hasta ahora se le ocurrió hablarme. Decido continuar la conversación porque mi lengua ya se ha dormido por no tener con quién hablar.

—Esto no está funcionando —Murmuré —Me siento inútil.

—No eres la única, pero es más entretenido lo que haces aquí que lo que harías en prisión —respondió.

Por fin decidió desviar su mirada hacia la mía. Por unos minutos mantuvimos contacto visual, pero ahora se sentía extraño, así que desvié la mía hacia la pulsera de mi mano.

—Es verdad —dije sin emoción.

La conversación murió ahí mismo, nadie se atrevió a hablar de nuevo. El silencio llenó la habitación, lo único que mis oídos alcanzaban a escuchar era el sonido de las teclas que eran oprimidas por él en el computador. Así de mal estábamos.

Pasaron otras dos horas y nosotros seguíamos sin querer vernos, sin querer hablarnos. Esta situación se estaba tornando molesta, pero prefiero estar mil veces aquí que afuera soportando los comentarios insidiosos de todos los policías que tanto me odian. Me conformo con su silencio.

Presa De Mis Sentimientos [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora